JUAN CARLOS RIVERA MENDIETA |
El filósofo griego Platón, entre sus múltiples y sabias alegorías, habló de El
mito de la caverna al referirse a unos prisioneros que viven encadenados
en una cueva oscura, sin poder ver el origen de sus cadenas y cuya única
percepción de la “realidad” les llega mediante un engañoso juego de sombras que
algunos malintencionados les proyectan, valiéndose de una hoguera en el extremo
opuesto de la cueva. Una fiel recreación de este patético escenario es la
actitud del panameño promedio frente al ciclo electorero de cinco años que
comprende desde la elección de sus nuevos verdugos hasta su reemplazo por otros
también verdugos con diferentes nombres pero con los mismos apellidos.
Todo comienza cuando el 91% de nuestros ciudadanos habilitados para votar se
apersonan cándidamente a las urnas para apoyar la política de destrucción del
Estado ejecutada por el oficialismo en los últimos 5 años, salvaguardar su
actual o asegurarse una futura usualmente inmeritoria e inoperante posición
“laboral” en el sector público, castigar al gobierno de turno por no llenar sus
expectativas como si esto fuese una prioridad para éste, depositar sus
expectativas en la alternativa que curiosamente siempre está relacionada por
consanguinidad o afinidad con el gobierno saliente o sencillamente ejercer
inércicamente su derecho ciudadano para que luego éste sea constantemente
violado.
Posteriormente, sobreviene la luna de miel, en donde nos reiteran la demagogia
con la que nos hipnotizaron durante la campaña. Sin embargo, esta fase nunca
dura más de 6 meses, pues el despertar no se hace esperar. Una extraña lucidez
nos hace confrontar lo prometido en campaña con los hechos ineludibles hasta
para nuestra incipiente perspicacia, y así comienza el desencanto. A esto le
sigue un odio visceral que nos acompañará los próximos 3 años como si no
hubiésemos tenido nada que ver con lo que está sucediendo. Solemos contar
los años, meses, semanas y días que le restan al despreciable gobierno, sin
ponernos a pensar que estábamos haciendo exactamente lo mismo hace apenas unos
meses antes de quedar nuevamente imbuidos por la euforia politiquera que nos
borró la memoria y la consciencia por completo.
Finalmente, se avecina la campaña electorera, y la élite feudal criolla (EFC)
se reúne nuevamente en su Cuartel General y acuerda cómo volver a mover sus
hilos de sugestión y poder dentro de absolutamente todos los partidos que hasta
ahora nos han pastoreado. En medio de este circo de títeres, no faltan
confrontaciones mediáticas tipo WWE entre los emisarios de la EFC, las cuales
muchas veces engendran verdaderos conflictos en un pueblo ingenuo, mitóvoro,
masoquista y suicida que aún no entiende que un jamón de dudosa procedencia
cuesta mucho menos que 5 años más opresión socieoeconómica. Es en esta fase
donde los politiqueros hacen gala de toda su mitomanía cautivadora de masas.
Mientras tanto, Panamá, ese país al que decimos prodigarle tanto amor, sobre
todo durante la parafernalia novembrina de cada año, se desangra producto de
las nefastas políticas que implementan nuestros democrática y estúpidamente
electos gobiernos, e igualmente de nuestra calamitosa y sanguijuélica actitud
ciudadana. Sí, es bajeza el buscar chivos expiatorios en los gobiernos que no
hacen más que reflejar los vicios de una sociedad, o acaso sUciedad, que todos
hemos ayudado a crear, ya sea a través de nuestras malas acciones o buenas
inacciones.
Y así pasa el tiempo, enemigo inmesericorde de todo ser viviente, y se lleva
consigo las fugaces oportunidades de desarrollo que en nada se parece a la
falsa sensación de bienestar en la que vivimos, buscando siempre consuelo y
resignación en los que están peor que nosotros, mas no ejemplo e inspiración en
los que están mejor. Lo cierto es que como dice el Buki Mayor, “nada es por
siempre”.
Panamá no es inagotable ni mucho menos indestructible a pesar de la fantasía
con la que solemos doparnos. Para los aún escépticos, consulten con los chamos
cómo su país cayó en desgracia. Por si no lo sabían, Venezuela es un país mucho
más rico que el nuestro; sin embargo, esto no fue suficiente para salvarlos de
una situación muy parecida a la que se está incubando aquí. Mucho más pronto de
lo que creemos o ignoramos, a Mr. Saik le sobrará inspiración local para
componer “Pana, la panameña que hace carimañolas” gracias a la desestimada
venezuelización que estamos sufriendo
Lamentablemente, repetir el éxodo hacia Venezuela como lo hicimos a finales de
los 80 no es una opción, pues, quien alguna vez nos sirvió de anfitrión, hoy es
nuestro huésped. Tampoco lo es el seguir los pasos de los hondureños, ya que
EUA no tiene ni el deseo ni la obligación de acoger a los expulsados de países,
cuya población no asume la responsabilidad por su propio destino. Por ende,
tenemos 2 opciones: seguir haciendo lo mismo una y otra vez a la espera de un
resultado diferente, algo que en el mundo anglosajón es considerado desquicio,
o cambiar de ruta, lo cual implica el despojarnos de nuestra deplorable
consciencia.
A estas alturas, todos aquí deberíamos estar conscientes de dónde estamos,
hacia dónde vamos y por qué … mejor dicho, por quiénes.
¡NO A LA REELECCIÓN DE POLITIQUEROS DE AYER Y HOY!
No hay comentarios:
Publicar un comentario