Para mi tía Anita
El
escrito que ahora lees puedes considerarlo un primer acercamiento a la historia
de un determinado grupo de habitantes en la Provincia de Los Santos. Más
específicamente, a un tipo de familia que se establece en La Guaca, poblado
ubicado a la vera de la carretera que comunica a Guararé con la Ciudad de Las
Tablas. El aporte recoge la historia de una familia campesina cuyos orígenes
parecen hundir sus raíces en el período colonial de la República de Panamá. Lo
escribo no solamente porque considero pertinente rendir tributo al esfuerzo y
tesón de tales antepasados, sino porque estimo que las actuales generaciones
deben conocerlo para que al mirarse en tal narración sientan el orgullo de ser
descendientes de los Rodríguez y comprendan que la fuerza de un grupo humano
consiste no sólo en la unión entre sus miembros, sino en el saber de dónde
vienen, para comprender lo que son y, en consecuencia, lograr proyectarse en el presente y el futuro.
a. De cómo el autor aprendió a ser
Rodríguez
Todo
comenzó pegado a las faldas de mi madre, María de Las Mercedes Rodríguez
Villarreal, que muchos conocieron como Mercedes Rodríguez de Pinzón. Por eso,
al rememorar el pasado, cierro los ojos y me veo atravesando el terreno de Temístocles
“Mito” González. Voy caminando con Pacífico o quizás Andrés, el potrero está lleno
de hierbas y experimento algún temor al ver los toros y vacas que pastan en la
distancia. Luego de pasar la última cuerda de alambre de púas y, al terminar de
caminar por el callejón, aparece un pozo artesiano que está protegido por
pequeños estacones. Un poco a la izquierda del mismo observo la residencia en
donde antaño vivía Munda y, al frente, la casa de quincha de los abuelos parece
saludarme desde el alto portal con tejas chocolates y renegridas.
En
las primeras décadas del Siglo XX mi abuelo José Dolores Rodríguez Muñoz había
casado con Juliana Villarreal, residentes ambos en el mismo poblado. Ya para
aquella época mi tías Ana “Anita” Rodríguez Villarreal y Ernestina “Tina”
Rodríguez Villarreal se habían casado y no residían en al casa paterna. La
primera se había unido con Clemente Iturralde Araba y, la segunda, con Ubaldino
Núñez. Otros tíos por la rama materna eran
Pacífico, Andrés, Domitilo y Dolores.
Debo
confesar que disfrutaba mucho el paseo por el camino referido, sendero que
comunicaba a Bella Vista con La Guaca. Esos lazos de afecto y familiaridad me
permiten recordar las visitas de los Villarreal a nuestra tienda, así como de
Pacífico (“Ichy”), quien acudía con alguna frecuencia a ver televisión y comprar
enseres en la casa comercial de mi padre. El primero montado en su caballo moro
y, el segundo, a pie e invariablemente con la cebadera colgando de su hombro.
Otras
estampas de los años sesenta y comienzo de los setenta tienen como
protagonistas a mi tía Anita y don Clemente.
Al inicio aparecían a caballo y, más tarde, en su propio auto. Debo
añadir que mi padre sentía mucha admiración por sus compadres Anita y Clemente,
porque decía que habían logrado levantar una finca ganadera, cuyos toretes
podían ser la envidia de muchos. Toros de raza comprados en Chiriquí a su amigo
Patricio Pittí Serrano. Por eso, algunas veces retribuíamos la visita y nos era
grato viajar a la finca que ellos tenían próxima el río Guararé, recorriendo el
camino por el cual también se podía ir al Nanzal y Las Tetillas. Allá nos bañábamos
en la corriente y chupábamos caña con
los primos que siempre nos recibían con la mayor de las amabilidades.
b. Genealogía de los Rodríguez
Estas
estampas y otras que palpitan en mis remembranzas han hecho que surja en mi
vida un profundo respeto por el apellido de mi madre. Tanto, que todos mis
escritos, además del apellido de mi padre, invariablemente llevan el Rodríguez,
como si al omitirlo estuviera cometiendo una falta grave a la memoria de ella.
Lo
anterior explica que haya investigado los orígenes de mis parientes por el ramo
materno. Ya sabemos que Rodríguez significa hijos de Rodrigo, así como al decir
Álvarez indicamos que se trata de los hijos
de Álvaro, etc. Sin embargo, eso no basta y por ello he revisado los archivos
parroquiales, particularmente el de Guararé, para encontrar en los libros de
bautismo, casamiento y muerte, el rastro genealógico de mi parentela.
Puedo
afirmar que los Rodríguez de La Guaca remontan sus orígenes a la primera mitad
del Siglo XIX y, probablemente, a finales del Siglo XVIII. En efecto, el nombre
más antiguo que aparece en los archivos es el de Juan de Mata Rodríguez, quien
se casó con Gregoria Nieto. Para la familia ese dato es importante porque de
esa unión nació Ramón Rodríguez Nieto, quien contrajo nupcias con María
Florentina Muñoz Araba. El hijo de ellos, José Dolores Rodríguez Muñoz, viene
siendo mi abuelo y padre de Ana, Ernestina, Mercedes, Pacífico, Dolores,
Domitilo y Andrés. Todos tienen como segundo apellido el Villarreal, ya que
proceden del vientre de Juliana Villarreal, como ya hemos apuntado. El abuelo
Dolores nació el 23 de marzo de 1888 y la abuela Juliana el 19 de febrero de
1899, lo que indica que entre ellos había una distancia de 11 años de edad.
La
pareja formada por Ramón Rodríguez Nieto y María Florentina Muñoz Araba, además
del abuelo José Dolores, tuvieron otros hijos. Tales son los casos de María
Antonia (1883), Nicolasa de Las Mercedes (1884), Rosalía de Las Mercedes
(1886), María Jacinta (1891), José de La Rosa (1897), José Olegario (1899), Rito, Francisco (1905), Victorino y Catalina (1909). De lo que se
deduce que esta pareja, prolífica en descendencia, es en gran parte quien se
debe que la familia Rodríguez se haya extendido por todo el Distrito de Guararé
y aún más allá de esta zona geográfica.
He
encontrado el apellido Rodríguez vinculado a la conquista del Canajagua, hacia
finales del Siglo XIX y en la primera mitad del Siglo XX, lo que nos indica que
las alianzas matrimoniales han desempeñado un papel importante en la dispersión
geográfica del apellido. En efecto, por la ruta de El Montero, La Pasera,
Perales, Las Trancas y otros poblados los Rodríguez, junto a otras familias que
también se establecen en las faldas del cerro más importante de la Provincia de
Los Santos. Tales los casos de los Jaén y Frías (El Codicioso), Peralta (Cucula
y El Rodeo), Córdoba (Canajagua), Núñez y Velásquez (Nalú), etc.
Lo
que acontece durante el transcurso del Siglo XX era de esperarse, mujeres y
hombres contraen matrimonio y suman a la familia a otros apellidos y hacen de
los Rodríguez un núcleo familiar numeroso y extendido
c. Los Iturralde-Rodríguez
Nada
más oportuno que observar lo que ha acontecido con la familia objeto de análisis
si analizamos el caso de los Iturralde- Rodríguez. En efecto, don Clemente
Iturralde se casó, hacia la cuarta década del Siglo XX, con Ana Rodríguez
Villarreal y de esos lazos matrimoniales nacieron Ana Matilde, Dalis Mariela, Marina,
Leticia, Gustavo, Ricardo y Ernesto Iturralde Rodríguez. Y esa familia que
inicialmente tuvo como asiento el área comprendida en las tierras de Las
Tetillas, La Pasera y El Montero, luego se hace presente en la zona de tránsito.
Por eso al apellido asentado en La Guaca guarareña de Juan de Mata Rodríguez y Gregoria Nieto, al
iniciar el Siglo XXI se ha hecho Domínguez, Espinosa y Barrios. Y como si fuera
poco, ahora una rama de los Iturralde-Rodríguez también suma a su haber la
influencia genética de la tierra oriental, hecho presente en la alianza
Choy-Iturralde.
d. Colofón
La
rama guarareña de los Iturralde-Rodríguez, en las personas de mi tía Anita y
Clemente, nos presenta una lección importante. Demuestra que la ética del trabajo
campesino ennoblece, que no hay obstáculos que la constancia no pueda vencer.
Algunos de sus descendientes podrán haber escalado cumbres universitarias,
utilizar teléfonos inteligentes, tabletas, computadoras, manejo de redes
sociales y toda una gama de tecnologías de la era moderna, pero ello servirá de
poco si no logran ver en la tía Anita la encarnación de nuestra cultura y
nuestras raíces familiares.
Yo
soy uno de sus sobrinos, y aunque muchas veces no puedo visitarla con la
frecuencia que quisiera, hoy confieso que me siento orgulloso de ella, de esa
vida dedicada a la familia, a la tierra, a la ganadería y a sus hijos. Por eso,
desde la memoria de Mercedes y Alejandro, mis padres ya desaparecidos, le
abrazo y le felicito porque es y seguirá siendo otra exitosa Rodríguez de La
Guaca de Guararé.
……….mpr…
En
las faldas de Cerro El Barco, Villa de Los Santos, a 2 de marzo de 2014.
Interesante historia. De por sí yo estoy intentando averiguar la historia de los Ureña de Guararé, y me ha sido dificil. Me gustaría conocerlo personalmente para que me de algunos "tips" de investigación, en donde solo me he encontrado con obstáculos por información inexistente o perdida en oficinas de registros civiles, ...o hasta "quemada" en incendios de iglesias, donde reposaban ciertas actas bautismales.
ResponderEliminarSaludos!