Algunos quieren desoír el eco y sonoridad del tambor, acaso porque creyéndose
caucásicos les molesta la negritud que encierra. Lo cierto es que su tan tan
pregona la herencia negroide de nuestra cultura istmeña. Tamborito, cumbia,
congo y bullerengue, no serían lo que son sin el sonido del tambor; ese membranófono
que salta al ruedo en la fiesta pueblerina y se mimetiza en la danza y el
canto. Y hasta en el aristocrático punto la pareja de danzantes se le aproxima
y le saluda como lo que fue, un semidiós de la sonoridad. Sí, el tambor, cuyo
retumbo despierta algo más que las contorciones de nuestro cuerpo.
El portal incursiona en los problemas y propuestas del desarrollo de una deterrminada zona geográfica de la República de Panamá: la Península de Azuero. La región la integran las provincias de Los Santos y Herrera, así como parte de la sección sur de Veraguas. En ella se cobija a una población noble y trabajadora que confía en sus potencialidades. Porque tenemos fe en tal empeño comunitario, abrimos al debate nuestra percepción sobre esa realidad.
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