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16 mayo 2008

PODER Y HEGEMONÍA EN AZUERO
























Este escrito bien podría plantearse bajo el interrogante:¿ Quién manda en la región de Azuero?. La respuesta a la pregunta debemos buscarla en los orígenes históricos de la zona.[1] Sobre el tema ya conocemos que la sociedad azuerense se organizó sobre la base de grupos de extracción rural en el marco de una estruc­tura agraria que tuvo en el minifundio su expresión cumbre. La interac­ción entre la tierra y los hombres forjó a través de los siglos a una depauperada clase social de campesi­nos minifundis­tas, un grupo dominante pueble­rino (con intereses económicos en el agro), así como sacerdotes y burócra­tas asentados en las zonas urbanas.[2] Con todo y lo aseverado, esta estructura social de dominación no debe considerarse como si existiese entre los sectores de poder mencio­nados un siste­ma mutuamente exclu­yente. En la práctica la interac­ción social fue muy estrecha entre los representantes de la Iglesia Católica y los grupos dominantes de los principales pueblos. De hecho, muchas veces, burócratas y sacerdotes procedían del mismo grupo social dominante. Me refiero al hecho de que los puestos de la adminis­tración, tanto pública como religio­sa, fueron muy codicia­dos por el grupo hegemónico existente. Nos encontramos ante un sector domi­nante que en el fondo estuvo constituido por familias campe­si­nas con preten­sio­nes elitistas. La magnitud de ese "poderío económico" distó mucho de ser ostento­so. En la Colonia la elite puebleri­na sustentó su diferen­ciación social basándo­se en la propiedad de la tierra, las cofra­días, algún esclavo, las vacas y el título adminis­trativo (alcalde, prefecto, goberna­dor, diputa­do, etc.). Las expresiones exteriores de ese dominio - denominado por los sociólo­gos símbolos de estatus-, confirman que el estilo de vida de los caciques regionales apenas logra diferenciarse del resto de la población; hecho que no debe inducirnos a creer que los efectos de la hegemonía fueran menos perniciosos. Dichos símbolos de estatus consistieron en la posesión de una que otra vivienda en los poblados (hasta finales del siglo XIX, casi siempre una amplia casa de quincha), alhajas, una banca familiar para uso exclusivo durante las misas, desempeño como mayordomos, entierros con cruz alta y hacia finales del decimonono algún hijo estudiando en la capital de Panamá o en el extranjero (Bogotá, Quito, etc.).[3] En el plano político, a los conservadores y liberales azuerenses apenas si podemos catalogarlos como tales. Para el grupo dominante orejano la etiqueta ideológica sólo fue un pretexto para disputar­se, entre familias, un determinado cargo público. No hubo aquí una confrontación de corte ideológico, el deseo de instaurar un nuevo modelo de desarrollo que representara una ruptura con el mundo de vacas y campanarios que dominó la región hasta bien entrado el siglo XX.[4] De hecho, desde la Colonia, esa situación fue favorecida por la realización de matrimonios religiosos y de los amanceba­mientos a que fueron tan proclives los sustentadores del poder en Herrera y Los Santos. En efecto, a través de los siglos una urdimbre social se fue tejiendo a tal grado que cuando llega el momento de la "democra­cia" y las "eleccio­nes", los caciques pueblerinos de Azuero nunca pusieron en juego el aparato de domina­ción. Todo lo contrario, el compadrazgo, caciquis­mo, gamonalismo o como deseemos llamarle, siempre optó por recordarle al campesino depauperado la perpetua deuda de gratitud por algún "favor" otorgado. Un "agradecimiento" que como la actual deuda externa, no sólo crece, sino que siempre se saca a relucir en el momento oportuno. La expresión más diáfana de este mecanismo de dominación social la encontramos en las elecciones a cargos políticos. Compra de voto, un par de cutarras, el machete para la faena, un puesto en la administración pública para la ahijada, robo de urnas y paquetazos son algunas de las más conocidas añagazas electora­les. Desde enton­ces, la población azuerense ha vivido sometida a este submundo político que en los tiempos actuales se ve sazonado con botellas de seco, matanzas, murgas, voladores, carne frita y bollo chango. El "incentivo" político ha variado con las épocas, pero siempre ha tenido el mismo efecto destructor; ador­mecer la conciencia del campesinado y de los sectores que habitan las áreas marginales de los princi­pales centros urbanos.[5] Ante este estado de cosas, y contrario a lo que pudiéramos esperar, el estado de la investigación sugiere que desde el decimo­nono hasta la época actual las respuestas contrahegemónicas han sido pocas. Lo más relevante del siglo pasado sigue siendo la sublevación campesina de la década del cincuenta de esa centu­ria.[6] En lo que concierne al siglo XX, se destaca la masiva participa­ción campesina en la Guerra de los Mil Días. Con­ducta que antes que un exclusivo apoyo al Porrismo, puede interpretarse como el reflejo de las profun­das contradicciones sociales que encontraron un canal de expresión en las ideas del heredero político de Pedro Goytía.[7] Como quiera que la estructura de dominio en Azuero apenas si ha experimentado algunas variaciones, nos parece que el fenómeno migratorio azuerense es una silenciosa expresión de un pueblo que no ha encontrado las explicaciones causales a su situación social y que opta por la recampesinización y la urbanización forzosa en otras regiones del país. Aunque impremeditado, también puede considerarse un acto de "protesta" política.[8] Otra respuesta al inmovilismo reinante la encontramos en el sector educativo. En Azuero los educadores han realizado una labor callada, pero efectiva. Silencio­samente han venido elevando el nivel cultural de la población de la costa y de la montaña. La revolución del alfabeto ha ido forjando una embrionaria clase media de profesionales que se ha ido "tomando" la región y desplazando gradualmen­te al caciquismo. Desprovisto de grandes riquezas, los hijos y nietos de campesinos han visto en la educación un mecanismo de ascenso social. El siglo XXI demostrará qué tan efectiva ha sido esta contrahe­gemonía a largo plazo. En esta línea de compromiso popular, debemos recordar la revolu­cionaria labor social que desarrollaron algunos maestros que impar­tieron clases en la antigua Zona 4 de Macaracas, específica­mente en El Corozal Arriba. Estos educadores comprendieron que la escuela puede ser no sólo una institución de alfabetización. La concibie­ron, allá por los años cincuenta, como un centro de avivamien­to político y social. Como acontece con muchos de los proyectos populares, hoy en día poco se conoce de la labor visionaria de hombres como Blas Bloise y José Gabino Rivera.[9] Una breve introducción al tema no debe dejar de consignar el siguiente hecho. En los años cuarenta se origina en el área un movimiento apenas conocido; me refiero al surgimiento de la "Federa­ción de Sociedades Santeñas". Representativo del quehacer de ese organismo fueron hombres como Melitón Castro, Ovidio Díaz y Francisco Samaniego, quienes demandaron atención para los orejanos de Azuero. El Dr. Samanie­go, por ejemplo, llegó a plantear la necesidad de una nueva "conciencia interiorana" y el desarrollo de industrias. Desafortunadamente el vigor de esta cruzada popular no tuvo continuidad histórica y algunos personeros del movimiento ter­minaron mediatiza­dos por el caciquismo interiorano y los partidos políticos de la oligarquía transitista.[10] Actualmente las asociaciones más características del área proceden de sectores de la incipiente burguesía orejana, ya se trate de extracción comercial o agraria. Tales son los casos de la Asociación de Ganaderos y la Cámara de Comercio e Industrias de Los Santos que aparecen al iniciarse la década del cincuenta, el Capítulo de la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa de Azuero (1966), la Unión Azuerense de la Pequeña y Mediana Empresa (1990) y la Asociación de Productores de Leche que fue creada en el año 1991. Como vemos, por la misma naturaleza de la estructura agraria y social del área, algunas formas organizativas populares no han trascendido los intentos reformistas y terminan siendo absorbidas por el medio. Dos de los últimos ejemplos corresponden al movimien­to cooperativista y a los asentamientos campesi­nos.[11] El primero, ha quedado supeditado a la labor de suministro de capital financiero, y, el otro, se ve frustrado al implementarse el mismo esquema organizativo en regiones tan disímiles como Veraguas y Azuero. Hoy, cuando ya casi fenece el siglo XX, podemos indicar que en Azuero los sectores populares no han logrado articular una verdadera respuesta contrahegemónica. En esta región interiorana el reinado de las vacas, el folclore adulterado, el gamonalismo, las murgas y los acordeo­nes de explotación siguen siendo una dolorosa y tragicó­mica realidad. NOTAS [1]. Consultar: Castillero Calvo, Alfredo. LA FUNDACIÓN DE LA VILLA DE LOS SANTOS Y LOS ORÍGENES HISTÓRICOS DE AZUERO. Panamá: Editorial Litográfica S.A., 1971, 227 págs. [2]. El mundo social de Azuero puede analizarse consultando trabajos como los que detallamos: Arjona, Alberto. RAICES CHITREANAS. Panamá: Impresora Edicano S.A., 1992, 482 págs. Aparicio Bernal, José I. LOS GRUPOS DOMINANTES DE AZUERO (1855-1968). Chitré: Impresora Crisol S.A.,1988, 138 págs. [3]. Para una caracterización del hombre de las provincias de Herrera y de Los Santos consultar nuestro trabajo EL HOMBRE Y LA CULTURA DE AZUERO. Chitré: Impresora Crisol S.A., 1990, 47 págs. En lo concerniente al papel de sistema educativo leer: LA INSTRUCCION PUBLICA EN AZUERO. Impresora Crisol S.A., Chitré: Impresora Crisol S.A., 1992, 84 págs. [4]. Consultar: Agudo A., Edilcia y Filiberto Morales. APROXIMACION A LAS LUCHAS SOCIALES Y POLITICAS EN PANAMA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX (De las rebeliones de campesinas de Azuero a la Guerra de los Mil Días). Panamá: n/e, 1988. Ver, en especial, el punto 3. Demás, Muñoz Pinzón, Armando. UN ESTUDIO SOBRE HISTORIA SOCIAL PANAMEÑA (Las subleva­ciones campesinas de Azuero en 1856). Panamá: EUPAN, 1980, 270 págs. También, Pinzón Rodríguez, Milcíades. "Conservadores, liberales y campesi­nos en Panamá"; en REVISTA PANAMEÑA DE SOCIOLOGIA. # 3, Panamá: Imprenta Universitaria, 1987, págs. 27-42. [5]. Una breve introducción a esta temática se encontrará en: Pinzón Rodríguez, Milcíades. "La conducta política del azueren­se"; en AGORA Y TOTUMA. (Hoja de comentarios). Año 3, # 50, 14 de enero de 1994. Mayores detalles pueden encontrarse en el trabajo de Jilma Noriega de Jurado Verdad y Miseria de Nuestro Partidos Políticos . Panamá: Editora Renovación S.A., 1978, 24 págs. Según este último trabajo las familias Crespo y Varela han dominado la Provincia de Herrera de 1932 a 1964; otro tanto hizo en el mismo período la familia López y León en la Provincia de Los Santos. Actualmente los Varela continúan ocupando puestos en la Asamblea Legislativa. [6]. Sobre este tema consultar la bibliografía que aparece en la cita # 4. [7]. Me refiero al papel del Dr. Belisario Porras Barahona, quien nacido en la década en la que se dan las sublevaciones campesinas del líder Pedro Goytía, viene a retomar en el siglo XX el producto de esas mismas luchas del decimonono panameño. [8]. El autor ha analizado este fenómeno y las conclusiones aparecen en la REVISTA ANTATAURA # 1 y # 2 bajo los título respectivos de "Agro y capitalismo en Los Santos" y "El agro y la política estatal en Los Santos". Ambos publicados en la revista indicada bajo el auspicio del Centro Regional Universitario de Azuero. [9]. Bloise y Rivera editaron en aquella época, en El Corozal Arriba de Macaracas, un periódico que denominaron "Patria". En el ejemplar de febrero de 1955, destacan la labor de patriarcas como Fermín Gutiérrez, Pedro Emilio Cortés y Concepción Castro. Al parecer también hicieron circular un periódico mimeografia­do que denominaron "El Corozaleño". En el Periódico "Patria" conviene leer la reseña, que sobre la labor de Bloise y Rivera, hiciera Francisco Luarca. Aparece bajo el título "Blas Bloise y Gabino Rivera, dos maestros de inquietudes constructivas". [10]. El movimiento reivindicativo que propició la "Federación de Sociedades Santeñas" debe comprenderse en el marco de los fenómenos de inestabilidad política propios del período de la II Guerra Mundial y considerando el surgimiento de un movimiento social combativo en la zona de tránsito. A ello debemos añadirle que algunos de sus principales voceros formaron parte de las primeras promociones de la Universidad de Panamá. Tal es el caso, por ejemplo, del Ing. Ovidio Díaz. Personajes como el Dr. Francisco Samaniego, propulsor de lo que él denominó "el despertar de una nueva conciencia interiorana", esperan ser rescatados del olvido. Otro tanto podríamos decir de Melitón Castro, un punzante caricaturista que con el personaje de "Nico" ridiculizaba a los gamonales de aldea y criticaba a los norteamericanos por su empeño de quedarse en la base de Río Hato. Sus caricaturas aparecieron en el "Suplemento de Épocas en el Interior". De la pluma del propio Dr. Francisco Samaniego recomendamos la lectura de "El drama de Panamá". Un ejemplar mimeografiado de once páginas reposa en nuestros archivos, así como un escrito del Dr. Henrique Benaim Pinto, catedrático titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Caracas, donde el panameño hizo sus estudios. La monografía en mención se titula " In memoriam. Dr. Francisco Samaniego (1911-1962). Publicación que reprodujo en Panamá el Ministerio de Educación a través de la Dirección Nacional de Educación Primaria. Sobre el aporte de Melitón, cuyo nombre completo era Daniel Melitón Castro Urriola (1908-1990), existe un folleto de treinta páginas que debemos a Olier Iván Ávila Iturralde. Me refiero a MELITON CASTRO. Pionero de las caricaturas en Panamá. Editado por la Universidad de Panamá en julio de 1993. [11]. En las provincias de Herrera y Los Santos realizó una labor extraordinaria la socióloga de Las Minas de Herrera, Ofelia Hooper Polo. Algunas informaciones sobre su aporte a la región pueden leerse en "Ofelia Hooper Polo"; en AGORA Y TOTUMA. Año 2, # 48, 21 de enero de 1993

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