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08 noviembre 2022

GUARARÉ Y EL 10 DE NOVIEMBRE DE 1903

 


El 10 de noviembre de 1903 se constituye, por derecho propio, en otro hito memorable del calendario histórico de los guarareños. En efecto, hace más de un siglo la generación que había nacido en la segunda mitad del siglo XIX, y aún antes, se reunieron en cabildo abierto convocado por las autoridades de aquella época para escuchar y hacerse protagonista de un acto en el que trazaron sus derroteros y los de las generaciones venideras. De común acuerdo optaron por un sistema republicano, independiente y democrático, y se adhirieron al movimiento que, en la ciudad de Panamá, buscaban separar al Istmo de la República de Colombia.

Aquel suceso histórico no deja de ser un acto corajudo, porque apenas habían transcurrido siete días de otro similar realizado en la ciudad de Panamá. Por aquellas calendas recién habían cesado los tambores de guerra entre liberales y conservadores, un niño llamado Manuel Fernando de Las Mercedes Zárate cumple cuatro años y la maestra Juana Vernaza prepara sus bártulos para impartir clases en la Escuela de Niñas. En Guararé no había parque central, aunque existía la plaza que en los años veinte, al ser transformada en parque público, se llamará Bibiana Pérez Gutiérrez. Por su parte, ya está en Guararé el cura Ubaldino Córdoba López, presbítero que acompañará la grey católica hasta bien entrada la primera mitad del siglo XX.

El 10 de noviembre, un pueblo apacible y digno, otra vez levanta la voz para ratificar en el mismo día y mes, aunque ochenta y dos años después, el derecho a la autodeterminación reclamado por la Villa de Los Santos en el siglo XIX, aunque en Guararé se realiza bajo otras circunstancias, año y siglo. El acta encontrada en los archivos nacionales y replicada en la Gaceta Oficial # 1, Año 1, Serie 1, #15 del 25 de enero de 1904, así lo confirma.

Este jalón libertario rubrica que la adhesión guarareña es un acto en firme, respaldado con documentación existente, lo que confiere al evento una validez que no puede ser negada. Es más, la pulcra redacción del acta de adhesión demuestra que el evento de adhesión se realizó con amplia participación ciudadana.

Lo que el documento evidencia es el respaldo popular a un cabildo abierto sumamente representativo. Basta con ver los apellidos para percatarse que el llamado no procede de un grupo de poder excluyente y con ínfulas de grandeza. Son centenares los firmantes que allí aparecen, y como no podía ser de otra manera, en aquellos tiempos la rúbrica corresponde a varones que en su mayoría son cabezas de familia. El campo y el emplazamiento urbano se dan en este caso un abrazo de patria.

Habría que realizar un estudio más exhaustivo, pero todo apunta a confirmar que asistieron guarareños que moraban desde las zonas aledañas al Canajagua, hasta habitantes de la costa, las marismas y las riberas del río guarareño, morando a uno y otro lado de esta corriente acuosa con nombre de cacique indígena.

El distrito de Guararé inicia el siglo XX con paso firme, lo que demuestra el proceso de maduración de sus habitantes, confirma los vínculos que por la vía del puerto o ría se tiene con la capital de la república, porque Porras aún no ha construido la carretera, ni la población cuenta con un edificio escolar que tendrá que esperar hasta la década del treinta. Mientras tanto la generación de inicios del siglo XX recibe sus nociones básicas en escuelas para párvulos en casas separadas, para niñas y varones.

Lo hermoso de la adhesión guarareña radica en percatarse que en el acta de adhesión no hay asomo de conflicto, ni de batallones dispuestos a ofrendar sus vidas. Lo de Guararé es compromiso, acompañamiento y reflexión, así como profunda es la fe en los destinos nacionales. No es este un suceso que pueda ser catalogado de grito, hay sí, patriotismo y redacción mesurada, alejada de ditirambos innecesarios, acaso porque los firmantes han vivido en carne propia las secuelas de la Guerra de Los Mil Días y encuentran un país casi sumido en las ruinas.

En 1903 estamos ante el inicio de una nueva época, en una centuria que se mira en lontananza con esperanza, porque los niños de entonces serán el relevo generacional que les tocará vivir parte de las promesas que implica el 10 de noviembre de 1903, el suceso histórico que abre para ellos un pimpollo en flor.

Corresponde a los guarareños ser fiel a ese llamado libertario, valorar la gesta en su pleno significado, realizar la lectura correcta de su misión trascendente, para que la fecha no quede presa de la celebración y sea también calidad de vida, inteligencia libertaria y deseos de edificar una sociedad que valora sus expresiones vernáculas, pero que es capaz de morar en un mundo en constante transformación.

A la altura del camino en que se encuentra transitando el guarareñismo, la existencia comprobada de la adhesión de Guararé al movimiento que hace posible la separación de Panamá de Colombia, sin duda es motivo de regocijo y complacencia, pero también implica un desafío inmenso para quienes crecimos a la sombra de la Escuela Juana Vernaza, valoramos el zaratismo y hemos hecho del culto a las tradiciones una manera de ser.

El 10 de noviembre de 1903 es compromiso puro, la certeza de una vida proba, la inteligencia alumbrando los recodos del camino y el convencimiento de que nos esperan grandes realizaciones. Que la virgen de Las Mercedes ilumine nuestro sendero y nos permita continuar conmemorando esta trascendente fecha histórica, al mismo tiempo que los frutos del desarrollo invaden nuestros campos y pueblos, mientras se escucha en la distancia el liberador sonido de la mejorana.

…….mpr…

7/XI/2022

 

 

 

 

 

 


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