Gobernadora y Presidente del Comité Pro Celebración del Primer Centenario de la Refundación de la Provincia de Los Santos colocan ofrenda floral ante el busto del Dr. Belisario Porras Barahona. |
El mes de enero siempre ha sido una
época mágica en la Península de Azuero, no sólo porque inicia el
año y la fiesta de Reyes está a la vuelta de la esquina, sino
porque la naturaleza canta su alegría en los madroños, campanillas
veraneras y otras flores del campo. Todo exhala gozo y felicidad
porque el calendario festivo habla de mejores tiempos, las jugosas
sandías se expenden a la vera del camino, al mismo tiempo que un eco
de murgas anticipa el paroxismo de la fiesta de Momo. Y no hace
mucho, quizás, algún niño ha encampanado la polícroma cometa que
pregona, desde los aires, el reinado del estío peninsular.
Habrá ya un siglo , en un similar
contexto social y cultural, los santeños se congregaron en el
poblado para saludar la iniciativa del más preclaro de sus hijos, el
Dr. Belisario Porras Barahona, quien arribaba a su tierra natal para
refundar la Provincia de Los Santos y realizar, en pleno mes de
marzo, el acto formal que así lo establecía.
En
efecto, ha transcurrido un siglo desde que, el Ilustre Caudillo
publicara la Ley 17 de 18 de enero de 1915, con la cual daba por
refundaba la Provincia de Los Santos y creaba, simultáneamente, la
de Herrera. La fecha es relevante porque recoge la vida azarosa de
una provincia cuyo nombre se remonta al Siglo XVI, cuando se crea la
Villa de Los Santos, población que terminó por dar nombre al resto
de la zona peninsular.
Hay
que advertir que lo realizado no era un acto nuevo, pero ahora sí
definitivo. En el transcurso del Siglo XIX a la región
administrativa algunas veces se le denominó departamento y en otras
ocasiones provincia, pero casi siempre se le conoció como Los
Santos. El hecho es importante porque hay que diferencia entre lo que
hemos dado en llamar Provincia de Los Santos, de lo que podríamos
denominar el santeñismo. Aquélla jurisdicción provincial es la que
conmemoramos en la fecha, pero el santeñismo como expresión
cultural y sociológica, es quien permite la supervivencia de lo
santeño a través del tiempo.
Recordemos
que durante el Siglo XIX las capitales provinciales tuvieron como
asiento a tres poblaciones: Villa de Los Santos, Pesé y Las Tablas,
cuyas cabeceras se intercambiaban de acuerdo a los intereses
políticos de la época. Sin embargo, en el fondo existía un
sentimiento de unión cuyo orígen reside en compartir la orejana
cultura común. Este fenómeno es tan cierto, que aún hoy Los Santos
y Herrera mantienen tales vínculos comunitarios y esa misma cultura
no ha podido ser escindida por la existencia de una corriente
fluvial, el río La Villa.
De
lo dicho se colige que lo santeño antecede a la provincia y en el
fondo es el fundamento del acto de refundación provincial que
realiza el Dr. Porras Barahona. Dicho de manera más clara, cuando se
crea la provincia ya el santeñismo tiene cuatrocientos años de
existencia. Debe quedar claro que la polémica división porrista
pretendía hacer más funcional la administración de una zona que
para la época apenas si tenía medios de comunicación terrestre y
que estaba más ligada, por vía marítima, a la Ciudad de Panamá
que entre los pueblos de su propia jurisdicción.
Desde
la perspectiva y atalaya del año 2015, puede el ciudadano mirar
retrospectivamente y pensar que no fue justo la partición de Los
Santos para crear otra provincia, iniciativa que también hay que
reconocerle al primer gobernador, don Moisés Espino, con la Ley 55
de 30 de diciembre de 1914, que antecede a la que comentamos. Afirmo
que inadvertidamente alguien podría reprocharle a Porras y a Espino
tal desmembramiento provincial, pero tal postura no sería justa si
analizamos el contexto histórico de aquellos primeros años del
Siglo XX. Recordemos que además de los escasos medios de
comunicación y transporte regional, Los Sants era una región con
niveles de analfabetismo que superaban el noventa por ciento de la
población, poseía un sistema de salud incipiente, así como una
organización judicial en estado embrionario. Tanto, que aún en
muchos pueblos se enseñoreaban los llamados “guapos”, herencia
orejana del honor medieval que para aquellas calendas dejaba su
impronta de machetes y fuerza bruta.
Por
las razones expuestas no se puede comprender la refundación porrista
basado únicamente en la fecha escueta, vale decir, el 18 de enero
de 1915, cuando el país sólo tenía 12 años como república y
todavía no estaban distantes las secuelas de la Guerra de Los Mil
Días.
A
un siglo de distancia podemos afirmar que la Provincia de Los Santos
ha sido un éxito como tal. De aquella región rural y apenas
integrada a la nación panameña hemos evolucionado a poseer los
índices más bajos de analfabetismo, las carreteras llegan a los
rincones más apartados de nuestra geografía y la salud pública,
como la educación, ya no son prerrogativas de determinadas clases
sociales. Sin duda aún queda mucho camino por andar, pero no hay
comparación posible entre el ayer y lo que presenciamos en los
tiempos actuales.
Nuestro
desarrollo económico, social, ambiental y político no ha sido fácil
y excento de altibajos. En temas ambientales, por ejemplo, la lección
es clara. Debemos corregir el desacierto de depredar la naturaleza,
impactando negativamente la flora y fauna existente a principios del
Siglo XX. En el plano político podemos afirmar que cuatro santeños
han ocupado el solio presidencial, así como otros no han honrado la
investidura política que el pueblo ha colocado sobre sus hombros.
Comprendamos
que el santeñismo ha sido pujante porque debajo de él late una
cultura que le ha acompañado a lo largo del tiempo. La identidad
cultural ha sido sello un distintivo, porque el orgullo sano por
nuestras raíces nos ha permtido realizar aportes significativos al
rostro de la nación istmeña. Música, danzas, vestuarios y
festivales folclóricos pregonan la existencia de un pueblo alegre,
trabajador y festivo. Lo nuestro ha sido un amasijo, una argamasa de
festividades, religión y ética laboral. Esta ha sido nuestra gran
fortaleza como sociedad, pero al mismo tiempo nuestro calvario
cuando hemos olvidado que los excesos no son saludables para el
conglomerado social.
En
este Siglo XXI debemos tener presente que el futuro será el
producto de nuestros sueños colectivos, de la lucidez de propuestas
de desarrollo, pero sobre todo de la capacidad para preservar la
herencia de nuestros antepasados. Y es justamente allí, en su ethos
social, en donde el santeño encontrará la fuerza para trazarse sus
derroteros. El santeñismo no será tal sin la puesta en valor del
mayor activo con que ha contado a lo largo de los últimos cinco
siglos y, particularmente, de la centuria que transcurre entre 1915 y
2015. Me refiero a la ética del trabajo de nuestros abuelos y
tatarabuelos. Porque no hay calidad de vida, sin esfuerzo laboral ni
respeto por la personalidad colectiva de los antepasados. Nadie nos
va a entregar lo que seamos incapaces de construir basado en el
esfuerzo laboral y el orgullo de ser lo que somos, alejados de
regionalismos intrascendentes y de mentalidades parroquiales.
Yo
estoy más que seguro que cuando arribe el año 2115, en esta misma
plaza, nadie podrá reunirse para recordar los doscientos años de
refundación provincial santeña, si no administramos juiciosamente
la promesa que representa el futuro, porque lo que nos espera es
mayor integración al Panamá y al mundo. Este contexto inevitable
hay que mirarlo no como una amenaza, sino como una oportunidad. Por
eso los santeños necesitamos una mayor conjunción de visión
histórica, planificación del desarrollo y valores comunitarios.
En
efecto, el primer centenario de la refundación de la Provincia de
Los Santos no es momento de reproches infantiles ni de alabanzas
huecas, sino de fe en nuestro destino común. Veamos el futuro con
entusiamo, conscientes que el santeñismo sigue vivo y que lo seguirá
siendo mientras nuestros hijos logren avizorar al Canajagua y
sientan que es más que un cerro, escuchen la décima y algo como
una congoja se desgrane dentro de sus pechos.
Amigos
y coterráneos santeños, si en este día y fecha memorable asistimos
a este acto de recordación, es porque el evento grita a los cuatro
viento que nuestros antepasados hicieron lo correcto. Confiemos que
las generaciones que nos releven también puedan decir lo mismo de
nosotros. Quiera Dios que la Provincia de Los Santos, así como la
cultura y sociedad que le cobijan, continúen siendo orgullo y prez
de la nación istmeña.
*
Discurso con motivo del Primer
Centenario de refundación de la Provincia de Los Santos. Las Tablas,
Provincia de Los Santos, domingo 18 de enero de 2015.
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