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20 octubre 2008

MOISÉS CHONG MARÍN, CIENCIA Y COMPROMISO SOCIAL

Voy a comenzar esta disertación con una anécdota personal. Para ello pido licencia pues me trasladaré imaginariamente a la década del setenta del siglo pasado. Por aquellas calendas yo era estudiante del Colegio Manuel María Tejada Roca, formaba parte del TET (Teatro Estudiantil Tableño) y con un grupo de amigos intercambiábamos experiencias con otra agrupación similar del Colegio José Daniel Crespo. En un aparte del evento, salgo del aula máxima del centro educativo y acercándoseme un amigo me dice: “Milcíades, ¿sabes quién es ese profesor que está allá?”. “¿Cuál?”, le pregunto. “El que está apoyado sobre el barandal”. Yo le miro y no tengo referencias para contestarle. “Es el profesor Moisés Chong Marín, el del libro”, me dijo.
La verdad, nunca pensé que varios lustros después íbamos a cimentar una relación social centrada en la academia y en el respeto mutuo. Luego supe que dirigía la Universidad Popular de Azuero (UNIPA), período que todos recordamos como la época oro de esa institución de extensión cultural de la Universidad de Panamá.
El chorrerano Moisés Chong Marín arribó a Chitré en la década del cincuenta para asumir la cátedra de filosofía del único centro de enseñanza secundaria que por aquellos años tenía la capital provincial de Herrera. Años cincuenta del Siglo XX, cuando el Estado-Nación acelera la integración nacional al construir más vías de comunicación terrestre, expande la educación media, implementa algunas difusas políticas agropecuarias y asoma su bienhechora presencia la Extensión Universitaria de Chitré. Durante esos años fallece don Rogelio “Gelo” Córdoba y se impone el acordeón de Daniel Dorando Cárdenas Gutiérrez. Período de sustitución de importaciones, como dirían los colegas economistas Néstor González Tello y Álvaro Tello Ábrego. “En plena guerra fría”, añadirían desde su cátedra de historia los profesores Luís Flores y Alberto Arjona.
A mediados de la vigésima centuria la capital herrerana aún mantiene un aire de pueblo chico; con fantasmas y leyendas que fueron heridas de muerte por la fuerza del bombillo y los primeros pasos de una modernización epidérmica y depredadora. No cabe duda que existen algunos cerebros luminosos, pero no estamos ante una sociedad que se precie de un pensamiento cartesiano, porque pocos se asoman a un mundo diferente, mientras que otros se aferran a un macartismo que estigmatiza toda tendencia progresista.
El hombre a quien le deslumbra el poder del conocimiento, que lee con avidez y que se apasiona con la cultura grecolatina, arriba a una comunidad en donde la lectura de La Estrella de Panamá se mira como un asunto cuasi subversivo. Así me lo comentó una vez el profesor Chong Marín. Yo le creí en aquel entonces, pero más de cinco décadas después la experiencia parece demostrar que todavía la inteligencia regional no tiene el espacio que necesita para su expansión y desarrollo. Si en nuestra época tenemos que ser heroico para que a nuestros sesos no los consuma la rutina, el tedio y la cultura de alienación reinante, imagínese Usted lo que vivió nuestro filósofo nacional, Don Moisés Chong Marín en una sociedad como aquella.
Con el transcurrir de las décadas, sin quererlo, y sólo por la fuerza de la inteligencia, Chong Marín se convirtió en leyenda. Su porte de hombre de letras se hizo paradigmático. Me cuentan que dar clases con él era todo un desafío, no porque su cátedra fuera compleja o porque careciera de metodología de la enseñanza, sino por la profundidad analítica de sus postulados y la pasión que le imprimía a la cátedra. Y en verdad que no es frecuente, ayer como hoy, encontrar a un maestro de juventudes que hable sobre lo que su pluma ha plasmado previamente en textos escolares. En verdad, Chong Marín no se contentó con ofrecer a nuestros jóvenes diversos libros del área de filosofía, que se leían en Herrera como en el resto de las provincias, sino que publicaba con asiduidad en revistas nacionales. La Revista Lotería, por ejemplo, recoge su meditaciones sobre tópicos como los que detallo: “Aproximación al pensamiento de Teilhard de Chardin” (#167,1969), “Aspectos de la vida colonial”(# 171, 1970), ”La cultura en la América Precolombina (#193, 1971), “Positivismo y antipositivismo en América Latina” (# 197, 1972) “Interpretación del pensamiento de Carlos Vaz Ferreira”(# 229, 1975),“El pensamiento sociológico latinoamericano en el Siglo XIX” (# 239, 1976), “Estudio filosófico sobre el poema Patria de Ricardo Miró(# 332-333, 1980) para indicar algunos ejemplos de su prolífica producción intelectual. Otros aportes se leen en prestigiosas revistas nacionales como Tareas, e incluso en el plano internacional, como en el caso de Disenso, editada en Argentina.
Chong reflexiona sobre su especialidad predilecta (la filosofía), aunque también sobre otras áreas del saber como la antropología, la historia, la sociología y la cultura latinoamericana. Luego de este legado aún saca tiempo para publicar más de mil números de “La hoja del lunes”, publicación que tiene mucho tiempo de estar circulando, edición que en los últimos años ha contado con el apoyo técnico del Profesor Rubén Villarreal, otro pilar que sostiene y da vida a la educación en tierras de Ofelia Hooper Polo y Melitón Martín y Villalta.
Desde siempre, espíritu inquieto, el maestro Chong Marín ha sido un viajero incansable. Ha recorrido medio mundo; consciente de que el alma del filósofo, como la del poeta, se nutre de vivencias, para superar el encerramiento casi claustrofóbico que se experimenta en el país y en nuestra comarcal región. Como los grandes filósofos de antaño supo forjar un pensamiento universal, al par que mora en la ruralidad. En esto Chong Marín es muy griego, porque aprendió a pensar con cabeza propia antes que a dejarse llevar por la rutinaria repetición de lo sabido. Pensador universal desde una región comarcal, eso ha sido don Chong Marín. Se percibe en muchos de sus escritos, que desde finales de los años setenta son cogitaciones personales antes que el recuento de la historia de las ideas que caracterizó sus años mozos.
Yo diría que Chong vive con orejanos, pero su pensamiento se aleja de este entorno rural de Azuero para enfilarse hacia la cumbre del pensamiento occidental. En este sentido rompe con la visión del intelectual del área, más proclive a cantarle a su entorno, para plantearse problemas de largo aliento. Y no es que Chong Marín desdiga de su gente, o considere que las temáticas regionales son un asunto de poca monta; se trata, simplemente, que concibe su objeto de estudio en un plano analítico, global y cartesiano.
El hombre que nació en El Coco de La Chorrera hizo una docencia admirable. Comenzó en el Colegio José Daniel Crespo y desde los años sesenta se incorporó a la Universidad de Panamá. Laboró en la antigua Extensión Universitaria de Chitré, constituyéndose en zapador de la educación superior herrerana. Fue de los pocos que en los años sesenta ya tenía un perfil de catedrático, en el pleno sentido de la palabra. Nunca le importó que le llamaran licenciado, magíster o doctor. Quizás porque como decía nuestro común amigo, esa otra gloria regional de la inteligencia que fue Raúl González Guzmán, ya era un hombre docto. Un ser sabio, culto, al par que humilde y de mente crítica.
Para ser honesto con lo que pienso y con lo que hago, debo decir aquí esta noche, que nunca olvidaré, ni mucho menos perdonaré, su abrupta salida de la UNIPA. En este caso tal vez se pueda repetir (guardadas las proporciones) lo planteado por don Miguel de Unamuno al tristemente célebre general Millán Astray en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, luego de que el generalote de turno gritó aquello de “¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte!”. Entonces Unamuno, sin montar en cólera replicó: “Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España.”. Sería bueno, digo yo, que pensáramos en Azuero.
Debo afirmar que Chong ha sido un intelectual de primera, fenómeno infrecuente en un país de bancos, barcos y reinados superfluos. Creo, sinceramente, que allí estriba el legado de Moisés Chong Marín, más allá de los textos para estudiantes de secundaria, el diccionario filosófico o sus hermosos ensayos sobre la historia de las ideas o la cultura latinoamericana. El filósofo y docente comprendió que la cátedra universitaria no es bazar de ideas. Además, ha sido fiel a la educación superior interiorana, cultivando un pensamiento universal al mismo tiempo que se mora en la campiña. No le faltaron ofertas, pero Chong se quedó aquí, entre nosotros, como otro orejano luminoso y genial.
Hemos tenido un científico social cuyo quehacer cultural debe ser valorado e imitado por quienes nos agitamos por los predios universitarios de la Región de Cubitá. Porque si la Universidad no debe ser un escuelón de secundaria, la cátedra tampoco puede sucumbir ante caprichos personales, antojos pueblerinos o paroxismos carnestoléndicos. El respeto a la inteligencia es la medida con que se calibra un centro educativo, así como el pensamiento de don Moisés Chong Marín, es la cúspide y atalaya de la docencia de claros fines. Inteligencia y compromiso social, sin poses panfletarias, siempre ha sido el norte de Chong Marín.
Estamos aquí para reconocerlo y para decirle: “Gracias, Maestro”. Lo suyo ha sido trascendente, aunque no le hagamos caravanas, ni le quememos fuegos de artificio, ni la televisión se digne transmitir este evento. Usted, hombre de letras, sabe que las cosas de la inteligencia por ahora son así, hasta que amanezca ese día soñado por Usted cuando lo baladí ocupe el lugar que le corresponda y la verdad muestre su portento con la fuerza del Canajagua y Tijeras.

* Disertación en el homenaje al Profesor Moisés Chong Marín, Semana la Facultad de Humanidades del Centro Regional Universitario de Azuero. Chitré, 13 de octubre de 2008.

3 comentarios:

  1. Muy bien el texto publicado, su excelencia, que bueno que dos colegas excelentes de la educación, se exprese así, uno del otro, ante un mundo actual, lleno de rivalidades, rencores, celo profesional y muchos otros factores, que nosotros los estudiantes quienes nos encontramos en el backstage, nos damos cuenta de lo que sucede entre profesores. Gracias a Dios, no son todos los que tienen esa Ideología, como lo es el caso de usted, excelentisimo Profesor Milciades. Le dejo a usted, un cordial saludo y a su vez un pequeño pero significativo aporte, creado por mi persona, hacia el gran filosofo, Profesor Moisés Chong Marín:
    http://moiseschongmarin.blogspot.com/

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  2. Estoy fascina con esta página, y te felicito.Soy de Azuero. De madre herrerana y padre santeño.Nací orgullosamente en Las Tablas.Por circunstancias del destino vivo fuera de mi Panamá hace muchos años.Estudié Psicología, e hice un Master en Socilogía. A veces, cuando me "entra la cabanga" busco temas, y artículos que me remitan al terruño. Tu espacio, lleno el vacio que quería apoderarse de mi alma. Mil gracias por esta página.Conocí al Maestro Chong, en el siglo pasado en el Colegio José D. Crespo.
    Que historias aquellas, de esos pueblos nuestros carentes de casi todos los recursos educativos, pero siempre estabamos llenos de inquietudes, y tratando buscar el conocimiento. Un gran saludo.

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  3. Victor R. Ocaña11/7/11, 13:57

    Felicitaciones por la pàgina profesor Milciades. Vìctor Rodrìguez Ocaña le saluda, amante de la lectura y las anècdotas pueblerinas.

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