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18 enero 2015

PRIMER CENTENARIO DE LA REFUNDACIÓN DE LA PROVINCIA DE LOS SANTOS (1915-2015)


Gobernadora y Presidente del Comité Pro Celebración del Primer Centenario de la  Refundación de la Provincia de Los Santos colocan ofrenda floral ante el busto del Dr. Belisario Porras Barahona.

El mes de enero siempre ha sido una época mágica en la Península de Azuero, no sólo porque inicia el año y la fiesta de Reyes está a la vuelta de la esquina, sino porque la naturaleza canta su alegría en los madroños, campanillas veraneras y otras flores del campo. Todo exhala gozo y felicidad porque el calendario festivo habla de mejores tiempos, las jugosas sandías se expenden a la vera del camino, al mismo tiempo que un eco de murgas anticipa el paroxismo de la fiesta de Momo. Y no hace mucho, quizás, algún niño ha encampanado la polícroma cometa que pregona, desde los aires, el reinado del estío peninsular.

Habrá ya un siglo , en un similar contexto social y cultural, los santeños se congregaron en el poblado para saludar la iniciativa del más preclaro de sus hijos, el Dr. Belisario Porras Barahona, quien arribaba a su tierra natal para refundar la Provincia de Los Santos y realizar, en pleno mes de marzo, el acto formal que así lo establecía.

En efecto, ha transcurrido un siglo desde que, el Ilustre Caudillo publicara la Ley 17 de 18 de enero de 1915, con la cual daba por refundaba la Provincia de Los Santos y creaba, simultáneamente, la de Herrera. La fecha es relevante porque recoge la vida azarosa de una provincia cuyo nombre se remonta al Siglo XVI, cuando se crea la Villa de Los Santos, población que terminó por dar nombre al resto de la zona peninsular.

Hay que advertir que lo realizado no era un acto nuevo, pero ahora sí definitivo. En el transcurso del Siglo XIX a la región administrativa algunas veces se le denominó departamento y en otras ocasiones provincia, pero casi siempre se le conoció como Los Santos. El hecho es importante porque hay que diferencia entre lo que hemos dado en llamar Provincia de Los Santos, de lo que podríamos denominar el santeñismo. Aquélla jurisdicción provincial es la que conmemoramos en la fecha, pero el santeñismo como expresión cultural y sociológica, es quien permite la supervivencia de lo santeño a través del tiempo.

Recordemos que durante el Siglo XIX las capitales provinciales tuvieron como asiento a tres poblaciones: Villa de Los Santos, Pesé y Las Tablas, cuyas cabeceras se intercambiaban de acuerdo a los intereses políticos de la época. Sin embargo, en el fondo existía un sentimiento de unión cuyo orígen reside en compartir la orejana cultura común. Este fenómeno es tan cierto, que aún hoy Los Santos y Herrera mantienen tales vínculos comunitarios y esa misma cultura no ha podido ser escindida por la existencia de una corriente fluvial, el río La Villa.

De lo dicho se colige que lo santeño antecede a la provincia y en el fondo es el fundamento del acto de refundación provincial que realiza el Dr. Porras Barahona. Dicho de manera más clara, cuando se crea la provincia ya el santeñismo tiene cuatrocientos años de existencia. Debe quedar claro que la polémica división porrista pretendía hacer más funcional la administración de una zona que para la época apenas si tenía medios de comunicación terrestre y que estaba más ligada, por vía marítima, a la Ciudad de Panamá que entre los pueblos de su propia jurisdicción.

Desde la perspectiva y atalaya del año 2015, puede el ciudadano mirar retrospectivamente y pensar que no fue justo la partición de Los Santos para crear otra provincia, iniciativa que también hay que reconocerle al primer gobernador, don Moisés Espino, con la Ley 55 de 30 de diciembre de 1914, que antecede a la que comentamos. Afirmo que inadvertidamente alguien podría reprocharle a Porras y a Espino tal desmembramiento provincial, pero tal postura no sería justa si analizamos el contexto histórico de aquellos primeros años del Siglo XX. Recordemos que además de los escasos medios de comunicación y transporte regional, Los Sants era una región con niveles de analfabetismo que superaban el noventa por ciento de la población, poseía un sistema de salud incipiente, así como una organización judicial en estado embrionario. Tanto, que aún en muchos pueblos se enseñoreaban los llamados “guapos”, herencia orejana del honor medieval que para aquellas calendas dejaba su impronta de machetes y fuerza bruta.

Por las razones expuestas no se puede comprender la refundación porrista basado únicamente en la fecha escueta, vale decir, el 18 de enero de 1915, cuando el país sólo tenía 12 años como república y todavía no estaban distantes las secuelas de la Guerra de Los Mil Días.

A un siglo de distancia podemos afirmar que la Provincia de Los Santos ha sido un éxito como tal. De aquella región rural y apenas integrada a la nación panameña hemos evolucionado a poseer los índices más bajos de analfabetismo, las carreteras llegan a los rincones más apartados de nuestra geografía y la salud pública, como la educación, ya no son prerrogativas de determinadas clases sociales. Sin duda aún queda mucho camino por andar, pero no hay comparación posible entre el ayer y lo que presenciamos en los tiempos actuales.

Nuestro desarrollo económico, social, ambiental y político no ha sido fácil y excento de altibajos. En temas ambientales, por ejemplo, la lección es clara. Debemos corregir el desacierto de depredar la naturaleza, impactando negativamente la flora y fauna existente a principios del Siglo XX. En el plano político podemos afirmar que cuatro santeños han ocupado el solio presidencial, así como otros no han honrado la investidura política que el pueblo ha colocado sobre sus hombros.

Comprendamos que el santeñismo ha sido pujante porque debajo de él late una cultura que le ha acompañado a lo largo del tiempo. La identidad cultural ha sido sello un distintivo, porque el orgullo sano por nuestras raíces nos ha permtido realizar aportes significativos al rostro de la nación istmeña. Música, danzas, vestuarios y festivales folclóricos pregonan la existencia de un pueblo alegre, trabajador y festivo. Lo nuestro ha sido un amasijo, una argamasa de festividades, religión y ética laboral. Esta ha sido nuestra gran fortaleza como sociedad, pero al mismo tiempo nuestro calvario cuando hemos olvidado que los excesos no son saludables para el conglomerado social.

En este Siglo XXI debemos tener presente que el futuro será el producto de nuestros sueños colectivos, de la lucidez de propuestas de desarrollo, pero sobre todo de la capacidad para preservar la herencia de nuestros antepasados. Y es justamente allí, en su ethos social, en donde el santeño encontrará la fuerza para trazarse sus derroteros. El santeñismo no será tal sin la puesta en valor del mayor activo con que ha contado a lo largo de los últimos cinco siglos y, particularmente, de la centuria que transcurre entre 1915 y 2015. Me refiero a la ética del trabajo de nuestros abuelos y tatarabuelos. Porque no hay calidad de vida, sin esfuerzo laboral ni respeto por la personalidad colectiva de los antepasados. Nadie nos va a entregar lo que seamos incapaces de construir basado en el esfuerzo laboral y el orgullo de ser lo que somos, alejados de regionalismos intrascendentes y de mentalidades parroquiales.

Yo estoy más que seguro que cuando arribe el año 2115, en esta misma plaza, nadie podrá reunirse para recordar los doscientos años de refundación provincial santeña, si no administramos juiciosamente la promesa que representa el futuro, porque lo que nos espera es mayor integración al Panamá y al mundo. Este contexto inevitable hay que mirarlo no como una amenaza, sino como una oportunidad. Por eso los santeños necesitamos una mayor conjunción de visión histórica, planificación del desarrollo y valores comunitarios.

En efecto, el primer centenario de la refundación de la Provincia de Los Santos no es momento de reproches infantiles ni de alabanzas huecas, sino de fe en nuestro destino común. Veamos el futuro con entusiamo, conscientes que el santeñismo sigue vivo y que lo seguirá siendo mientras nuestros hijos logren avizorar al Canajagua y sientan que es más que un cerro, escuchen la décima y algo como una congoja se desgrane dentro de sus pechos.

Amigos y coterráneos santeños, si en este día y fecha memorable asistimos a este acto de recordación, es porque el evento grita a los cuatro viento que nuestros antepasados hicieron lo correcto. Confiemos que las generaciones que nos releven también puedan decir lo mismo de nosotros. Quiera Dios que la Provincia de Los Santos, así como la cultura y sociedad que le cobijan, continúen siendo orgullo y prez de la nación istmeña.

* Discurso con motivo del Primer Centenario de refundación de la Provincia de Los Santos. Las Tablas, Provincia de Los Santos, domingo 18 de enero de 2015.













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