Necesito que cantes junto al rumor de las aguas del río, paisano. Es urgente hacerlo, con el amor con que besan las olas las riberas peninsulares, mientras se quedan quietas, como amante esperando al amado que tarda en llegar. Con la misma congoja hecha canción de Los Sentimientos del Alma y XV Festival en Guararé. Con la fuerza del Adiós a Las Tablas, o con el embrujo religioso de Santa Librada y el zapateo de los manitos ocueños.
¡Canta,
paisano, canta!
No olvides a Pedro, el Goytía
pariteño; a Manuel, el guarareño universal, ni a la Rufina mítica, la que se
hizo poesía en la pluma de Zoraida, adolorida y feminista, como Ofelia, Elida o
Bibiana. Sí, tienes que mirar hacia atrás, para poder ver lo que viviste y queda
por hacer.
Allí tienes a la orejana estoica,
la que parió a Belisario, compañera del hogar construido con abrojos, el dulce
olor del maíz en la tarde que agoniza, porque los cambios no esperan y la changa
ya no huele a maíz tierno, sino a jorones de otros lares.
¡Canta, paisano, canta!
No enmudezcas, porque el silencio
es complicidad disimulada y los tuyos nunca construyeron cuevas para vampiros
temerosos de la luz. Lo tuyo es la voz en alto, la mirada al frente, el
sombrero a la pedrada, la pollera al viento y la cantalante en la tuna;
prendidas las velas, mientras la caja y el tambor resuenan en las oquedades de
tu corazón.
Tienes por qué luchar. Mira la
casa de quincha, el pueblo como damero, la campana en la torre y la veleta
jugando con el viento. Huele a incienso en el templo y el agua sacra moja la
crisma en el santuario que contiene la genealogía de los tuyos, en los viejos
pergaminos en los que el cura trazó con la pluma de ganso el momento sacro de
tus natales.
¡Canta, paisano, canta!
Canta y baila, pero no abuses. La
saturación de fiestas puede convertirte en ser superficial y hedonista. Eres el
cuenco del ayer, de la cultura que duele porque deja de serlo. Ábrete al mundo
sin dejar de ser lo que fuiste y eres. No olvides que el que emula, estancado
en la superficialidad de lo transitorio, termina nadando en el mar contaminado
de excrecencias. Nunca nadie avanzó copiando a otro, sino forjando su
personalidad, individual y colectiva
Tienes mucho para sentirte orgulloso,
sano y sin falsas vanaglorias. Mira, los íconos abundan: Porras, Zárate, el
Canajagua, Ofelia, Rufina, el Grito Santeño, la gastronomía aromática con su
fonda, el Corpus Christi, vestidos y cantos, la casa de quincha y el machete
curvo que un día forjó el herrero. Sabes a miel, guarapo, changa, café
humeante, chicharrón, chicha de guate y concolón del fogón de la abuela.
¡Canta, paisano, canta!
Nada te hará tan libre como la
semilla de la Juana Vernaza, la Modelo Presidente Porras y la Tomás Herrera. Lo
que tenemos de redención ha venido por allí, por la ruta del Manuel María
Tejada Roca y el José Daniel Crespo, el INA y el IAM, Rafael Moreno y Francisco
Castillero Carrión, la cátedra universitaria y la sapiencia acumulada de los
que nunca tuvieron escuela, pero heredaron la visión de la cultura occidental.
A veces me preocupas. Te veo
enredado entre los avatares de la era moderna, dando tumbos por aquí y por allá.
Asume tu proyecto de vida, individual y colectiva, porque el modelo no está
afuera -no es exógeno-, asoma en la palma enhiesta, el regocijo taurino, la
plaza que se hizo parque, la décima y la mejorana, el violín y el acordeón.
¡Canta, paisano, canta!
Ábrete al mundo y cuida lo tuyo,
lo que heredaste. Siembra y cosecha, pero preserva el monte, los ríos y la
fauna. No dejes que la cascocha, el azulejo y la prechiamarilla se conviertan
en especies exóticas. El venado y la iguana, la ardilla y el conejo, el jaguar
y el zorro sabanero son parte de tu vida, como el ganado vacuno y el caballo
que relincha en el potrero. Con ellos has hecho la vida y a ellos también se la
debes. Moras en la misma casa, son tu familia.
Fija el rumbo paisano, eres
diamante aún sin pulir, conviértete en joyero de ti mismo. Un proyecto de vida
es lo que necesitas, levantarte con él en la testa, para que otros no hagan de
nosotros un calco alienante.
Ama tu tierra y defiéndala,
recorre el mundo, pero regresa al nido, porque allí están las querencias, el
mango maduro, el café caliente, el buñuelo, la tortilla y el queso blanco, los
frijoles y el arroz, así como la casa de quincha que grita su soledad.
¡Canta, paisano, canta!
Esta es tu canción y esta es tu
tonada, el alegre carnaval de tu cultura e historia. No eres nada sin él
-canta, paisano, canta-, no dejes de cantar.
…….mpr...
22/mayo/2022
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