La vieja y solariega residencia del Dr.
Belisario Porras Barahona, ubicada en Las Tablas Abajo, jurisdicción del
Distrito de Las Tablas, está llena de hondos y profundos significados. Lleva
ese nombre en honor a unas colinas de la italiana ciudad de Nápoles en donde se
afirma que están enterrados los restos del poeta Virgilio (70-19 a.C); hecho
que refleja la gran admiración que sentía el Ilustre Tableño por los clásicos
griegos y romanos.
En la actualidad es una CASA MUSEO que data
del año 1889, fecha cuando el Dr. Porras Barahona la construye en terrenos
próximos a la Playa de Las Comadres. La estructura es novedosa para la época y
sienta las bases de una renovación arquitectónica que tendrá sus mayores
expresiones hacia la década del veinte del Siglo XX, período histórico cuando el
presidente santeño también edifica la Escuela Modelo Presidente Porras (1924).
La casa no sólo fue un sitio de recreo
vacacional, ya que acaso sea la segunda residencia presidencial más importante de
la vigésima centuria. Sitio en donde el tres veces presidente de la República
gustaba de reunir a sus amigos, correligionarios y miembros de su equipo de
trabajo. Allí se hospedaron los más preclaros personajes políticos que le
acompañaron en su gestión presidencial; aparte de poetas, campesinos y literatos.
El Pausílipo es una expresión temprana de lo
que sería la visión de patria del Dr. Belisario Porras Barahona, el estadista
por antonomasia de la nación istmeña. Así como Porras, por vía del ejemplo,
promueve sustanciales cambios en la estructura residencial que data de la
Colonia, de la misma manera coloca su empeño para que la naciente república
transforme el sistema sanitario, renueve las vías de transporte y
comunicaciones, actualice el sistema educativo, organice su andamiaje jurídico,
fomente los estudios ambientales y, en suma, se sienten las bases que le
permitirán a la novel república asumir con entusiasmo lo desafíos de la era
moderna.
En consecuencia, no se puede negar el buen
tino de los organizadores del Desfile de
Las Mil Polleras al presentar a la consideración del visitante una carroza
que rinde tributo al tesón de ese notable hijo de Las Tablas, el más grande y
visionario de los presidentes panameños. Dos cosas sobresalen en ella, el Pausílipo
tableño y el busto de Porras -situado el último frente al lugar en donde se
ubicaba la residencia de sus abuelos maternos-; porque ambos siguen siendo un
claro testimonio de que la inteligencia istmeña también puede calzar cutarras.
Mensaje sublime y trascendente sobre la importancia de vivir, creer e impulsar
un proyecto de nación.
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