Debo
decir que en múltiples ocasiones arribó a mi casa de la Villa de Los Santos la figura poceña de Jesús Plinio Cogley
Quintero. Entonces charlábamos sobre diversos tópicos, pero invariablemente abordábamos
la cuestión cultural del área y algunos otros temas de interés nacional. En
otros momentos acudí a su residencia para disfrutar de la brisa fresca de Los
Pozos, experimentar allí el calor humano y sentir la hospitalidad de esa
comunidad herrerana, joya enclavado sobre el lomo de los cerros.
Así
nació una amistad que terminó siendo el producto de compartir proyectos
comunes. Una de tales iniciativas fue el Círculo
de Escritores de Azuero (CEA), organización surgida a finales del Siglo XX
y de la que el herrerano fue miembro fundador. Después supe que Don Plinio había
sido Representante de Corregimiento y desempeñada algunos otros cargos dentro
del engranaje gubernamental.
Nacido
en el año 1940, podría decirse de él que tenía una formación esmerada, ya que
había egresado de la Universidad de Panamá con el título de Licenciado en Humanidades
con Especialización en Geografía e Historia. Aunque en honor a la verdad, su
cultura fue más el producto de las lecturas que se auto asignaba, que de los
contenidos programáticas que ronronean por los claustros universitarios. En
efecto, el amigo poceño era un intelectual que poseía la más completa biblioteca de la zona, con
ejemplares sobre diversas áreas del saber humano.
Y
este es el punto al que quiero llegar, porque Cogley Quintero era un hombre
poco común por estas tierras nuestras, tan plagadas de folclor adulterado y de
eventos festivos a tutiplén. Fue el autor de gruesos libros que hablan de su
verdadera vocación, la de escritor orejano interesado por temas que iban más
allá de Divisa, puerta de entrada a nuestra península de emigrantes. Así
publicó: EL DINÁMICO E INGENIOSO FELIPE JUAN BUNAU-VARILLA Y EL CANAL POR
PANAMÁ (1990, 392 págs.), EL NUEVO ORDEN MUNDIAL (ECONÓMICO-ECOLÓGICO-MILITAR-POLÍTICO
(1992, 357 págs.), EL DUO TENEBROSO (PÉREZ-BALLADARES Y CHAPMAN Y SUS MAKABRAS AVENTURAS
FINANCIERAS (1999, 175 págs.); texto, el último, que mereció varias ediciones.
Finalmente, editó TORRES GEMELAS, ¿QUIÉN ORDENÓ DERRUMBARLAS? (2008, 288
págs.). Además, como admirador de la música del Bárbaro del Ritmo, a éste le
tributó un homenaje con su libro ASÍ ERA BENY MORÉ (2001, 101 págs.)
No
pretendo ser retórico ni falaz al decir que Jesús Plinio Cogley Quintero fue un
azuerense valioso para las letras regionales y nacionales. Porque hay que
reconocerle su tesón al atreverse a enfrentar temas de orden nacional y
mundial; escribiendo desde la comunidad poceña, alejado de las grandes
bibliotecas y de los centros del poder económico y político. Así lo afirmo,
porque mientras otros nos empeñamos en investigar sobre nuestra inmediatez
geográfica, Cogley Quintero lo hizo sobre los tópicos que arriba he plasmado.
Lo
que nunca se le podrá regatear a “Piño” (cariñoso apodo de sus amigos) es que
éste profesaba un gran amor a su tierra, idolatría que le llevó a auscultar más allá del Tijeras y
el Canajagua, de cuya cultura fue cimiente y por la que sentía un profundo
orgullo de hombre de campo. Por eso el istmeño al que nos referíamos era un
hombre que al par que se solazaba con clásicos universales, acudía a las
cantaderas y disfrutaba nuestra música de acordeones. Todo ello sin pose de
sabihondo y transitando por los caminos de su pueblo como un parroquiano más.
Plinio
nos legó, además de sus textos, una vida que hace honor al paradigma que debe
ser la norma del santeño y herrerano del Siglo XXI, la certeza vivencial de que
nuestra orejanidad no tiene que reñir con el pensamiento universal. Y, en
verdad, en esto medito mientras pergeño
esta cuartilla en recuerdo de Jesús Plinio Cogley Quintero: el campesino, el
intelectual y el hombre de Los Pozos de Herrera.
© …..mpr…
* Mensaje en nombre y en representación del Círculo de Escritores de Azuero. Panteón de Los Pozos, Provincia de Herrera, el 26 de enero de 2012.
Son los talentos de los que no tenemos nada de envidiar de los de otros lares
ResponderEliminarGracias a Jesús Plinio Cogley, despertó en mi una gran pasión por la lectura y sus enseñanzas viven conmigo por siempre
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