Acudo a usted con el corazón contrito,
hoy día de la hispanidad y del encuentro de culturas. Le escribo desde esta
península tan suya y a la que amó con cariño verdadero, usted que era tan
chitreana, con esa cédula 7 que tenía y con la que hacíamos bromas, para ripostarme
siempre: “7 bajo protesta”
Mire que yo quería escribirle de una
manera más racional, pero algo interior me grita que ese no es el camino.
Podría argumentar que fue pionera de la educación superior regional, pero
siento que aquello no lo dice todo, porque en algún momento trabajé a su lado,
junto a Néstor González Tello y Luis Carlos Innis Cedeño, para poder
implementar la ley universitaria de 1981.
Un poco antes le había conocido en aquel
saloncito que en el Colegio José Daniel Crespo cumplía las veces de oficina
administrativa. Yo era entonces un muchacho lleno de sueños que aprendía a
caminar por los senderos de la península de Pedro Goytía Meléndez y Ofelia
Hooper Polo, Belisario Porras Barahona y la mítica Rufina Alfaro. Permanece en
mi memoria ese primer día de labores cuando usted tuvo la gentileza de
presentarme ante los diversos grupos a los que debía impartir lecciones.
Allí nació esta amistad y admiración, no
exenta, a veces, de enfoques que variaban en la forma, más no en el fondo. Le
confieso que siempre comprendí su proyecto universitario y viví, como otros, la
carga emocional que ello supone. He revisado mis archivos personales y usted
siempre aparece en la retina de la memoria, si me disculpa la metafórica
expresión.
La recuerdo en los chalecitos contiguos
al JDC en donde estuvimos por corto tiempo, antes que nos mudáramos al campus
universitario el 6 de julio de 1984. Esos terrenos pelones que su visión y el
trabajo colectivo convirtió en sitio lleno de árboles y flores, una especie de
edén ambiental en plena capital provincial de Herrera.
Yo no sería justo con usted si no le
menciono en esta misiva a Raquel, Diosa y Argelis, las fieles y eficientes
administrativas que le acompañaron en sus andares universitarios. Todo ello es
historia patria y bien que lo sabe. Sí, doña Paula, hasta esas intensas
jaquecas que ocasionalmente padecía en la oficina de la dirección. Allí, con la
luz apagada y la voz queda, conversábamos mientras superaba esos episodios
ocasionales.
Disculpe que le recuerde estos pasajes
que también son universitarios y que no aparecerán en los libros de texto, pero
que hablan del amor al trabajo y de una vida dedicada a la luz de la enseñanza.
También quiero que sepa que estoy aquí,
en el auditorio que antes fue el edificio de usos múltiples. Estamos rodeados
de su gente, de los que conocen de sus avatares y de otros, que más neófitos,
intuyen en sus mentes quién fue la mujer herrerana de la educación superior.
Ya escucho su voz diciéndome que no lo
diga, que usted no es la mujer que describo. Y me va a perdonar, pero intento ser
pregonero de la inteligencia regional, porque me gusta hacer justicia con los
orejanos que se lo merecen, a los que como usted, comprenden que la juventud de
nuestra zona necesita nuevos íconos, personajes a quienes admirar, gente de
carne y hueso que aman y creen en la utopía, que no se cansan de remar contra
las olas, porque saben que más adelante en la mar océano, hay un remanso de
paz.
Mire, déjeme decirle que muchas cosas
hablan de usted. El viejo estarcido en el que escribíamos El Orejano, lo
recuerda, el boletín informativo de antaño. Y el rumor de juventud en la biblioteca
y tantas otras estampas que se han quedado incrustadas en la secretaría y la
cafetería, los salones y la brisa que acaricia los eucaliptos y los mece como
en una hamaca invisible.
La universidad no son solo las notas, ni
la cátedra bien o mal llevada, en el fondo es un proyecto de redención, la luz
que disipa las sombras y la investigación que abre surcos y sabe sembrar en
terreno fértil. Pero nada es posible sin
el buen timonel, sin la personalidad adecuada para el momento apropiado; porque
en la universidad peninsular, que en entonces se iniciaba usted llenó ese vacío.
Con ese estilo tan suyo de nuclear a la gente en torno a un ideal.
Debo decirle que ahora estamos en una
encrucijada, en la bifurcación entre el ayer y los retos contemporáneos. Miro
hacia atrás y veo su universidad, la que se hizo de todas maneras y que
transpiraba humanidad, calor humano y deseos de capacitar. La que ha de venir
depende de las nuevas generaciones que ojalá estén a la altura de las
circunstancias.
La miro yerta y por mi mente pasan
muchos recuerdos de la educación superior que contribuyó a cimentar. Y en este
instante cuando redacto esta misiva, sé que debo terminar y despedirme de Mary,
como le llamaban los amigos más íntimos. Por eso me alegra que la hayamos
recibido en su casa, en este campus que alguna vez llevará su nombre y en donde
su presencia, la espiritual y verdadera, siempre se quedará. En este auditorio
que dio cobijo a sus Juntas de Centro y a eventos cargados de emotividad y
razón.
Comprenda que se quedará aquí, doña
Paula, en este campus en donde ha de volar por siempre la paloma chitreana de
nuestros campos, flor de muchos sueños y docente a quien dediqué, habrá treinta
años, aquella prosa poesía que llamé “Los robles están floreciendo”, como un
homenaje a sus ejecutorias de mujer proba y de docente visionaria.
Sé que en algún lugar ha de leer esta
carta y sonreirá para sus adentros y será feliz al comprender el sentimiento
que comparto con los docentes, los administrativos y los estudiantes. Reciba nuestro
abrazo y la certeza de que su proyecto universitario no morirá, porque las
cosas buenas, de gentes buenas, iluminan nuestra campiña con el amarillo
intenso del guayacán, la terquedad del río La Villa, los gorjeos de la
capisucia y el legado de sus acciones.
Me despido de Usted, Paula Antonia, con
la satisfacción de haber compartido un retazo de su vida y, como si fuera poco,
de ser testigo de la mujer que abandona su vestido terrenal para convertirse en
la inspiración y fuerza motriz de los que han de venir.
Hasta siempre, Paula.
…….mpr….
12/X/2023
Hermosa descriptiva si así se le llama a este escrito qué sale de las entrañas.... Felicidades Profesor Milciades
ResponderEliminarHa escrito una gran verdad.
ResponderEliminarPalabras sincera Prof Milciades
ResponderEliminarComparto su sentir. Hermoso retrato escrito.
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