Doctores Juan Antonio Tejada Mora y José Trinidad Castillero Villalaz |
1. Introducción.
Nuestros abuelos -aquellos antepasados que construyeron
la región- experimentaban un conjunto de sentimientos encontrados cuando
llegaban los meses de abril y mayo. Entonces, durante el cuarto mes del año, se hablaba del calor que se sentía con la llamada
“calma de abril”. Aquél era el instante cuando en la Península Amada el viento
parecía detenerse y los parroquianos advertían un bochorno que sólo lo
apaciguaba la hamaca que pendía de la rama del árbol de mango o el chapuzón en
la apacible agua del río. Abril era congoja, cabanga, pero también la alegría
por los primeros aguaceros que aparecían próximo al día en que se celebraría la
Cruz de Mayo.
En cambio, desde la década del cuarenta del
Siglo XX, el santeño y herrerano también conversaban de lo próxima que estaba la
Feria de Azuero (FIA). Y es que desde un punto de vista antropológico y
sociológico, el evento ha creado un rito social y cultural. Encarna un encuentro en el que la gente se mira a sí
misma, con todas sus fortalezas y debilidades. Nuestra feria es el espejo de la
sociedad, la cultura y la economía de la península. Pareciera como si el
acontecimiento ferial llorara y cantara junto a los orejanos, en esta tierra
que hace sesenta millones de años fuera una isla en el piélago de un océano
gigantesco.
Y si nuestra exposición anual fuera
únicamente un encuentro de índole económico, los azuerenses tendríamos que
repensarla para que no se alejara de sus propósitos originales. Afortunadamente
no es así, y aunque nos agradara que el sector agropecuario la liderara, la
misma sirve de herramienta para fomentar valores, para presentar nuestra
música, danza y manifestaciones de la cultura popular, sin desconocer los
aportes de todos aquellos que provienen de otras áreas nacionales e incluso más
allá de las fronteras patrias.
En el caso de la Fundación Juan Antonio
Rodríguez, se constituye en el escenario para premiar y valorar la inteligencia
de nuestra gente. En efecto, la agrupación entiende que la cultura peninsular
es una sola desde Divisa a Punta Mala, porque desde Mariato a Morro de Puerco
existe una comunidad de lengua, geografía, propósitos, cultura e historia, que
hemos dado en llamar la nación orejana. Me refiero al grupo humano al que le
han denominado santeño, herrerano o azuerense. Divisiones
político-administrativas solamente, porque la convivencia histórica ha pintado
con vívidos colores la cultura de los orejanos de la Península de Cubitá.
De modo que no ha de extrañar que cada año
nos reunamos es este escenario para reconocer en un santeño y en un herrerano
los frutos de su vida proba y virtuosa. En este ocasión se trata del Dr. José
Trinidad Castillero, por parte de la Provincia de Herrera y el Dr.. Juan
Antonio Tejada Mora, como dignos exponentes de la tierra que tiene al Dr.
Belisario Porras Barahona y a Ofelia Hooper Polo, como íconos de su
peninsularidad..
Pasemos pues, a dar una escrutadora mirada
sobre los hitos más significativos de sus respectivas biografías, con la
secreta esperanza de que este recuento sirva de inspiración a una sociedad
ayuna de buenos ejemplos y para que al hacerlo también logremos fortalecer los
valores de una patria digna de mejor suerte.
2. Dr.
José Trinidad Castillero Villalaz
Referirse a la vida del Dr. José Trinidad
Castillero Villalaz es extremadamente interesante, en especial porque al
hacerlo nos hacemos eco de una síntesis histórica-antropológica de la zona en
que ha nacido. Su apellido, Castillero, trae reminiscencias de la tierra de los manitos, recoge vivencias de la
chitreanidad y se casa con ese pueblo varias veces centenario de la Villa de
Los Santos, por aquello de su apellido materno, Villalaz. Pertenece a esa
generación que ha vivido las transformaciones más significativas; en ese
período que se inicia a mediados del Siglo XX y se prolonga a lo largo de esa
centuria para arribar con plena madurez a las primeras dos décadas del Siglo
XXI.
El Dr. Castillero Villalaz hace honor al
apellido de ese gran galeno que fue el Dr. Cecilio A. Castillero, su padre, y
que hoy ostenta un reconocido hospital de la capital provincial de Herrera. Su
vida profesional propiamente dicha se inicia a finales de los años sesenta,
1967, cuando egresa de la Facultad de Médicos de la Universidad Centro de
Madrid, en España. Realiza su internado rotatorio en el Hospital General de la
CSS (1967-68). En este último año – 1968- el joven médico es delegado y
dirigente de la huelga contra el golpe de estado que lideraran los militares
panameños.
Este dato es muy importante para valorar su
vida futura, porque definirá uno de los rasgos que le acompañarán a lo largo de
su accionar como hombre político y marcará su vocación democrática. En su
perfeccionamiento profesional se destaca su labor como médico residente de
Cirugía General de la Caja de Seguro Social (1969-1972) hasta fungir como Jefe
de Residentes de ese mismo centro médico (1970-1972), siendo fundador y residente
por dos períodos consecutivos de la Asociación de Médicos Residentes e
Internos, la llamada AMERI.
En el periodo 1973-1976 funge como Secretario
General del Capítulo de Azuero de la AMOACSS. Ya residente en nuestra
peninsular zona tendrá una exitosa carrera como Director Médico del Hospital
Cecilio A. Castillero (1974-75). Ha sido director médico de este mismo
nosocomio (1974-75), así como Jefe del Servicio General de Cirugía General y
Jefe de los Servicios Médicos del Hospital El Vigía (1975-82).
Qué duda cabe que uno de los aspectos cumbres
de su hoja de vida lo constituye su desempeño como Ministro de Salud en el
período 1989-1991. Actualmente es el Jefe del Servicio de Cirugía General en el
Hospital El Vigía y en el Hospital Gustavo Nelson Collado.
La labor de este preclaro herrerano también
incluye su desempeño docente. En el período 1972-1993 fungió como Profesor
Adjunto en la cátedra de cirugía de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Panamá, además de jefe de docencia regional del Hospital El Vigía, así como
del seminario de cirugía. Son múltiples los seminarios y congresos en los que
ha perfeccionado su desempeño profesional, tanto en los lares patrios como
fuera de las fronteras nacionales. En el último de los casos señalamos su
comparecencia a la cuadragésima tercera reunión de la OMS, en Ginebra, Suiza
(1990), sin olvidar su labor como Asesor temporero de la Oficina Sanitaria
Panamericana (OPS), hacia el año 1991.
La vida social del Dr. Castillero Villalaz es
prolífica. Ha sido miembro de la Asociación de Médicos, Odontólogos y Afines de
la Caja de Seguro Social (AMOACSS, Asociación Médica Nacional, Sociedad
Panameña de Cirugía, Miembro de la Sociedad Interamericana de Estudios de
Seguridad Social, así como de agrupaciones de amplio reconocimiento nacional
como es el caso de del Club Activo 20-30 y el Club Rotario.
3. Dr.
Juan Antonio Tejada Mora
El Dr. Juan Antonio Tejada Mora es un vivo
ejemplo de la tableñidad cuando ésta es algo más que mera tradición. Sabemos
que este santeño nació en la Ciudad de Las Tablas a mediados de la década del
treinta del siglo pasado. En su tierra natal cursó estudios en la Escuela
Modelo Presidente Porras y el Primer Ciclo Secundario de Las Tablas. Ya en la Ciudad
de Panamá, el futuro hombre de leyes ingresa a la Universidad de Panamá para
obtener el título de Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas. Deseoso de
experimentar nuevos horizontes culturales, viaja a los Estados Unidos de
Norteamérica para integrarse a la University of Tennessee. Esta prestigiosa
universidad le confiere el Master of Arts con especialización en ciencias
políticas.
Al regresar a su suelo patrio, en el caso de
Don Juan Antonio distinguimos dos vertientes de su desempeño profesional. Una
que se refiere a su vida pública y otra que da cuenta de su labor privada.
Sobre la primera podemos apuntar que ha sido funcionario de la Contraloría
General de la República, lugar en donde se desempeña como Jefe del Departamento
de Estadísticas y Censo (1954-58). También ha sido Sub-Director General de
Cedulación de 1958 a 1960. Al respecto, junto al Licenciado Daniel Pinilla fue
responsable de gestionar el establecimiento de un nuevo Sistema de Cedulación y
Registro Civil (1959-60). También fue Jefe del Departamento Jurídico del Banco
Nacional de Panamá de 1964 a 1967, así como Gerente General (Encargado) de esta
misma casa bancaria (1966)
Al iniciar la década del sesenta del Siglo XX
un nuevo giro se produce en la vida profesional del distinguido hijo de la
Ciudad de Las Tablas. En efecto, desde el año 1960 comienza su labor como
abogado en ejercicio, al integrarse en esa fecha a la Firma de Abogados Icaza,
González Ruiz & Alemán, bufete en el que se ha distinguido desde entonces.
Sin embargo, su labor privada no le ha impedido hacerse partícipe de eventos de
proyección social.
Como miembro, desde el año 1960 del Colegio
Nacional de Abogados, ha sido Vice- Presidente del mismo en dos períodos (1979-80
y 1980-81). Además, presidió la Comisión de Derechos Humanos y del Imperio de
La Ley de dicho colegio en donde
participó en la preparación de informes sobre derechos humanos. Tales
los casos de la cancelación de las licencias a tres radiodifusores (1980), la
inconstitucionalidad de la Ley 20 de 1983 (Orgánica de Las Fuerzas de Defensa),
entre otras. Su compromiso con la nación le ha llevado a formar parte de
diversas comisiones para elaborar y discutir diversos proyectos de ley. Como
ejemplo citamos la Ley de Fideicomiso, Ley de Leasing, Ley de Fundaciones de
Interés Privado, el Anteproyecto de Ley de Prensa y la Ley del ejercicio de la
abogacía.
Su activismo en el gremio de hombres de leyes
hizo posible el establecimiento del servicio de Orientación Legal (SOL), una
instancia que se destinó a orientar jurídicamente a aquellos que carecían de
recursos económicos para procurárselos por sí mismos.
Con una hoja de vida como la que reseñamos no
ha de extrañar que el Dr. Tejada Mora haya sido Magistrado Suplente de la Corte
Suprema de Justicia durante el período 1990 a 1999. Además de Profesor Temporal
de Administración Pública Comparada y de Ciencias Políticas en la Universidad
de Panamá (1964-1968) y representante alterno de la Panamá a la reunión del
Fondo Monetario Internacional (1966). Más recientemente integra el Consejo
Editorial de la Revista Cultural Lotería, organismo del que es miembro desde el
año 2011.
Debemos indicar que nuestro homenajeado se ha
distinguido por la promoción de actividades religiosas, cívicas y culturales en
la región santeña. Es Secretario Nacional de la Asociación Educativa Francisco
Céspedes, la que patrocina conferencias en materia educativa. También por ese
mismo conducto apoya a la Escuela Benilda Céspedes de El Manantial de Las
Tablas, así como la realización del Perote de Las Musas, evento cultural que
anualmente se desarrolla en Santo Domingo de Las Tablas.
El Dr. Tejada Mora es un incondicional
colaborar de grupos nacionales que actúan en defensa de los derechos humanos y del ambiente.
4. Sobre
la lucidez de un médico y un abogado
Si el norte del hombre que mora en las
alturas y planicies de nuestra región ha sido la ética del trabajo, aunada a
una envidiable responsabilidad social, entonces el médico José Trinidad
Castillero Villalaz y el abogado Juan Antonio Tejada Mora han sido fieles a esa
añeja tradición peninsular. Ellos son un vivo ejemplo de esa otra generación
que se vino forjando luego del ejemplo de personajes azuerenses de la talla de
Pedro Goytía Meléndez, Belisario Porras Barahona, Sergio y Bernardino González
Ruiz, Manuel Fernando Zárate, Ofelia Hooper Polo, José María Nuñez Quintero,
José del Carmen y Leonidas Saavedra Espino, entre otros insignes habitantes de
la tierra en donde se yergue el Canajagua y el Tijeras.
Hablo de seres cuyas hojas de vida demuestran
que es posible y viable beber de la cultura universal sin por ello renunciar a
nuestra idiosincrasia regional. Sus vidas recogen esa transición que se produce
hacia mediados del Siglo XX, cuando nuestro pueblo se abre al mundo y termina,
hacia mediados del tercer tercio de la centuria, por morar y vivir la congoja
de un mundo tradicional que se diluye ante el avance de la modernización. No es
casual que uno de ellos viaje a la vieja Europa y el otro escoja la tierra del
Potomac para perfeccionar sus estudios.
Castillero Villalaz y Tejada Mora hacen del
bisturí y la teoría jurídica un instrumento de desarrollo social. Ellos
realizan lo correcto en una coyuntura histórica de angustia existencial y de demoledores
ventarrones de cambio social y cultural. Porque no se puede asumir una posición
neutral ente estas cosas del desarrollo y de la visión de lo que debemos ser
como región, a menos que terminemos por ser veleta que mueve el viento o nos
decidamos, de verdad, a ser ciudadanos
con pleno derecho, paisano que sueña y empujan un mundo mejor.
Mirando los datos que recogen sus respectivas
biografías, me encuentro con seres terrenales y soñadores, con orejanos que
hicieron la lectura correcta de su época. Hay en ellos esa mezcolanza, el
balance profesional y existencial que tanta falta está haciendo a las nuevas
generaciones peninsulares. Esto de ser universal en un mundo regional, el
comprender que los valores no son una etiqueta que se adhiere a la sociedad,
sino un sentimiento que mueve al mundo. Ambos son políticos en el sentido al
que se refería Aristóteles, no sólo en el plano político-partidista, sino en el
sentido de ser gregarios, de gente con responsabilidad colectiva.
En verdad de poco sirve a la región y al país
el formar parte de una academia que se
precia de tal, pero que olvida el barro alfarero del que proviene. Porque el
hacer patria no es un asunto de formar parte de una dirigencia que se vanagloria
de serlo, o ser integrante de un determinado
partico político o asociación gremial. El asunto es tener la entereza moral de
trascender la coyuntura y ser lo suficientemente osado como para reclamar un
mundo mejor.
En la Fundación Juan Antonio Rodríguez creemos
que tal es el aporte de los herreranos y santeños que todos los años
reconocemos mientras los ecos de la Feria Internacional de Azuero se cuelan por
las puertas y ventanas del auditórium en que nos encontramos. Lo nuestro es un
canto a la inteligencia, un reconocernos como
pueblo, una voz que le pregona a nuestros mejores hijos que el silencio
cómplice no puede ser el premio a quienes han demostrado ser fieles a la región
y el país.
Demás está decir que esta noche yo no soy
quien habla y aparenta ser, ni tan siquiera soy el locuaz eco de la Fundación.
Comprendan, Don José Trinidad Castillero Villalaz y Don Juan Antonio Tejada
Mora, que en este día la agrupación los convoca para darles las gracias en
nombre de la región que los vio nacer.
En este homenaje no sólo reconocemos el acierto de honrar dos extraordinarios representantes de nuestra región; sino que tuvimos la dicha de evocar las cualidades de José Trinidad Castillero y Juan Antonio Tejada Mora a través de la hermosa pluma y verbo de quien también es un orgullo de la península de Cubitá: Milciades Pinzón. Nadie mejor que usted para hacernos sentir orgullo de ser azuerenses: Herrera y Los Santos una sola patria chica.
ResponderEliminarEl estudio introductorio es fenomenal, como un panegirsmo es excelente. Solo amigo te faltó decir que Trinidad es muy malcriado con los pacientes. Saludos amigo
ResponderEliminarEl médico como todo ser humano errores pero a pesar de eso unos de los más querido por sus parientes por su profesionalismoBendiciones Trine
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