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06 septiembre 2011

ANGURRIA


“Fulano es angurriento”, decían nuestros abuelos. Y con el vocablo se referían a la codicia, al ansia desmedida de dinero y otras baratijas existenciales. Ellos olían e intuían el desmoronamiento de la sociedad centrada en valores. Así es, tal y como lo pensaban nuestros campesinos iletrados, la angurria corroe el alma y deshumaniza al hombre. Destruye bosques y siembra minas, contamina océanos y promueve guerras, fomenta la lucha por el poder y desenmascara a politiqueros de viejo y nuevo cuño. Pareciera que un nuevo halo envuelve al planeta; la angurria humana se ha vuelto fosforescente y  ha crecido tanto que a lo mejor se siente y se mira desde los desérticos parajes de la Luna.

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