Bandera en palo encebado |
Un creciente conjunto de factores, que aquí sería largo enumerar, han conducido a la educación panameña por senderos poco edificantes. Los hechos abarcan desde una vergonzosa ingerencia de politicastros antiguos y de nuevo cuño, hasta una docencia cuyo perfil se aproxima a una mercenaria conducta de quien se ofrece como una mercancía en subasta.
No obstante, lo que aquí interesa plantear es el alejamiento docente y estudiantil de la literatura clásica de todos los tiempos. Porque es evidente que cada vez se lee menos en la casa y en los claustros escolares; proceder que no es exclusivo del sector estudiantil, sino de la población panameña en general.
Preocupa observar cómo florecen -cual mala hierba-, un conjunto de folletines, fotocopias y resúmenes que pretenden suplantar a escritos que se consideraban hitos generacionales de todos los tiempos. Porque debería ser evidente que sólo se puede, pongamos por caso, comprender a Rousseau, Shakespeare y Cervantes, bebiendo de sus propias fuentes.
Lo que nos inquieta profundamente es percatarnos que nuestra educación actual parece sentirse satisfecha viendo cómo los estudiantes se aprenden de memoria los títulos de algunos textos clásicos; dándose el caso que jamás han tenido acceso a dicha literatura universal. Cuesta trabajo pensar en un economista que nunca haya leído La Riqueza de las Naciones, de Adam Smith; en un sociólogo que conozca de oídas Las Reglas del Método Sociológico, de Emilio Durkheim o en un educador que escuchó que Juan Jacobo Rousseau redactó un libro denominado El Emilio.
Sin duda en este punto acudirán a nuestra mente las socorridas excusas de que los libros no se consiguen, que están caros, que tienen la letra muy pequeña, que no tienen figuritas o de que vivimos en una permanente crisis. En vista de todo ello, se argumenta, hay que presentarle al estudiante una síntesis de las síntesis.
Al respecto, nos consterna el pensar en el derroche económico que representan las innumerables fiestas, o los saltos cuánticos del Ministerio de Educación que invierte cifras millonarias en la compra de computadoras para escuelas donde las bibliotecas lucen desnutridos anaqueles. Las computadoras no obrarán mágicas transformaciones sobre nuestros jóvenes si éstos no tienen ni siquiera una burda imagen de la historia de las ideas, las "guarichas" continúan iluminando los cuadernos y Belisario Porras es confundido con Pablo Neruda.
Se impone un retorno a los clásicos. Que continúen los apuntes de clases, algunas fotocopias y no pocos folletos de estudio, pero sin olvidar que la verdadera instrucción está en los libros y que un verdadero profesional debe contar con una biblioteca de clásicos de su especialidad; así como de aquellos que fortalecen nuestra formación integral. En verdad, la educación en base a folletos sólo produce mentes folletinescas.
....mpr... (ÁGORA Y TOTUMA # 25)
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