Dice el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE), que el vocablo que nos interesa, zoquete, se refiere a un “pedazo de madera corto y grueso, que queda sobrante al labrar o utilizar un madero”. En otra acepción afirma que zoquete es “una persona tarda en comprender” e incluso en Paraguay, -no faltaba más-, se refiere a un “cargo público”.
La verdad es que todo esto me ha dejado cavilando sobre el uso que en nuestra región ístmica le damos al término y que no parece estar plenamente documentado por la RAE, porque una zoquetá para el panameño es algo sin importancia, producto de un meollo cuya racionalidad se pone en duda. Hablar zoquetá es meditar sobre lo baladí, de allí que el zoquete encarne ese rasgo o cualidad para nada apetecible.
Y es que todo esto de la zoquetá y zoquete no sé por qué me viene a la mente cuando pienso en las crujías por las que pasa la nación y la sociedad panameña. En Panamá la zoquetá se ha convertido en un estorbo para vivir; porque muchas veces nos persigue en la televisión, la radio, la televisión, la universidad, los periódicos y hasta en las manifestaciones deportivas. ¿Acaso no ha visto Usted la cara de zoquete ilustrado que ponen algunos “expertos” y “asesores”?.
Óigame, todo se complica. ¡Qué lío este de no poder escuchar buena música!, porque cuando menos Usted lo espera, por allí sale un zoquete que se cree cantante y nos malogra los tímpanos con una zoquetá de letra y con unos ruidos que el fulano piensa que son arpegios de la mejor calidad.
En efecto, la zoquetá está adquiriendo tal relevancia que a veces estoy tentado de convertirme en zoquete a tiempo completo. Digo, para sentirme bien y ser normal. Sí, porque lo malo es que esas cosas se pegan, cual si se tratara de una “gripe para zoquetes”. ¡Ay de aquél que alguna vez no haya cometido una zoquetá!, parecerá un bicho raro en un mundo de zoquetes.
Todas estas cosas me duelen por nuestros jóvenes, porque ya uno es un zoquete que luce canas y a esta edad no tiene sentido el dejar de serlo. (“Moro viejo mal cristiano”, nos enseña la paremiología). Por ejemplo, los panameños nos hemos aguantado, durante casi todo el período republicano, una zoquetá de gobiernos. Y lo triste es que uno se ve forzado a escoger, cada cierto tiempo, a otro zoquete para que nos desgobierne, como si no fueran suficiente todos los zoquetes que le antecedieron. Y los jóvenes crecen con una fe ciega en este democrático torneo de las zoquetadas.
Yo creo que los científicos deberían inventar una vacuna que nos prevenga de la plaga de la zoquetá que abraza al mundo. He llegado a esta conclusión luego de ver en la televisión a un fulano defendiendo esas cloacas de la contaminación que son las minas a cielo abierto. ¡Habrase visto zoquete más grande y despistado! Sí, porque el problema del zoquete es que de tanto repetir zoquetadas termina por creerlas.
No cabe la menor duda que si Carlitos viviera, gritaría: “Zoquetes del mundo uníos”, porque una mayoría tan aplastante y sindicalizada haría temblar a quienes no lo fueran. Sería la primera y consciente lucha por el poder entre los zoquetes del mundo. Saldo de todo: la homogeneidad política en el “Planeta de los zoquetes”.
Mientras espero la llegada de ese “Mundo feliz” (porque el pobre de Huxley jamás se imaginó semejante contratiempo), voy a dejar de redactar esta crónica, no vaya a ser que alguien se disguste y me lleve ante el Sr. Juez, acusado de atentar contra el sacrosanto derecho que tenemos a vivir de zoquetada en zoquetada. ….mpr…
Jajaja, muy chistoso, pero no por eso deja de ser real. La zoquetá está en todas partes, sobre todo en la televisión. Yo creo que esa caja zoqueta es la que nos tiene más zoquetes.
ResponderEliminarUn gran saludos Profe!