En esta
reflexión no haré una apología del Festival Nacional de La Mejorana, porque el
evento no la necesita, tan enraizado está en la conciencia del istmeño. La
fiesta de la tradición creada por Manuel F. Zárate nace a mediados del siglo
XX, montada a caballo entre la modernidad y la sociedad campesina que heredó de
los siglos precedentes.
1949 es el año
en que aparece, justo cuando en América Latina crece la preocupación por la
desaparición de las tradiciones y la sociedad se ve sometida a todo tipo de
cambios sociales y culturales; época, también, preñada de nostalgias por lo que
fue y está dejando de ser.
El festival
guarareño es consecuencia de ese conjunto de innovaciones, ubicado en la península
de Azuero, zona istmeña que responde al perfil colectivo de la ruralidad, al
mismo tiempo que experimenta un intento estatal por incorporarla y se produce
la apertura regional a nuevos vientos de renovación cultural.
Desde entonces
el festival folklórico es un Quijote que lucha contra los molinos de viento de la
alienación. Hoy existen muchas festividades, las que pregonan la defensa del
folklore; demasiados diría yo, porque en cualquier esquina se monta un evento
que afirma ser tradicional y folklórico. Lo cierto es que La Mejorana fue y
sigue siendo la matriz de todos ellos y aún intenta flamear -con la fuerza que
las circunstancias le permiten- la bandera de la identidad istmeña.
Lo relevante
estriba en comprender que en el poblado santeño se institucionaliza la fiesta
folklórica y surge la organización que carga sobre sus espaldas tamaña
responsabilidad social. Desde entonces la promesa que se hizo en el parque
Bibiana Pérez se ha cumplido a rajatabla. Y tal vez aquellos pioneros, al
hacerlo, no se percataron que estaban marcando un hito en los festejos que de
este tipo se realizaban en América Latina; porque casi todos ellos datan de los
años cincuenta y sesenta de la pasada centuria. Tales los casos, por ejemplo, del
Festival del Malambo (1967, Córdoba, Argentina), Festival de La Chacarera
(1971, Santiago del Estero, Argentina), Festival Folklórico de Ibagué (1959,
Colombia), Festival de la Leyenda Vallenata (1967, Valledupar, Colombia), entre
otros.
Existen dos
méritos de la fiesta de Manuel y Dora. El primero radica en el empeño por
valorar nuestras tradiciones en una época en la que lo campesino era visto con
desdén. Por aquellos tiempos era un estigma social el haber nacido en el campo,
entre sabanas y bosques, acaso porque desde el siglo XVI, con el arribo de los
hispánicos, la cultura europea estaba centraba en lo urbano -la ciudad, el
pueblo, la villa- y residir en el monte era símbolo de atraso, propio de seres
montaraces u orejanos como se dirá por aquellas calendas.
En Guararé no
sólo se conmemora el folklore istmeño, en el fondo el Festival de La Mejorana
es un acto de rebeldía política. El pueblo se toma las calles y se libera de la
añeja creencia de que tales manifestaciones folklóricas eran la expresión de arcaísmo
social, como queda dicho, algo que necesariamente tenía que desaparecer ante una
deseada modernidad. En este pueblo santeño lo campesino exorciza los demonios
que por siglos le persiguieron y sale a celebrar la maravilla de su cultura
mestiza.
Lo otro, lo
segundo, es haber contagiado al país de esa visión del Panamá rural que rompe
con el centralismo asentado en la zona de tránsito, que pretende imponer al
resto de la nación su visión fenicia del mundo. Y no es casual que para la
misma época la república sienta la presencia de otros grupos que reclaman los
beneficios del desarrollo. Es decir, en Guararé se funden cultura y política,
en el más noble sentido de los vocablos.
Como observa el
caro lector, el Festival Nacional de La Mejorana, el más relevante de los
eventos folklóricos del Istmo, no sólo revaloriza la cultura nacional y se
constituye en portaestandarte de las expresiones vernáculas de los panameños, también
nos confiere el honor de haber marcado pautas en América Latina, como zapador
de las manifestaciones vernáculas de nuestras sociedades.
4/VII/2023
No hay comentarios:
Publicar un comentario