Dos homenajeados en la Feria Internacional de Azuero, doña Juana Quezada Villarreal (herrerana) y don Teodoro García Cortez (santeño) |
En algún momento de años pretéritos afirmé que “la Villa de Los Santos es la capital
histórica de Azuero” Y la validez de la afirmación no es una solo cosecha
de quien escribe, sino la decantación de siglos de historia regional. Nada como
la tierra de en donde holló la peninsular zona don Francisco Gutiérrez, el
primer alcalde ordinario de 1569, la región en donde se produce el primer grito
de independencia del istmo de Panamá, el pueblo en donde, desde la segunda
mitad del siglo XVIII, se erige el colonial e imponente templo a San Atanasio o,
aún más impresionante, el asiento que meció la cuna de Ana María Moreno
Castillo, la Niña Anita, quien probablemente se constituya en la primera beata
istmeña, la que con la ayuda de Dios será elevada a los altares.
En un pueblo así, cuya historia arriba en el 2018 a 449 años
de existencia, han venido al mundo coterráneos preclaros. Uno de ellos es el
que hoy ocupa a la Fundación Juan Antonio Rodríguez, la agrupación que años
tras años tributa merecido reconocimiento a quienes han hecho de su vida un
templo de luchas, aspiraciones comunitarias y positiva terquedad en la senda de
realizaciones que los alejan de un individualismo intrascendente.
El santeño Teodoro García Cortez nació en la Heroica Ciudad
el 26 de julio de 1947, a finales de la década del cuarenta, época preñada de
conflictos políticos que se dirimen en la capital de la república y que van
creando las bases de una inestabilidad que se extiende hasta 1968, año aciago
en el que un golpe militar sume al país en la negra noche de los entorchados.
Don Teodoro profesa un entrañable amor a su tierra, solo
comparable al que siente por El Corozal de Macaracas, lugar de donde procede su
genealogía materna. Y en este sentido García Cortez es muy santeño, porque él siente
el terruño con la fuerza de sus ancestros y el poderoso llamado del Canajagua,
promontorio peninsular al que cantara el tableño, doctor Sergio González Ruiz,
casado con una hermosa y valiosa mujer de La Villa, doña Fanny Correa de
González Ruiz, ya fallecida.
El santeño Teodoro, y digo santeño y no villasoletano, porque
quien nace en La Villa de Los Santos se le llama santeño, que es realmente su
gentilicio; y lo es por tres veces: por el nombre del corregimiento, por el
distrito y por la provincia. Pues bien, digo que aquí creció y fortaleció las creencias
y valores del santeñismo, ese estilo de vida y forma de ser que tanto ha legado
a la nacionalidad istmeña.
Don Teodoro, a quien sus amigos gustan llamar Negro o El
Vetero, se labró su vida a punta de esfuerzos, de confianza en sus
potencialidades y del convencimiento de que el trabajo ennoblece, que doblegar
el lomo y el cerebro nos hace seres más humanos; entes dignos de habitar el
puntito del espacio celeste que hemos dado en llamar planeta Tierra, también denominado
el planeta Azul. Si hablamos de su profesión podemos decir que ejerce de
topógrafo, aunque a ello habría que añadir que ha abanderado nobles causas
comunitarias, sin pensar que las mismas le generen algún tipo de remuneración
económica.
El santeño ha trabajado desde muy joven y en ese andar
laborar ha estado presente en el Instituto de Acueductos y Alcantarillaos
Nacionales (IDAAN), la Alcaldía de La Villa de Los Santos y el Ministerio de
Vivienda, lugar en donde se jubiló.
Todas estas ejecutorias son importantes, pero quizás lo que
más pregona lo valioso de su perfil biográfico sea el tiempo que de su vida ha
aportado al desarrollo comunitario. Allí don Teodoro deja un legado valioso,
porque el santeño participó de múltiples organizaciones que han tenido por
norte el bienestar comunitario.
Entre las ejecutorias de la vida proba de García Cortez
destaca su participación en la creación del Club Pueblo Nuevo. En efecto, con
un grupo de amigos hizo posible un lugar para el recreo comunitario, sitios que
tanta falta hacen para que el ocio no se convierta en elemento que destruya la
sana convivencia.
Y no satisfecho con ese primer aporte, don Teodoro se integra
al Comité Pro-Mejoras de Los Santos, en aras de aportar al desarrollo
comunitario. Ese grupo tuvo como metas el logro de los siguientes proyectos: 1.
Impulsar la creación de la Policlínica San Juan de Dios y obtener el terreno
para la instalación del centro de salud. 2. construcción del paso peatonal
frente a la Escuela Nicanor Villalaz. 3. Consecución del lote para la
construcción del edificio de la Cruz Roja, así como la ubicación de las
oficinas de Estadística y Censo de la Contraloría General de la República. En
esa misma línea de acción contribuyó a la instalación del alcantarillado de
Nutre Hogar.
Otra de las pasiones de nuestro homenajeado ha sido el
impulso al deporte. Ha sido presidente de la Liga Provincial de Atletismo de
Los Santos. Allí ha logrado entrenar a jóvenes, algunos de los cuales han obtenido
medallas deportivas que no solo le han dado lustre a nuestra provincia santeña,
sino que han descollado en el plano nacional e internacional.
En los últimos tiempos, consciente de que la educación es la
llave de oro, como decimos en el cooperativismo, se ha capacitado en temas de
ordenamiento territorial, tópico que va ganando espacio y creciendo en
importancia porque la planificación de los espacios geográficos nos permitirá
vivir con mayor orden y certeza de lo que queremos en nuestros pueblos, campos
y ciudades.
Las anteriores son algunas facetas de la personalidad y
proyección social de un hombre llamado Teodoro García Cortez. Este coterráneo
que a los setenta (70) años aún no cesa de creer en él mismo y de demostrar con
hechos tangibles que el amor al terruño y la nación no es un tópico de
discursos altisonantes y rimbombantes, sino de hechos tangibles, de proyectos
que se puedan medir y palpar, porque la patria no es una entelequia, ni la caja
registradora de nadie, sino el fruto de nuestras acciones como ciudadanos.
Al repasar la vida proba de este hombre de la Villa de Los
Santos hacemos justicia a quienes como él tienen la proa puesta en un ideal. De
esos istmeños que no se cansan de bregar, aunque otros estén empeñados en depredar
los bienes públicos, socaven la confianza de los ciudadanos y presenten a
nuestra juventud ejemplos poco edificantes.
La Fundación Juan Antonio Rodríguez se complace en saludar a
don Teodoro García Cortez y a su familia. La salutación se realiza en el marco
propicio de la Feria Internacional de Azuero. Hoy y para siempre, le hacemos
llegar este reconocimiento nacido del convencimiento de que son más los
panameños que edifican, que aquellos que se empeñan en destruir lo que otros
han edificado. Y don Teodoro forma parte de aquellos que dejan huellas.
....mpr.......
Fundación Juan
Antonio Rodríguez
En las faldas de
cerro El Barco a 28 de abril de 2018.
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