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19 noviembre 2022

EL HABLA DEL OREJANO

 


Sobre la forma de hablar del hombre que habita la zona hay mucha tela que cortar, desde el dejo al hacerlo, hasta el uso de vocablos. Sin embargo, lo que ahora interesa es comentar, muy brevemente, las peculiaridades históricas. Y al respecto la referencia más temprana corresponde a lo escrito en el año 1881 por el doctor Belisario Porras Barahona, en su opúsculo El Orejano, publicado el año siguiente en el Papel Periódico Ilustrado de la capital colombiana. Así describe Porras el habla peninsular. Dice del orejano que:

“…aunque mora en costas, en toda la extensión del terreno comprendido en el Istmo de las montañas al mar; pues es más suave y dulce su lenguaje que el del habitante de la ciudad de Panamá, Colón, Chagres y Portobelo. El dice, dice, por ejemplo, de una vaca que es jorra o ajorra, por ahorra; y que es de jarina el pan, y que no hay igualda en el gobierno, y que es bueno comel cuando se tiene jambre; pero no dice Manuer es un negrito bozaa. El orejano usa de la “s”, ya se halle esta en final ó en principio de dicción; y a diferencia del mulato, cambia la “r” en “l” para hacer más suave la pronunciación.

Sorpréndese uno al encontrar en el lenguaje del orejano voces metafóricas de una lógica irrecusable. Así, por ejemplo, la acción de adulterio la expresa el con el verbo quemar, y dice: fulanita ha quemado a su marido. La pena que sufre por amores, es cabanga, palabra que en el Istmo indica un dulce agradabilísimo, pero indigesto”.

Mire usted que hemos cambiado poco, porque luego de más de una centuria del opúsculo del tableño, aún se escucha por allí: jambre (hambre), tajona (tahona), jijo (hijo), jullil (huir), jediondo (hediondo), jarina (harina), jocico (hocico) y muchas otras. Y lo más interesante no es solo la forma de hablar y el acento peculiar, sino la existencia de arcaísmos, vocablos en desuso, que se constituyen en valiosas herramientas que reflejan los contactos entre culturas, préstamos que pueden ser rastreados analizando el vocabulario regional, como en los casos de lo indígena, hispánico, negroide, hebreo y mozárabe.

¡En verdad que somos peculiares! Y lo afirmo alejado de regionalismos intrascendentes, aunque orgulloso del idioma del Manco de Lepanto, porque la región peninsular es un impresionante laboratorio sociológico que aún espera la luz poderosa de la inteligencia que le estudie y le ame.

12/VII/2022

 

 


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