No se trata de
ser xenófobo, ni de estar en contra de la persona como tal, ni mucho menos
pretender regresar a los años cuarenta de la pasada centuria. Es más, creo que
no hay sociedad en el planeta que logre progresar y desarrollarse sin el
concurso de otros grupos humanos, porque los mismos contribuyen a enriquecer y
fomentar el cambio social y cultural.
Como dice el
viejo adagio popular “el culantro es bueno, pero no tanto” Y estas meditaciones surgen a propósito de constatar
la numerosa presencia china en la región de Azuero; porque según fuentes
consultadas existen más de 600 empresas asiáticas en la zona peninsular.
Dando una
mirada al pasado y comparándolo con el presente, constatamos que los asiáticos
asomaron su rostro por la tierra de Belisario Porras Barahona desde la segunda
mitad del siglo XIX y a lo largo del siglo XX. Sin embargo, el primigenio flujo
migratorio no se compara con el existente en la era contemporánea, caracterizado
por una oleada invasiva de los asiáticos.
No hay que ser
un experto para darse cuenta de que la modalidad contemporánea se distingue por
la numerosa presencia china, como queda dicho, y la existencia de un capital
económico que financia la compra de tierras, inversión en edificios y trae a
personas desde la tierra de Confucio.
En mis
investigaciones peninsulares he visto registrado en las pocas fuentes
documentales de la pasada centuria, uno que otro habitante del Sol Naciente y
mucho menos en la centuria decimonónica. Aquellos personajes eran una rareza en
nuestros pueblos y hasta se tejían leyendas que nacían de verlos como extraños
extranjeros, los que terminaron integrados a la cultura de la zona, en un
amasijo de nombres y apellidos hispánicos y orientales. Al punto, que hasta existe
una pieza interpretada con acordeones, que destaca la destreza y preferencia de
una mujer china en el baile con el instrumento de pitos y fuelle.
Esta última es,
si se quiere, expresión no exenta de folklore, pero hasta allí queda el
fenómeno sociológico, ya que lo de hoy es cosa muy diferente. Porque la
presencia china es una poderosa fuerza económica que está a punto de controlar
la economía regional y cuyo influjo cultural viene a incidir en la identidad de
los orejanos de Azuero, por no decir la panameñidad como tal.
En lo personal
pienso que este flujo de inmigrantes asiáticos debe ser controlado, porque el
país no puede permitir que el poder financiero foráneo termine perturbando las
inversiones de los panameños y entregando nuestra economía a la voracidad del
capital externo. Porque si bien aplaudimos la presencia de capitales
internacionales en la zona, los mismos no deben ser dominantes en la economía
nacional, porque nos deben el respeto que merecemos como nación hospitalaria y
abierta a la inversión exógena.
Mis respetos y
aprecio a la colonia asiática, pero ese abrazo de hermanos no implica llegar al
extremo de sacrificarnos por un distorsionado concepto de apertura democrática
y de solidaridad internacional, aunque vivamos tiempos de mundialización, con o
sin ruta de la seda.
…….mpr…
20/II/2025.
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