1. ¿Qué significado tienen las llamadas juntas para el hombre azuerense?
La junta es la expresión de la hermandad campesina. Surge al calor de los problemas que confrontaba la sociedad de antaño y la búsqueda de solución a los mismos. Demuestra que el trabajo en equipo aminora los esfuerzos y permite reducir los riesgos que padece el hombre en su interacción con la naturaleza.
El hombre azuerense aún ama las juntas, porque ellas resumen su filosofía de vida campesina, recoge la visión de lo que ha sido y desea continuar siendo: un hombre libre, unido por los lazos de solidaridad humana.
2 ¿Acaso legamos de alguien esta tradición o es autóctona de nuestras tierras?
Podemos decir que la junta es una institución social que de alguna manera tiene elementos autóctonos y otros añadidos con la llegada del español y del negro colonial. La dispersión rural, tan característica de la fase de colonización, permitió que los españoles diseminados en haciendas hicieran suyas las experiencias organizativas del negro e indígena. Siendo así, la junta es una forma organizativa híbrida que es el producto de la interacción de tres grupos humanos: españoles, negros e indígenas
3. ¿Estará nuestra juventud preparada para continuar con estas tradiciones?
Pienso que la juventud tiene serios problemas para asumir la mística que subyace detrás del trabajo cooperativo de la junta. Ellos han crecido dentro de una cultura individualista y mercantilista en donde los valores cooperativos pasan a segundo plano. Sin embargo, hay que distinguir entre el joven que reside en las principales ciudades y el que radica en aldeas y pueblos chicos. Estos últimos tienen más posibilidades de comprender la filosofía de la junta, no sólo porque lo han vivido, sino porque los valores comunitarios tienen más sentido en su existencia.
Esta última razón es la que explica el alto desarrollo que ha adquirido el cooperativismo en la Región de Cubitá (Azuero). El cooperativismo vino a formalizar y sistematizar un hábito que ya le era propio al habitante de Herrera y Los Santos. La cooperativa es la junta con nuevo ropaje.
Por otro lado, el alto costo de la vida está llevando al habitante de la zona a despertar sus valores comunitarios en la medida que descubre en la práctica lo infructuoso de un proceder aislado. Sin embargo, no podemos negar que los jóvenes experimentan sobre sus vidas la violencia de un sistema social que tiende a aislarlos y disgregarlos.
4. ¿Qué hacer para preservar esta actividad?
De lo dicho se colige que la junta es una institución social en estado agónico, porque la sociedad cimentada en valores comunitarios ha dado paso al individualismo social. Este estado de cosas es realmente peligroso para nuestra juventud, que crece aislada y pensando que a título individual podrá subsistir dentro de un sistema centrado en la competencia.
En Azuero la junta tiene una connotación que rebasa la típica junta de embarra, de corte de arroz o de socuela. Hay que partir de ellas para fortalecer instituciones sociales que les permitan, a los jóvenes, descubrir el encanto del trabajo en equipo. Me refiero al efecto bienhechor de las cooperativas, las organizaciones deportivas y, en general, los clubes cívicos.
Aunque está en estado agónico, creo que la junta subsistirá en pequeños y aislados nichos sociales, porque es la respuesta del campesinado a la deshumanización contemporánea. Su duración dependerá de la capacidad de resistencia del hombre del campo, del apoyo institucional que reciba y de lo poco o mucho que quede de la economía campesina.
La junta es la expresión de la hermandad campesina. Surge al calor de los problemas que confrontaba la sociedad de antaño y la búsqueda de solución a los mismos. Demuestra que el trabajo en equipo aminora los esfuerzos y permite reducir los riesgos que padece el hombre en su interacción con la naturaleza.
El hombre azuerense aún ama las juntas, porque ellas resumen su filosofía de vida campesina, recoge la visión de lo que ha sido y desea continuar siendo: un hombre libre, unido por los lazos de solidaridad humana.
2 ¿Acaso legamos de alguien esta tradición o es autóctona de nuestras tierras?
Podemos decir que la junta es una institución social que de alguna manera tiene elementos autóctonos y otros añadidos con la llegada del español y del negro colonial. La dispersión rural, tan característica de la fase de colonización, permitió que los españoles diseminados en haciendas hicieran suyas las experiencias organizativas del negro e indígena. Siendo así, la junta es una forma organizativa híbrida que es el producto de la interacción de tres grupos humanos: españoles, negros e indígenas
3. ¿Estará nuestra juventud preparada para continuar con estas tradiciones?
Pienso que la juventud tiene serios problemas para asumir la mística que subyace detrás del trabajo cooperativo de la junta. Ellos han crecido dentro de una cultura individualista y mercantilista en donde los valores cooperativos pasan a segundo plano. Sin embargo, hay que distinguir entre el joven que reside en las principales ciudades y el que radica en aldeas y pueblos chicos. Estos últimos tienen más posibilidades de comprender la filosofía de la junta, no sólo porque lo han vivido, sino porque los valores comunitarios tienen más sentido en su existencia.
Esta última razón es la que explica el alto desarrollo que ha adquirido el cooperativismo en la Región de Cubitá (Azuero). El cooperativismo vino a formalizar y sistematizar un hábito que ya le era propio al habitante de Herrera y Los Santos. La cooperativa es la junta con nuevo ropaje.
Por otro lado, el alto costo de la vida está llevando al habitante de la zona a despertar sus valores comunitarios en la medida que descubre en la práctica lo infructuoso de un proceder aislado. Sin embargo, no podemos negar que los jóvenes experimentan sobre sus vidas la violencia de un sistema social que tiende a aislarlos y disgregarlos.
4. ¿Qué hacer para preservar esta actividad?
De lo dicho se colige que la junta es una institución social en estado agónico, porque la sociedad cimentada en valores comunitarios ha dado paso al individualismo social. Este estado de cosas es realmente peligroso para nuestra juventud, que crece aislada y pensando que a título individual podrá subsistir dentro de un sistema centrado en la competencia.
En Azuero la junta tiene una connotación que rebasa la típica junta de embarra, de corte de arroz o de socuela. Hay que partir de ellas para fortalecer instituciones sociales que les permitan, a los jóvenes, descubrir el encanto del trabajo en equipo. Me refiero al efecto bienhechor de las cooperativas, las organizaciones deportivas y, en general, los clubes cívicos.
Aunque está en estado agónico, creo que la junta subsistirá en pequeños y aislados nichos sociales, porque es la respuesta del campesinado a la deshumanización contemporánea. Su duración dependerá de la capacidad de resistencia del hombre del campo, del apoyo institucional que reciba y de lo poco o mucho que quede de la economía campesina.
...mpr...
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