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03 febrero 2012

INDÍGENA


Hasta hace poco lo indígena era sinónimo de atraso, de allí lo de cholo. Despectivamente se decía indio (“Indio, perro y gato, animal ingrato”). El tiempo pasa, la comarca  ya no es aislamiento, sino redención. Educación y lucha, respeto y ambiente; esa es la senda. Desde el nombre: San Blas, ahora Guna Yala; no más Guaimí, reclama Ngäbe Buglé; antaño Chocó, para siempre Emberá Wounnan. El hombre originario se abre paso y demanda su espacio, el respeto a su etnia, así como a sus derechos por tanto tiempo conculcados. Ser indio es un orgullo y al pregonarlo se imparte lecciones al Panamá multiétnico.

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