Hasta hace poco lo indígena era sinónimo de atraso, de allí lo de cholo. Despectivamente se decía indio (“Indio, perro y gato, animal ingrato”). El tiempo pasa, la comarca ya no es aislamiento, sino redención. Educación y lucha, respeto y ambiente; esa es la senda. Desde el nombre: San Blas, ahora Guna Yala; no más Guaimí, reclama Ngäbe Buglé; antaño Chocó, para siempre Emberá Wounnan. El hombre originario se abre paso y demanda su espacio, el respeto a su etnia, así como a sus derechos por tanto tiempo conculcados. Ser indio es un orgullo y al pregonarlo se imparte lecciones al Panamá multiétnico.
El portal incursiona en los problemas y propuestas del desarrollo de una deterrminada zona geográfica de la República de Panamá: la Península de Azuero. La región la integran las provincias de Los Santos y Herrera, así como parte de la sección sur de Veraguas. En ella se cobija a una población noble y trabajadora que confía en sus potencialidades. Porque tenemos fe en tal empeño comunitario, abrimos al debate nuestra percepción sobre esa realidad.
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03 febrero 2012
INDÍGENA
Hasta hace poco lo indígena era sinónimo de atraso, de allí lo de cholo. Despectivamente se decía indio (“Indio, perro y gato, animal ingrato”). El tiempo pasa, la comarca ya no es aislamiento, sino redención. Educación y lucha, respeto y ambiente; esa es la senda. Desde el nombre: San Blas, ahora Guna Yala; no más Guaimí, reclama Ngäbe Buglé; antaño Chocó, para siempre Emberá Wounnan. El hombre originario se abre paso y demanda su espacio, el respeto a su etnia, así como a sus derechos por tanto tiempo conculcados. Ser indio es un orgullo y al pregonarlo se imparte lecciones al Panamá multiétnico.
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