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23 enero 2012

EL TRANSPORTE Y LAS COMUNICACIONES




¿Cómo se trasladaban de un lugar a otro los antiguos habitan­tes de Herrera y Los Santos y cómo se han comuni­cado a través del tiempo?. Este es un interrogante al que en un espacio tan reducido sólo podemos responder enfatizando algunos aspectos.
Lo primero que debemos indicar es que al arribar los españo­les a la región era escaso el nivel de desarrollo del trans­porte, y en general de los medios de comunica­ción que poseían los indígenas. Por ejemplo, si hemos de creer a las Crónicas y Relacio­nes de los viajes que nos dejaron los españoles, los tibas o caciques eran traslada­dos de un lugar a otro en hamacas; utilizando para ello una docena de indios robustos que siempre estaban disponi­bles para trasladar al cacique. La hamaca pendía de un palo largo, colocado uno a cada extremo de tan original medio de transporte. Así lo señala la siempre recordada Dra. Reina Torres de Arauz en Natá Prehispánico.
En esas mismas crónicas de la conquista, existen algunas referencias a las canoas, "que son los navíos de los indios", de acuerdo a la expresión de los hispánicos. De modo que podemos convencernos que por aquellas calendas el trans­porte estaba supeditado al uso de la fuerza humana y a las limitadas facilidades fluviales de la zona.
Los medios de comunicación entre los poblados aborígenes no iban más allá del uso de mensajeros que tenían la responsabi­lidad de la fiel reproduc­ción del recado. El medio de locomo­ción dependía del propio hombre, porque hay que recordar que el caballo no fue introduci­do en nuestra región peninsular hasta el siglo XVI, concreta­mente en el año 1516. Demás está decir que la llama, la vicuña y la alpaca eran impro­pias de una región de sabana como la de Azuero.
En este mismo período se destaca el uso bélico de tambores y pífanos (flautas de tono agudo) con las cuales los indíge­nas trataban de infundir temor al enemigo y cohesionar a su grupo. Esta alusión en la Relación de Gaspar de Espinosa es importante porque confirma que los aborígenes aprovecha­ban recursos naturales (caracoles gigantes, por ejemplo) con los que emitían sonidos que de acuerdo con su intensidad y modalidad, representaban códigos sonoros de comunicación. Al respecto, no deja de despertar nuestra curiosidad sólo el pensar en la modalidad de música que pudieron disfrutar nuestros remotos antepasados.
Sin duda en estas lejanas centurias el indígena también debió disponer de alguna red de comunicación terrestre. Me refiero a la existencia de rústicos caminos y veredas que sentaron la base para el intercambio comercial que con posterioridad instauraron los hispánicos; ya que desde tiempos anteriores a los españoles los indígenas de aquellos años habían hecho de la costa su hábitat predilecto. Desafortunadamente son escasas las referencias sobre este tema.
Hay que recodar que desde el siglo XVI el caballo fue el medio de transporte por excelencia. Ese período se extendió hasta mediados del siglo XX; lo que supune una hegemonía de los equinos por un período no menor de cuatrocientos años. En ese importante momento de nuestra historia, tanto el ganado caballar como vacuno, pasaron a tener un significado más trascendente que el de medio de transporte; las vacas y los caballos se constituye­ron en un símbolo de riqueza y prestigio. Generalmente la importancia de las personas se medía, no por los méritos propios, sino por el número de toretes y el tipo de caballos que se lucía en las fiestas taurinas.
Hacia el siglo XIX se inicia la revolución del transporte y las comunicaciones, hecho que tuvo su mayor énfasis en la vigésima centuria. El decimonono fue el siglo de los veleros, los coches tirados por caballos, el telégrafo y la carreta. Los barcos de cabotaje partían de puertos santeños como Búcaro, Mensabé y Guararé o de rías herreranas como la del Piñolarito. Producto de esa época aún resuenan en el oído los románticos nombres de barcos como: La Delia, El Fernando Oller, La Catalina, El Misterio, La Niña, El Canajagua y La Victoria.
Además de los caballos y los barcos, una mención especial ha de hacerse al recordar a la carreta como medio de transporte. Introducida probablemente en la década del ochenta del siglo pasado, ella resume en sí todo el esfuerzo de los hombres que sentaron las bases de la sociedad orejana. La carreta estuvo ligada a la época dorada de los alambiques y al traslado de mercancías de los puertos a las principales poblaciones de Herrera y Los Santos; así como del acarreo de los productos nativos que por la vía marítima llegaban a la zona  de tránsito.
A finales del siglo XIX y principios del XX l se hizo sentir el telégrafo; medio de comunicación que luego fue llevado a primer plano por la administra­ción Porras Barahona. En efecto, con el gobierno del Caudillo Tableño se produce toda una revolución copernicana en los medios de comunicación y transporte regionales; particular­mente con la construcción de carreteras, la principal de las cuales comunica a la región con la capital de la república y saca a la Península del aislamiento relativo que representaron los barcos. Para  el transporte marino el impacto de la vía terrestre fue tan devastador que los motoveleros desaparecieron en los años cuarenta.
Los años veinte también fueron importantes por la introducción de los automóvi­les, la llegada de los primeros aeroplanos y la puesta en circula­ción del periódi­co El Eco Herrerano. Los autos, aviones y la carretera no sólo dieron un golpe de muerte a los barcos, como ya hemos indicado, sino que represen­taron un banderillazo fatal para las carretas. A tal grado que a finales de los años cuarenta el rústico medio de transporte comienza a verse como objeto folklórico en festividades como la del Primer Centenario del Distrito de Chitré (1948) y la celebración del Festival de la Mejorana en Guararé (1949).
 Durante estos años la reverencia que se le tuvo a las carretas se trueca en adoración por los famosos autos "cola de pato" y las camionetas que comunicaban a los pueblos de Azuero con la Ciudad de Panamá. La música típica de acordeones ha sabido recoger esas vivencias en hermosas canciones ("...y la guarareña, ya se va y la chitreana, ya se va..."). Otra interesante faceta en este mundo del transporte, esta vez colectivo, son la conocidas "chivas gallineras", medio que dio paso a los "busitos" y que condujo a las modernas líneas de transporte de rutas, tanto a lo interno de la región como hacia otras zonas del país.
 El transporte aéreo tuvo su época de oro en los años cincuenta y sesenta cuando laboraron líneas aéreas como Transporte Aéreo Santeño (TAS), en la ruta Guararé-Tonosí. Previamente, en el año 1949, también inicia labores, entre Chitré y Panamá, la compañía de transporte aéreo conocida como "Chitreana de Aviación", que fundara Alonso Valderrama.
Medios de comunicación como la radio tuvieron sus antecedentes en los años veinte cuando municipios como el de Las Tablas establecen partidas para instalar antenas que facilitaran la recepción en nuestros poblados. Pero sin duda es en Chitré en donde se establece la primera emisora radial (Radio Provincias) y luego, en la capital santeña, la conocida Ondas del Canajagua.
 En el año 1960 la población se ve conmocionada por la llegada a la zona de los primeros televisores y la reparación de la carretera Divisa-Las Tablas. Un hecho relevante, una década después, lo representa la popularización del teléfono en las residencias, así como en los poblados más apartados.
Un paso trascendental de la época contemporánea lo constituye la incorporación de la región a la red mundial de INTERNET; hecho que se produce gracias a la iniciativa de la Universidad Tecnológica, la Universi­dad Santa María La Antigua y la Universidad de Panamá. Fotocopiadores, computadoras y facsímiles ya son de uso público.
La informática ha tocado a la puerta de la sociedad orejana y el Siglo XXI será testigo de una revolución del transporte y las comunicaciones cuya magnitud,  a inicio del mismo, apenas si podemos avizorar.  
……mpr…
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