INTRODUCCIÓN
La
presencia de los italianos en Panamá se remonta a centurias tan tempranas como el
Siglo XVI y se extiende, con menor y mayor intensidad, a lo largo de las épocas
siguientes. Esta estadía en tierras del Istmo ha sido fructífera para el
desarrollo nacional y, al igual que ha acontecido con otras minorías étnicas,
ha respondido a determinadas coyunturas del acontecer nacional. La historia
confirma que las Ferias de Portobelo, el
Ferrocarril Transístmico, el Canal Francés y el Canal Norteamericano fueron un
imán para extranjeros deseosos de probar suerte. También conocemos que esa
corriente de inmigrantes se asentaron, mayoritariamente, en la Zona de Tránsito.
Sin
embargo, no siempre fue así, ya que algunos extranjeros probaron suerte en las
áreas interioranas; zona en donde han dejado un legado que se proyecta a la
época contemporánea. Por ello, al revisar el directorio telefónico provincial, muchas
veces salen a relucir apellidos italianos como los Vicencini, Martinelli,
Ardito, De Bello, Tempone, Chiari, Stanziola, Virzi, Melillo, Spadafora, Pedreschi,
Audía, Campodómico, Graselli, Yaniselli, Salerno, etc.
En
nuestro país aún no se ha escrito suficientemente sobre lo acaecido con las
familias italianas que se internaron en las provincias del interior republicano
e incluso sobre los proyectos que acometieron los que se radicaron en la Ciudad de Panamá. Ya se trate de hebreos, indostanes,
españoles, griegos, chinos y demás grupos humanos, gran parte de la historia
nacional espera el rescate de ese aporte.[1]
Con
la finalidad de aportar luce sobre el tópico, en las siguientes reflexiones se
plasman los desafíos que los descendientes de tales familias italianas han
experimentado en el interior panameño. Con esa finalidad se reconstruye la
biografía de un personaje de esos núcleos familiares. Me refiero al caso de Don
Pablo “Pabín” Epifanio Sánchez, un tableño que pertenece a la primera rama
genealógica de italianos que contraen nupcias con panameñas a principios del
Siglo XX. Su vida personal refleja fielmente el quehacer de la familia de donde
procede, la que al mezclarse con el grupo orejano, da pie a la conformación
cultural y al quehacer económico de un segmento significativo de la sociedad
que mora en la Provincia de Los Santos. Veamos los rasgos biográficos, contexto
histórico y legado de este personaje ítalo-santeño.
1. EL CONTEXTO HISTÓRICO Y LOS ITALIANOS EN LOS SANTOS
Según
parece la presencia más significativa de los italianos en la Provincia de Los
Santos se produce a partir del Siglo XIX y, particularmente, en la segunda
mitad de esa centuria, aunque no dudamos que en el período colonial hayan morado
algunos hijos de la tierra de la Roma inmortal.
Los
italianos arriban a una región santeña que, no obstante haber vivido ya varias
centurias desde el período colonial, aún conserva la impronta y el peso de una
sociedad con profundos rasgos tradicionales y con niveles de desarrollo que no se
corresponden con el avance de los tiempos modernos. En efecto, la región del
Canajagua vive para aquellas calendas el abandono de la Nueva Granada y, al
despuntar el Siglo XX, la situación no parece cambiar, aunque se estrene la
nueva república y asuman el poder nuevos gobernantes.
Los
italianos se establecen en diferentes
lugares. Poblados como La Enea de Guararé, Las Tablas, Santo Domingo,
Sesteadero, Macaracas, La Laja, Chitré y otros poblados fueron testigos del
arribo de inmigrantes de la Bota Italiana. Algunos de ellos se radican en la
costa, como los Epifanio y Barleta, pero otros incursionan en zonas montañosas
como Tonosí.
Al
poco tiempo esos inmigrantes contraen nupcias con santeñas y herreranas, entre
otros motivos, porque la mayoría de ellos eran varones que llegaban a estas
zonas sin ningún tipo de compañía femenina. Se repite de esta manera lo que
aconteció durante el período colonial y el arribo de los españoles, al menos en la
primera fase de colonización.
En
este contexto histórico, brevemente expuesto, es que debemos comprender la
historia de vida de Don Pablo “Pabín” Epifanio Sánchez, la que se detalla a
continuación.
2. LA FAMILIA
Cuando
entrevisté a Don Francisco Pablo Epifanio Sánchez (tal es su verdadero nombre),
ya éste era un hombre octogenario, pero aún con lucidez para recoger y narrar
su biografía de hombre probo.[2] Afirma
que nació el 25 de enero de 1925, siendo
hijo del italiano Nicolás Epifanio Basilli y la
santeña María de la Cruz Sánchez; mujer nativa de Santo Domingo de Las Tablas y
quien se desempañaba en el oficio de la panadería.[3]
Su
padre, Don Nicolás, nació en Matera, población de la provincia del mismo nombre,
que se ubica al sur de Italia, próxima al Golfo di Taranto. Llegó a Panamá,
probablemente, a finales del Siglo XIX e inicios del la vigésima centuria.[4]
Como todos los inmigrantes “hizo la América” en busca de la fortuna y la mejor
vida que su familia quería ofrecerle desde su corta edad.
La
situación extremadamente difícil en que vivía Nicolás le obligó a laborar en
trabajos humildes, como el de limpiador de coches e incluso de limpiabotas. De
aquella época data su amistad con otro italiano que arribó con él, Leonardo
Yaniselli, que también dejaría su huella en tierras tableñas.
Con
el correr de los años Don Nicolás mejoró su situación social, al punto que
logró tener su propio coche. Sin embargo, el destino le deparaba otro futuro, porque
su padrastro (Juan Contini), que también era inmigrante italiano, estableció un
negocio en El Sesteadero de Las Tablas. Éste, casado con una mujer de Santo
Domingo, le invitó a establecerse en tierras santeñas. Así, esta trilogía de italianos
abren sendos negocios: Don Nicolás en Santo Domingo, Juan Contini en El
Sesteadero y Leonardo Yaniselli en La Laja.
Producto
de la unión de Don Nicolás con María de la Cruz Sánchez nacieron tres hijos: Saverio,
Pablo y Víctor; pero al poco tiempo el padre se vio precisado a viajar a su
tierra natal para atenderse de una malaria que padecía. A su regreso se separó
de su esposa y, con el consentimiento de ella, los niños pasaron a ser
atendidos por la abuela (Vita Basilli), que había venido de Italia e ingresado
a tierra santeña por el Puerto de Mensabé. Cabe señalar que en un segundo
matrimonio (con Doña Etelvina Vergara)
procrea dos hijos, Víctor Manuel y Silverio Epifanio Vergara.
Cuando
todo esto acontece Don Pablo Epifanio tiene cuatro años y en el contexto
internacional se inicia la más grade crisis económica del Siglo XX, la de 1929.
3. EL NIÑO QUE SE HACE HOMBRE
El
niño Pablo trabajó con su familia desde los cinco (5) años. Lo suyo siempre fue
el comercio, porque su padre, junto con su hermano Manuel, tenían una tienda en
Santo Domingo de Las Tablas. Allí se compraba y vendía de todo: tabaco, cerdos,
gallinas, oro viejo, telas y sedería; pero no cabe duda que su fuerte era la
joyería, con prendas que importaba de la Industria Dupond; fábrica de Nápoles, localidad que sigue siendo una
importante ciudad del sur de Italia.
Desde
el inicio nuestro biografiado recibe el apoyo de uno de sus tíos, Manuel
Contini, figura que ya veremos desempeñó un papel central en su vida. En
efecto, gran parte de la disciplina de trabajo la aprendió de este familiar que
le enseñó a ser cajero e inculcó una envidiable ética del trabajo.
A
la edad correspondiente inició los estudios primarios en la Escuela de Santo
Domingo, institución en donde concluyó su instrucción básica. En esta etapa de
su vida siempre combinó el trabajo con los estudios y, a juzgar por las
reacciones de los educadores, era un muchacho que podría llegar a ser un
excelente profesional. Entre los maestros que le impartieron clases recuerda a
Carmen de Barrios (I y II grado), María Teresa de Vásquez (III), Rosa Rodríguez
(IV), Eneida Quesada (V) y Agustín Jaén Roca (VI).
Como
dato curioso relata que a los 8 años tuvo que administrar la piladora
que su padre había puesto a funcionar. Este hecho lo retrata de cuerpo entero, porque
su vida estuvo centrada en el trabajo, aunque siempre abrigó la esperanza de
estudiar medicina y abogacía, profesiones que al final se vio imposibilitado de
emprender, situación que darían un giro inesperado a su vida personal y
familiar.
4. LA RUPTURA CON EL
PADRE Y LA BÚSQUEDA DE NUEVOS HORIZONTES
Cuando
Don Pablo Epifanio aún era un adolescente (posiblemente de 15 años de edad) tomó
una decisión que marcaría su vida. Ese día decidió dejar su núcleo familiar para
hacerse independiente y establecer su propio proyecto comercial, porque hasta
entonces había dependido de las empresas del padre y del tío. El detonante lo
constituyó la negativa de su progenitor para que estudiara la carrera de su
predilección; ya que según Don Nicolás él debería administrar los negocios
familiares, mientras los hermanos Víctor y Saverio estudiaban. El adolescente acomete
esta empresa mientras en Santo Domingo las personas se preparaban para la
realización de un perote. Tomó dos pantalones y dos camisas, cogió un caballo
del potrero y se encaminó hacia Bajo Corral de Las Tablas, población en donde
su padre tenía terrenos y una tienda.
Cuenta
que a la altura de la Quebrada La Yegua, se apeó de la bestia, oró, lloró y en
ese paradisiaco lugar encomendó su vida a Santa Librada. Una vez en la
población, tocó la puerta de Manuel de Jesús Medina, reconocido personaje de la
región, a quien solicitó que le diera hospedaje en un humilde aposento; un
abandonado jorón de la casa, porque él deseaba comenzar de cero y no bajo la
influencia de la tutela paterna. Allí estuvo por algún tiempo mientras
organizaba su vida y lograba mantenerse. Pasó muchas penalidades durante seis
meses, ya que para sostenerse organizaba los llamados “peones hembra”[5],
actividad con la que se ganaba el sustento. De este
período importante de su vida, recuerda la
amistad sincera y el apoyo desinteresado del maestro Agustín Vergara Cedeño y
la Sra. Digna Medina Domínguez (“Dindi”).
Sin
embargo, un día aconteció algo que no esperaba. Se percató que al pueblo
llegaba un señor que compraba gallinas y huevos. Entonces supo que él podría
hacer algo similar. Así nació un negocio que le permitió realizar algunos
ahorros que serían vitales para su futuro. Las múltiples monedas que ahorró en
un frasco fueron el capital que le permitió, con posterioridad, comprar la
tienda que su padre Nicolás tenía en el poblado. Esa compra la realizó a su
hermano Saverio, quien llegó a la comunidad pensando que la transacción era con
el Sr. Medina, personaje que continuó apoyándole en su proyecto. La compra se
cerró con B/ 380.00
En
Bajo Corral Don Pabín diversificó su negocio, y en los primeros momentos, hasta
tuvo que llevar la mercancía a lomo de caballo, ya que los caminos eran lodosos
e intransitables. En otra ocasión, llevó en carreta una refrigeradora que
utilizó en su negocio. También conviene anotar que en esta primera empresa,
ocasionalmente, recibió el apoyo de su amigo Pablo Coluche y de Manuelita, su
abuela materna. Además, compraba y revendía cerdos, vacas y hasta instaló una
carnicería que complementó la que ya tenía otro personaje de la región, Don “Tita
Plata”. La experiencia que adquirió en el negocio que su familia tenía en Santo
Domingo le fue de gran utilidad, ya que en los campos próximos a Bajo Corral
(Colán, Oria, Vallerrico, Vallerriquito, etc.) se dedicó a la venta de prendas
que le dejaban una buena rentabilidad.
Hay
que añadir que en la aludida población santeña don Pabín sentó las base de su
primer negoció, pero también el amor tocó a su puerta, ya que en ese lugar conoció
a la maestra Elena Aquino. Fruto de esa relación tuvo un hijo, Nicolás Epifanio
Aquino. Sin embargo, con anterioridad ya había tenido un primer vástago
(Gonzalo), a los 15 o 17 años, con Lucía Córdoba, una mujer de mayor edad que
él, la que era oriunda de Santo Domingo de Las Tablas.
Pasado
el tiempo, un hecho fortuito vino a favorecer la decisión que Don Epifanio
venía madurando. Comprendió que debía buscar nuevos horizontes, porque ya había
transcurrido casi una década de su arribo a Bajo Corral. En efecto, luego de un
accidente en donde se fracturó el brazo, viéndose precisado a acudir a la
Ciudad de Las Tablas para ser atendido y enyesado, decidió vender sus
propiedades y abrirse paso en una localidad con mayor clientela.
5. PROBANDO NUEVOS MERCADOS
Ya
en la costa santeña el emprendedor ítalo-santeño se establece en Guararé y crea
la Joyería El Grano de Oro, empresa que
marcaría la pauta en este tipo de negocios. Debemos añadir que la estadía en
tierras guarareñas se debe a que no deseaba competir con su padre, que ya tenía
un negocio similar en la capital santeña. El nombre se lo debe a su tío, que le
sugirió que se llamara El Granito de Oro,
pero que él modificó porque no le agradaba el nombre en diminutivo. Cuenta que
ocupó un pequeño lugar al frente de la Plaza Bibiana Pérez, pero al poco tiempo
descubrió que necesitaba un mercado más amplio y se trasladó a Las Tablas,
cabecera provincial. De aquella época recuerda a amigos guarareños como Manuel
Falcón e Ibsa Borrero.
Una
vez en Las Tablas los negocios comenzaron a prosperar, porque fue desarrollando
la técnica comercial de diversificar sus inversiones. Al respecto, la joyería fue
una de las actividades más exitosas que él promovió en los diversos distritos
de la provincia santeña. Don Pabín popularizó el llamado “club”, un sistema que
le permitía vender en cómodos plazos y que logró diseminar por los diversos rincones
de la provincia. Siempre ayudado por su tío Manuel, que incluso le facilitó
vehículos para su movilización, Pabín Epifanio abrió una línea de ventas de telas
que compraba en la Ciudad de Panamá, específicamente en la Compañía Betesh. El
negocio en este rubro fue tan próspero que logró abastecer, como revendedor al
por mayor, a un gran número de tiendas de los campos.
En este
nuevo contexto, ya con mayoría de edad, fue cuando tuvo su primer matrimonio
formal; ya que su negativa a contraer nupcias se explica por su empeño de
forjarse, primeramente, un apellido y un prestigio social. En Las Tablas
conoció a Sara Muñoz, una típica tableña, con quien contrajo matrimonio, no
obstante la inicial oposición de los padres de ella. De ese matrimonio nacieron
Iris Marquela y Pablo Alexander Epifanio Muñoz. Lamentablemente el matrimonio
duró poco, porque Sara falleció de tétano, un 25 de junio de 1960, luego de
ocho años de vínculos nupciales.
Importa
señalar que a los seis meses de estar casado con Sara, su visión empresarial le
impulsó a realizar una gira de tres meses a lo largo y ancho de la provincia,
particularmente en las zonas de montaña, como en el caso de Tonosí. Estos
viajes le permitieron darse a conocer como joyero y comerciante y le granjeó
una clientela que consumía joyas, vendía cerdos, vacas y diversos artículos del
área. Tiempos difíciles los de aquellas giras, porque a veces don Pabín sólo
tenía una galleta dura y una sardina para alimentarse. Sin embargo, no dejó de perseverar,
porque sus viajes exploratorios se extendieron hasta las tierras chiricanas.
Recordemos
que aquella fue la época cuando, ante la ausencia de carreteras, surcaban los
cielos las avionetas de Alonso Valderrama y Jorge Carica.[6] De
ese período histórico también data su aspiración de ser piloto de aviación, proyecto
del que desistió por el consejo del tío y preocupación de su esposa; aunque
logró tomar algunas clases en un pequeño avión con alas de tela, propio de
aprendices. Lo cierto es que al final de la indicada gira don Pabín obtuvo una
ganancia que superaba los B/ 5,000.00, una suma que fue importante para su
despegue empresarial. Hacia el final de los años cincuenta empieza intercalar
la venta de joyas y muebles.
Dos
años después, el 22 de abril de 1962, se casó con Carmen Alicia Herrera
Cárdenas, natural de Santo Domingo de Las Tablas, enfermera de profesión y con
quien procreó dos hijos: Jorge Luis y Marisín Epifanio Herrera. Doña Carmen
Alicia (“Licha”) es hija de Efigenio Herrera e Ismenia Cárdenas[7] y
sobrina del recordado galeno Dr. Miguel Cárdenas. Con esta emprendedora tableña
don Pabín confiesa que perfeccionó gran parte de su pasión empresarial, ya que
ella supo acompañarle en los momentos más difíciles e incluso asesorarle cuando
dudaba de la realización de un proyecto. Asumiendo los nuevos retos doña Licha
abandonó su profesión de enfermera y se dedicó de lleno a las actividades
comerciales. “Trabajamos como burros”, afirma don Pabín, rememorando las épocas
pasadas y reconociendo el aporte de la esposa.
Producto
de esos afanes se inaugura, el 3 de octubre de 1968, la más grande sala
comercial que tuvo la Provincia de Los Santos. En la empresa laboraron 50
vendedores y se mantuvo hasta el año 2000.
6. DON PABÍN, EL GANADERO
El
tableño objeto de esta sucinta biografía llega a la ganadería producto de un
lento aprendizaje a lo largo de la geografía santeña. Desde cuando vivía en
Bajo Corral le atrajo este tipo de negocio, porque compraba y vendía ganado,
aparte de que adquiría potreros que luego revendía. En realidad las propiedades,
luego de ser mejoradas, al poco tiempo eran vendidas.
Puede
decirse que la primera finca -de manera más formal- se la compró al Sr. Mónico
Ureña que era nativo de La Laja. La propiedad estaba ubicada en Bajo Corral, en
un lugar denominado Quebrada Vieja. La transacción se cerró a un costo de B/ 1,500.00,
tenía 45 hectáreas y en ella colocó entre 30 y 40 reses. Le abonó al
propietario la suma de B/ 500.00 y el resto lo financió con Manuel Contini, el
tío. La suma adeudada tuvo que ser cancelada en un año. En este tipo de negocio
don Pabín recuerda los oportunos consejos que en su momento le dispensó el
guarareño Manuel Falcón, el primero de sus asesores en estos menesteres
pecuarios.
Durante
el año 1963, y siempre con su mente fija en la ganadería, él decide vender los
terrenos y el hato ganadero que poseía en Bajo Corral. Luego compra diversas
propiedades: una ubicada al este de la Provincia de Panamá (a la orilla del Río
Pacora), Polín (en Cañita de Chepo), El
Algarrobo (próxima a La Palma de Las
Tablas y también conocida como La “Yunai”), de modo que al cabo de dos años posee
amplias extensiones de tierra. La mayoría eran montes.[8]
Incluso tuvo tratado un terreno de la Familia Arias, pero el acuerdo no se
logró materializar.[9]
En la
actualidad los esfuerzos ganaderos del tableño han dado sus frutos y se
concretizan en una empresa que es para él timbre de orgullo: GANADERA PABIJOS
S.A; nombre que debe al ingenio de Víctor, su hermano, quien le sugirió que se
llamase Pabín e Hijos y quien ha sido su contable y asesor financiero durante
toda la vida.
En
este punto conviene añadir que el empresario tableño ha asistido y participado
en múltiples ferias ganaderas, en las que ha sido objeto de reconocimiento por
su constancia y visión. El santeño nunca ha descuidado la calidad de su hato
ganadero, al punto que personalmente ha estado al tanto de la preparación de
los ejemplares que presentaba en las ferias. La postura innovadora que le distingue
le ha permitido mejorar los pastizales, establecer represas que suministran el
agua a los animales, así como fortalecer los conocimientos de sus trabajadores
mediante seminarios y cursos especializados en nutrición, reproducción e
inseminación artificial. Todo esto sin descuidar el contacto con otras
experiencias internacionales, como ha acontecido al emprender viajes a Estados Unidos de Norteamérica, México y
Venezuela.
La
GANADERA PABIJOS S.A., conocida actualmente como HACIENDA PABLO EPIFANIO, posee
ejemplares de la raza cebú (brahaman) y cruzado (senepol y angus).
7. VIDA SOCIAL Y PROYECCIÓN COMUNITARIA
Don
Pabín ha sabido combinar las actividades agropecuarias y comerciales con sus
responsabilidades comunitarias. Ha sido
miembro fundador del Club de Leones de la Ciudad de Las Tablas, forma parte del
capítulo santeño de la Asociación Nacional de Ganaderos (Anagan) y es
integrante de la Cámara de Comercio. Tanto en Anagan como en dicha Cámara ha
ocupado importantes posiciones y dejado
huella a su paso por tales organizaciones. Por ejemplo, bajo su administración
se construyó el edificio del gremio comercial de la Ciudad de Las Tablas, local
que aún se erige al final de la emblemática Calle Bolívar de la capital
provincial. También fue presidente del Comité Santeño Pro Construcción de la
Carretera Divisa - Las Tablas, Presidente del Club de Leones en dos períodos y,
en su momento, formó parte del grupo que logró la puesta en valor del balneario
de la Playa El Uverito.
A Don
Pabín siempre le gustaron la fiestas, desde aquellos tiempos cuando vivió en
Bajo Corral y asistía a bailes con violines amenizados por Abraham Vergara.
Luego del ascenso del acordeón, prefirió las interpretaciones de don Dorindo
Cárdenas.
Siempre
atento a las cosas de su tierra, tuvo el buen tino de establecer, en el marco
del Festival de Nacional de La Pollera, la Medalla Pablo Epifanio, galardón que
se ha venido otorgando desde el año 1998.[10]
Igualmente, donó el lote en el que se construyó el Centro de Salud de Santo
Domingo de Las Tablas, así como las imágenes del Cristo de las iglesias de
Santo Domingo y Bajo Corral.
8. UNA FAMILIA QUE CRECE
Don
Pabín se siente muy orgulloso de la familia que ha contribuido a cimentar. Ya
son muchos los nietos y bisnietos que posee. Así podemos enumerar los
siguientes nietos: de su hijo Gonzalo: Joaquín Antonio y Gonzalo Antonio
(q.e.p.d.); de Nicolás: los mellizos Rodolfo y Olga Elena; de Pablo Alexander:
Carmen Marisa y Pablo Manuel; de Marquela:
Juan Pablo, Carlos José y Sophia Angelique; de Jorge Luis: Mary Carmen y
Pablo César; de Marisín: Pablo Armando y Juan David; de Sarita: los mellizos
Luis Carlos y Juan Carlos, además de Juan Luis.
Entre
los bisnietos: Ilka Alexandra, Gabriela y Teresa (hijas de Joaquín Antonio),
además de Cristina Elena y Laura Lucía (hijas de Olga Elena).
Un
caso especial es el de Sarita Muñoz, una niña que a los doce años se integró a
la familia y que es considerada por Don Pabín y su esposa como otra hija, ya que sin ser sus padres
biológicos así lo consideran. Hoy día Sarita es el brazo derecho en la Joyería
El Grano de Oro.
Nuestro
biografiado siempre ha considerado como de su núcleo familiar a muchos de los
empleados que fueron la base de sus empresas. Tales los casos de Efraín
Carrasco, un fiel trabajador que empezó a laborar con él en la Joyería El Grano
de Oro, cuando apenas contaba con 16 años, y que se jubiló luego de una jornada
de cuatro décadas.
Otro
ejemplo es el de Joaquín Oro, que laboró desde los 19 años y quien ha sido su
joyero fiel; a pesar de que ya no labora en la empresa, pero continúa
apoyándole de manera independiente. En este mismo sentido podemos mencionar a
Abercio Medina (q.e.p.d), su primer y único mayoral en Bajo Corral.
Don
Pabín tiene particular aprecio por Arquímedes “Quime” Gómez, quien inició
labores en Ganadera Pabijos S.A.,
convirtiéndose con los años en el capataz de las fincas a nivel nacional. El Sr.
Gómez vivió con su familia (su esposa Nimia y sus hijos Elvis Martín y Janet)
en la finca principal que es conocida como El Algarrobo. La relación entre
ambos se ha fortalecido al extremo que ya no pueden ser catalogadas como del
tipo empleado-empleador, sino de verdaderos amigos. Luego de la jubilación de
Don Quime ese vínculo no ha desaparecido, incluso acompaña a don Pabín en
algunos eventos festivos.[11]
9. “EN ESE TIEMPO YO NO TENÍA MIEDO”
Con la
frase que encabeza este apartado podríamos resumir el espíritu emprendedor de
un tableño con visión empresarial y una extraordinaria capacidad de trabajo. Don
Pabín se forjó poco a poco y en ese trajín del diario vivir aprendió los
oficios comerciales desde la temprana infancia. Como hemos visto, inició su
proyecto comercial desde las tierras de Bajo Corral y desde allí fue ampliando
su área de influencia hasta establecer la empresa que le ha dado renombre,
“Joyería El Grano de Oro”, y que tiene
como sede la Ciudad de Las Tablas
Lo
suyo ha sido siempre atreverse a hacer cosas, tener el coraje para avizorar y
acometer proyectos que para otros podrían ser quimeras, utopías y que él ha
emprendido con la fe puesta en sus capacidades. En este sentido ha sido muy
santeño, muy dado a creer y empujar la ética del trabajo, al estimar que la
laboriosidad es el camino de la superación y del engrandecimiento familiar.
Este estilo de vida explica las diversas facetas de su vida: comerciante,
joyero, ganadero, empresario de fiestas y colonizador de tierras al este de la
Ciudad de Panamá.
En
estos tiempos, cuando la región y el
país necesitan la existencia de panameños que fortalezcan y crean en un
verdadero proyecto de nación, la figura del tableño adquiere hondo significado.
Don Pabín es un ejemplo de esos istmeños que les correspondió vivir una época
difícil, cuando apenas los beneficios de la civilización se hacían presentes en
las tierras del Canajagua y el Tijeras. También hay que añadir, para ser
justos, que el apoyo de su señora esposa, Carmen Alicia Herrera de Epifanio, se
constituyó en importante puntal para el logro de sus objetivos y el éxito
empresarial.
La
biografía de vida del santeño también viene a ser un vivo ejemplo de la
contribución que las minorías étnicas han aportado a la zona. En este caso, su
propia vida es un testimonio de la incidencia de los italianos por tierras de
Belisario Porras Barahona y Ofelia Hooper Polo.[12]
Demuestra que la sana convivencia con extranjeros, y sus nexos matrimoniales con
ciudadanos del área, también es una vía que permite fortalecer la visión de
nuestros coterráneos en términos de alimentar nuevos proyectos de desarrollo.
Por
las razones anteriormente expuestas, nos congratulamos en dejar plasmada en
estas páginas la historia de vida de un emprendedor ítalo-santeño, ejemplo
fehaciente de que el santeñismo es algo más que la sede ístmica de lo
vernáculo, también implica el reconocimiento de una ética del trabajo como vía
para la superación ciudadana y el engrandecimiento nacional.
[1] El papel de las minorías étnicas en el Istmo
puede leerse en: Gólcher, Ileana. ESTE PAÍS, UN CANAL ENCUENTRO DE CULTURAS.
Panamá: CEASPA/NACIONES UNIDAS, 1999,
209 págs. En especial consultar el artículo de Cuestas, Carlos. “Presencia y
contribuciones de los italianos en el Istmo de Panamá”. Págs. 179 – 189.
[2] Con Don Pablo Epifanio
se realizaron dos entrevistas. La primera el 27 de agosto de 2009 y, la
segunda, el 5 de enero de 2010. En ambas también contribuyó su esposa, Doña
Carmen Alicia Herrera. El autor también agradece a la educadora Alicia Vergara
Medina su desinteresado apoyo en la realización de la investigación.
[3] Importa dejar consignado
que la Sra. Sánchez tuvo una hija previa al matrimonio con Don Nicolás, se
trata de Hildelicia, mejor conocida como Hilda Alicia Sánchez.
[4] Una primera
aproximación sobre la historia de la familia Contini – Epifanio puede leerse
en: Herrera, Eros A. ORIGEN DE LA FAMILIA CONTINI – EPIFANIO EN EL
CORREGIMIENTO DE SANTO DOMINGO DE LAS TABLAS. Mimeo, s/f, 3 páginas. Según el
autor el arribo de la indicada familia se produce aproximadamente en el año 1912.
[5] En la peonada campesina
santeña, en lo atinente al suministro de alimentos, se distinguían dos tipos de peones. Aquellos que acudían al
trabajo llevando ellos mismos su bastimento
y, los otros, que lo recibían de sus patrones. Estos últimos eran los
llamados “peones hembra”.
[6] Mayores detalles sobre el rol de las
avionetas en: Sarasqueta Oller. DE LA CARRRETA A LA AVIONETA (Historia de la
aviación interiorana. Una épica panameña). Panamá: Copicentro S.A., 2014, 246
págs.
[7] Sobre Doña Ismenia Cárdenas, la suegra
de Don Pabín, el tableño comenta el profundo agradecimiento que tiene para con
ella por haber asumido la crianza de los hijos que tuvo en otro matrimonio y
que habían quedado huérfanos luego del fallecimiento de la madre. Afirma que la
atención fue como si ellos hubieran sido sus verdaderos nietos.
[8] El trabajo en estas
propiedades no fue fácil ya que algunas, como la que adquirió a orillas del Río
Mamoní, estaban localizadas entre seis y ocho horas viajando en bote por el
curso fluvial.
[9] La
presencia de Don Pabín en el área este de la Provincia de Panamá, concretamente
en Pacora, con el tiempo también le permitió diversificar sus inversiones. Me
refiero a su papel como empresario de fiestas al construir la famosa sala de
baile “Flor del Canajagua”, que aún cumple su rol por aquellas latitudes.
[10] Son muchos los aportes
y distinciones de este ítalo-santeño, un listado de ellas puede ser apreciado
en el Anexo # 2 de este trabajo.
[11] La lista de amigos de nuestro
biografiado es extensa. Pero sólo para citar algunos señalaremos a Cornelia De
León, su esposo Jorge Ríos y su hijo Bienvenido Ríos De León; Adelina Vergara
(oriunda de Santo Domingo); Carmen Medina y Marciana Domínguez; el Dr. Abelardo
De Gracia y Doña Mariquiña de De Gracia; Beatriz y Pedro González (De la
Concepción de Pocrí) y Meña y Quime Soriano (De Paritilla).
[12] Sobre la vida del
santeño y la herrerana pueden leerse: Pinzón Rodríguez, Milcíades. “Ofelia
Hooper Polo”; en ÁGORA Y TOTUMA . Año 2, # 48, 21/XII/1993. Además, “Belisario Porras Barahona”; en ÁGORA Y
TOTUMA, Año 9, # 149, 15/IX/2000.
Mi muy apreciado profesor Pinzón:
ResponderEliminarHe leído con detenimiento, la biografía de Don PABIN Epifanio, llena de ese fervor que nos caracteriza a los santeños como el, como Ud. y como quien le escribe. Sentí alegría, satisfacción emoción y mucho orgullo al leer su escrito (biografía) de este GRAN santeño(con mayúscula).
Solo me atrevo agregar a tan excelente escrito,
resaltar su DON de Gente y esa parte humana que caracteriza a este ser tan servicial y buen amigo. Recuerdo la forma en que trataba con mi padre un campesino ticeño, con quien se trataba de igual a igual, porque para PABIN todos los campesinos eramos sus amigos, sus hermanos y los ayudaba desde diferentes ángulos.
Ojalá nuestro Señor, lo premie en su vejez con abundante calidad de vida que tanto merece.
Cordial saludo;
Bolívar González
Mi muy apreciado profesor Pinzón:
ResponderEliminarHe leído con detenimiento, la biografía de Don PABIN Epifanio, llena de ese fervor que nos caracteriza a los santeños como el, como Ud. y como quien le escribe. Sentí alegría, satisfacción emoción y mucho orgullo al leer su escrito (biografía) de este GRAN santeño(con mayúscula).
Solo me atrevo agregar a tan excelente escrito,
resaltar su DON de Gente y esa parte humana que caracteriza a este ser tan servicial y buen amigo. Recuerdo la forma en que trataba con mi padre un campesino ticeño, con quien se trataba de igual a igual, porque para PABIN todos los campesinos eramos sus amigos, sus hermanos y los ayudaba desde diferentes ángulos.
Ojalá nuestro Señor, lo premie en su vejez con abundante calidad de vida que tanto merece.
Cordial saludo;
Bolívar González
Me encanta su pluma, y disfrute el contenido de todo el escrito.
ResponderEliminarNuestra admiración y respeto a Don Pabin.
Excelente datos.
ResponderEliminarEl Señor le de descanso eterno, condolencia y fortaleza para toda la flia.
ResponderEliminarsolo me resta decirle que lo felicito por tan importnte aporte al cual.no conocía de estas familias desde sus orígenes hasta los momentos actuales me agrado porque vemos los ingentes esfuerzos de lo que significa el trabajo las visicitudes que el hombre honrado atraviesa y hoy vemos estos resultados me quito rel sombrero
ResponderEliminarsaludos
profesor
Milciades