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14 julio 2013

LA CIUDAD DE LAS TABLAS VISTA POR EL DR. DEME­TRIO PORRAS JUÁREZ


Calle Bolívar de la Ciudad de Las Tablas.
En el año 1997 el Dr. Demetrio Porras Juárez, destacado tableño nacido el 3 de octubre de 1897, cumplió cien años de existencia. Fallecido en el año 1972, Porras era un hombre de profundas ejecutorias en su vida pública  y supo, como su padre, plasmar para la posteridad un bello retrato de lo que era su pueblo natal. Así lo dejó consignado en su libro Veinte años de luchas y experiencias, que imprimiera la editorial Americalee en Buenos Aires el 20 de mayo de 1947. A propósito, el texto cumple medio siglo de su publicación.
El Dr. Porras Juárez había partido de Panamá en el año 1918 y arribaba a su pueblo natal en el año 1926, luego de una ausencia de ocho años. Venía algo decepcionado luego de la "zancadilla política" que le había propinado el Presiden­te Chiari, en alianza con su coterráneo López. A Porras Juárez se le despojó de la curul a la que tenía derecho como primer suplente a diputado del Dr. Carlos L. López, quien había sido designado como Ministro de Gobierno y Justicia. Esa curul se la asignaron a Jacinto López, hijo del último. De ello se duele Porras cuando dice en el texto que él era un "pobre zancadillado".
Pues bien, dejemos a un lado el proceloso mundo político panameño y veamos las pinceladas literarias del hijo del Dr. Belisario Porras y Catalina Juárez Chacón quien describe para nosotros cómo era la ciudad de Las Tablas y los sitios aledaños a ella en el año 1926. 

" Yo llegué a Panamá en agosto del 26, y en octubre fui a ver a mi madre al pueblito natal. Mi sorpresa fué enorme cuando al acercarme al muelle de Chitré, en donde tomaría un carro que me llevaría por una bella carretera a Las Tablas, divisé como a cincuenta personas esperándome y entre ellas estaba mi dulce madrecita, con su cabellera ya gris y su mirada triste. Allí estaban también, mi hermana Juanita y el viejo admirable amigo Don Píndaro Brandao, José Urrutia, Francisco Ezequiel Villarreal, el amigo predilecto de la niñez, y Alemán, Montenegro, Leonidas Pérez, Miguel Poveda, los Céspedes y los Espinos y los Bravos. De Chitré pasamos a Los Santos donde saludé al General Quinzada pasando por Guararé donde me saludaron muchos amigos en casa de Efrain Pérez Angulo. Todo me parecía distinto. ¡ Cómo habían progresado esos pueblos !... Parecía increíble. Una mano mágica los había sacado del sopor en que vivían y esa mano había sido la de mi padre. De Guararé, por una bella carretera de asfalto que serpenteaba por llanas y arboledas, nos acercamos a Las Tablas. La emoción más intensa me embargaba. Me acercaba a mi pueblo, en donde ví por primera ves la luz del día, en donde se meció mi cuna y donde corrió mi infancia. Aquel panorama que ni el tiempo ni la distancia había logrado borrar de mi memoria, se presentó de golpe en un recodo del camino. Un gran llano verde en declive suave de rampla, y en el centro, el pueblito de casas blancas y techos rojizos recostado en el fondo del valle y cubierto casi por la diadema de altas y bellas palmeras. Detrás, como haciéndole un decoro de teatro, una serie de colinas verdes y, entre ellas, distinguía el "Cerro Liso", donde jugaba de niño con mis amigos deslizándonos en cueros de res por su pendiente. Detrás de estas colinas, más altas que ellas, una sierra de verde más oscuro. Allí veían entre esa serranía, el cerro de "Las Cabras", puntiagu­do, con su penacho de árboles en la cúspide. Más lejos y detrás de esta sierra que en un semicírculo circunda el pueblo, hay unas altas montañas azules, muy azules: es la cordille­ra de Azuero que corre paralela a la costa, se desgaja desde la cordillera de los Andes y se pierde a lo lejos hacia el Sur, con el "Tebujo" como último fanal; y por encima de todos esos picachos y altas montañas, erguíase soberbio, majestuoso, muy alto, con su cima entre las nubes blancas que lo acarician, el "Cerro Canaja­gua". A su vista mi corazón palpitó ligero. ¡ Qué maravilla ! Es un inmenso y espléndi­do anfiteatro que ni griegos ni romanos podrían imitar, y las tribunas, las altas montañas que van descendiendo en galerías maravillosas de colorido y de simetría hasta llegar al llano en donde descansa con descuido oriental el pueblecito de Las Tablas. Aun lado del pueblo serpentea la quebrada "La Ermita", bordeada de frondosos higuerones y espavees, de altos robles, de carates, guarumos, caobas, guayacanes, etc., y allí, debajo de los árboles están los "Charcos", donde me bañaba de niño, el "Carati­llo", "Las Delicias", "El Charco de las Moras", "El rasca­dor", etc...Llegamos a la entrada del pueblo y mi sorpresa fué enorme, mi emoción sin límites. Oí unos cañonazos y vi miles de hombres y mujeres que corrían hacia el auto en que yo viajaba. ¿ Qué pasa -pregunté a José Urrutia- y qué hace tanta gente en el llano, es alguna fiesta ?. Y la sorpresa fue mayor cuando me contestó este noble amigo: - No, ellos vienen a recibirte, el pueblo está de fiesta por tu llegada", y me vi bajado del carro en brazos y cargado como cargan a los santos y a los héroes, y yo no era sino un pobre "Zancadillado", y entre músicas, gritos de vivas, cohetes y disparos de cañón, recorría las calles del pueblo. Todas ellas me eran conocidas, cada casa tenía para mí un recuerdo, y de las casas salían caras familiares que me saludaban, me aclamaban y me abraza­ban. Discurso en el atrio de la vieja iglesia y en el quiosco del "Parque Porras". Frente a mi casa y dentro de ella lo que menos sentía es que me hubiesen arrebatado la curul, yo tenía una curul dentro del corazón del pueblo y esto era bastante para un hombre que comenzaba sus luchas abanderando, como yo, un ideal de justicia y de libertad".

                                                                       *** * ***
Nota: Recomendamos la lectura de los siguientes libros del Dr. Demetrio Augusto Porras Juárez:
Porras Juárez, Demetrio Augusto.
  1947  VEINTE AÑOS DE LUCHAS Y EXPERIENCIAS. Argentina: America­le, 314 págs.
  1947  PRINCIPIOS DE SOCIOLOGIA. Argentina: Americalee, 183 págs.
  1969  PROBLEMAS VITALES PANAMEÑOS. Panamá: Departamento de Bellas  Artes del             Ministerio de Educación, 127 págs.
  1963  HACIA EL INFINITO. La soledad de Demetrio. Panamá: Editorial n/e, 113 págs.

 

09 julio 2013

DE PEDRO GOITÍA MELÉNDEZ A BELISARIO PORRAS BARAHONA

Don Pedro Goitía Meléndez
Don Belisario Porras Barahona 
La cuestión ideológica en Herrera y Los Santos aún espera mejores tiempos para su análisis. Lo más común es escuchar la socorrida expresión del conservadurismo regional, como si lo nuestro sólo hubiera sido un asunto de curas, tierras y vacas. Cierto que no hay poco de ello, pero es conveniente superar este reduccionismo analítico con el que se pretende etiquetar a esta importante porción de la sociedad istmeña.
Sabemos que se trata de una región hasta hace poco signada por la ruralidad (sin que ello implique algún grado de descalificación) y que por tanto no podemos esperar numerosas cogitaciones sobre el estudio de las ideas, así como un interés marcado por las ideologías reinantes.[1] Tanto más, si pretendemos referirnos al período que comprende desde mediados de la centuria decimonónica hasta las primeras décadas del  siglo XX.
Empecemos esta breve incursión afirmando que en ese espacio de tiempo sobresalen por su trayectoria de vida las figuras de dos azuerenses luminosos: Don Pedro Goitía Meléndez (2/VIII/1826) y Don Belisario Porras (28/XI/1856).[2]
a. Pedro Goitía Meléndez
En este caso estamos ante un personaje que inaugura en la zona una preocupación que trasciende lo comarcal, porque lo suyo no se circunscribe al liderazgo que asume en las sublevaciones campesinas del año 1856; suceso que ha sido erróneamente etiquetado como un guerra entre familias: los Guardia y los Goitía, siendo los primeros de corte conservador y, los segundos, liberales.[3]
A Don Pedro nadie puede regatearle el haberse convertido en adalid del hombre del campo, aunque su aporte sea más trascendente, ya que podemos considerarle como el Padre del Liberalismo en esta parte del país. En efecto, antes que él no encontramos un personaje regional que pretendiera introducir con tal ímpeto la ideología liberal, y mucho menos que llevara a la praxis social esa visión de mundo, pagando su osadía con incomprensiones y hasta ostracismos políticos y sociales.
El pariteño asumió un alto costo por defender sus ideas, incluso el de ser expulsado a Cartagena de Indias por su accionar como hombre público y tribuno popular. Además, participó en contiendas bélicas; ejecutorias militares por las que fue ascendido al grado de General del Estado Soberano de Panamá, en la misma época (1868), cuando también es promovido a ese rango Don Buenaventura Correoso, otra de las glorias nacionales del liberalismo criollo.[4]  Precisamente en ese mismo año Goitía es herido en combate, quedando tullido.
En su vida mantuvo vínculos con liberales probados, como fue ese otro general que recorriera tierras azuerenses, me refiero a Gabriel Neira. Es más, Goitía estuvo ligado por lazos de consanguinidad con el hombre que introdujo la imprenta en Panamá, Don José María Goitía, quien era su progenitor.
Pedro Goitía Meléndez fallece en la Ciudad de Santiago de Veraguas el 3 de octubre de 1898.[5] A su hoja de vida habría que añadir que fue diputado por Azuero, así como Presidente del Estado Soberano de Panamá (1863), siendo a su vez diputado por el Departamento de Veraguas.
b. Belisario Porras Barahona
Llama la atención que en el mismo año cuando Goitía lidera los movimientos campesinos azuerenses (1856) nace en la Ciudad de Las Tablas el hombre que en la práctica será su heredero político, el Dr. Belisario Porras Barahona. Qué duda cabe que sobre Porras Barahona existe una mayor literatura, que no es el caso de Goitía Meléndez u otros panameños ilustres, como el ya nombrado Buenaventura Correoso, o el referido Gabriel Neira; el último de los cuales dejará simiente en la tierra de Bibiana Pérez.
El espacio de tiempo de la vida política de Porras se extiende desde su adolescencia (años sesenta y setenta del Siglo XIX) y su estancia en Bogotá, en donde se doctora en derecho y ciencias políticas, hasta las primeras tres décadas del Siglo XX panameño. Aparte de ser el primer investigador en el estudio de la orejanidad, extraordinario alegado en defensa de la identidad campesina, lo que importa subrayar es el abanderamiento del liberalismo en la zona.
Porras mantiene una numerosa base  de apoyo en la península, proceso no exento de un caciquismo pueblerino que extiende sus tentáculos mediante los respectivos gamonales de aldea. En eso se parece al liderazgo de Pedro Goitía, quien logra canales de expresión por iguales mecanismos de manipulación popular.[6] Admitamos que no podía ser de otra manera en una península que para la época mantenía niveles de analfabetismo apabullantes y poseía una cultura política poco menos que incipiente.
c. El legado de Goitía-Porras
Este punto es importante porque el estilo de hacer política de Goitía-Porras se proyecta durante todo el Siglo XX azuerenses y aún sobrevive una vez iniciada la vigésima primera centuria. Las carismáticas personalidades de ambos se convierten en un patrón político regional, que mal emulado por otros, ha hecho del liberalismo posterior un desecho ideológico, un pretexto para abanderar partidos carentes de un liberalismo que, aún con sus imperfecciones, en su momento desempeñó un importante papel en las ideas progresistas del siglo XIX y primeras décadas del pasado siglo.
Creo que la cuestión política regional no puede ser entendida al margen del trabajo realizado por estos personajes que supieron asumir una teoría, pero también una praxis política. Ambos son de extracción campesina y radicados en pueblos que apenas si podían mostrar, para la época en las que le tocó vivir, algunas muestras de diseño urbano.
En cambio, su accionar político demuestra que para aquellas calendas no podemos mirar a la región como una zona alejada del Panamá transistista. Los vínculos políticos de ellos así parece demostrarlo,  al lograr integrarse con la clase política nacional y ser no sólo parte constitutiva de ella, sino elemento protagónico de ese factor de poder.
Desde aquellas calendas el liberalismo de Goitía-Porras va a colocar sobre el tapete un tema de lo más trascendente. Me refiero a las alianzas entre el pequeño campesino propietario azuerense y la base social del arrabal santanero de la Ciudad de Panamá.[7] Esa mancuerna le dará sus frutos a Don Buenaventura Correoso y por medio de él a Pedro Goitía Meléndez, así como a su heredero político, el Dr. Belisario Porras Barahona.
La diferencia de edad entre el pariteño y el tableño es de tres décadas, treinta años para ser más preciso, falleciendo el líder campesino un año antes que se inicie la Guerra de Los Mil Díaz, en la que Porras desempeñará un importante papel histórico. Debo afirmar que lo de ellos es un liberalismo revolucionario, heredero de las guerras de independencia y de las consecuencias de las ideas libertarias de la Revolución Francesa.
Tanto en Porras como en Goitía late una complicidad de clase campesina, aunque ellos pertenezcan a lo que podríamos llamar una embrionaria clase media, mucho más instruida que el promedio de sus paisanos; orejanos que para aquella época ni sueñan con escribir ensayos, como ya los realizan nuestros personajes en la segunda mitad del Siglo XIX. Y conste que el liberalismo de ellos expresa una lucha desigual, osada, que enfrenta el peso ideológico de  más de trescientos años de historia regional; conflicto político-social que hace frente al conservadurismo de la zona, vale decir, al control de la tierra, el sometimiento campesino y a una Iglesia Católica que para aquella época está más pendiente de los bienes terrenales que de la promesa celestial.
d. Colofón
Me luce que después de ellos el liberalismo santeño y herrerano se anquilosa, adquiere ribetes conservadores y sólo asume como propio los rasgos mesiánicos, aunque sin esa chispa ideológica que reta a las estructuras dominantes. En eso se parece a lo que acontece en el resto del país, en donde la causa liberal termina por abanderar sus expresiones económicas, dejando en el abandono a  aquellos postulados que subyacen detrás del 10 y 21 de noviembre de 1821, olvidando La Miscelánea del Istmo o la fortaleza intelectual de Don Justo Arosemena Quesada (1817-1896). Y lo que es más importante, convirtiendo al campesinado azuerense del Siglo XX en un apéndice de sus intereses económicos y políticos, desligándose de la herencia política de Goitía-Porras, forjando la cultura político-partidista de la alienación y enterrando los resortes ideológicos que fueron el norte de estos dos caudillos azuerenses.
……mpr…


[1] Sobre esta temática hemos realizado algunos avances. Ver: Pinzón Rodríguez, Milcíades. Humanismo y ciencias sociales en Azuero. Villa de Los Santos: Mimeo, 2009, 6 págs.
[2] Pinzón Rodríguez, Milcíades. Belisario Porras Barahona; en Ágora y Totuma # 149, Año 9, 15/IX/2000
[3] Confrontar: Muñoz Pinzón, Armando. Un estudio de Historia Social Panameña (Las sublevaciones campesinas de Azuero en 1856). Panamá: Editorial Universitaria, 1980, 270 págs. Además ver: Pinzón Rodríguez, Milcíades “Conservadores, campesinos y liberales en Panamá”; en Revista Panameña de Sociología # 3, Panamá: Imprenta Universitaria, 1987, págs. 27 a 42.
[4] Algunos datos sobre esta temática pueden leerse en: Vargas Velarde, Oscar. “Joaquín Velarde Bustamante: Mitos, realidad y tradición militar”; en Revista Cultural Lotería # 502. Panamá: Editora Sibauste S.A., 2012,  mayo – junio, págs., 31 a 74.  
[5] El testamento de Don Pedro puede leerse consultando a Arjona Osorio, Alberto. Orígenes históricos del pueblo de Santo Domingo de Guzmán de Parita. Panamá: Imprenta del Tribunal Electoral, 2010, págs. 188 a 189
[6] Como un dato curioso anotamos  que el hijo del Dr. Belisario Porras Barahona, a saber, el Dr. Demetrio Porras Juárez, nace el mismo día y mes en que fallece Pedro Goitía, aunque un año antes (3 de octubre de 1897). Ver el aporte de este otro tableño: “Demetrio Porras Juárez”; en Ágora y Totuma Año 7, #115, 30/IV/ 1998.   Nota: En 1933 Porras Juárez funda el Partido Socialista de Panamá.
[7] Porras, Hernán. Papel histórico de los grupos humanos de Panamá. Panamá: Impresora Panamá, 1973.