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08 febrero 2010

ESBOZO BIOGRÁFICO: LIGIA HAYDEE CASTILLERO BARRERA DE PINILLA



a. La familia y la región
A escasos días del arribo del Año Nuevo, en la colonial población de Parita, la Fundación Juan Antonio Rodríguez se reúne para prodigar a la Sra. Ligia Haydee Castillero Barrera de Pinilla un merecido homenaje de reconocimiento por su significativo aporte a la vida social de nuestra región y para subrayar la existencia de una biografía en donde sobresale la vida proba de quien es madre, profesional y ciudadana.
Sin embargo, antes de destacar algunos rasgos biográficos de la Sra. Castillero de Pinilla, importa dejar sentado el núcleo social del que procede y cómo se conjuga en ella la historia regional de sus ancestros, junto a su bregar en nuestra peninsular zona geográfica. Sobre este tópico nótese que el matrimonio, que en su momento tuviese con Don Erasmo Pinilla Chiari, une como en un haz de voluntades la existencia de dos poblaciones herreranas. Me refiero a que las viejas tradiciones de la colonial Parita encuentran adecuado soporte en una localidad ubicada al noroeste de la también llamada Tacita de Oro. Es decir, Parita y Ocú se entrelazan en los apellidos Castillero-Barrera y Pinilla-Chiari para hacer posible el surgimiento de un núcleo familiar que dejará a la región una prole de diez vástagos.
En verdad, para quienes nos agitamos en estos asuntos de genealogías, cultura, historia y sociología, siempre será una tarea grata el poder estudiar las familias azuerenses, porque detrás de los vínculos matrimoniales encontramos todo un lenguaje y un legado de hábitos y tradiciones que se transmiten de generación en generación. En el caso que nos ocupa estamos ante la existencia de dos familias que resumen ellas mismas todo un cúmulo de realizaciones. Por ejemplo, los Castillero de la Tierra del Manito se han constituido en símbolo de esa población herrerana, tanto como los Núñez, Pinzón y Carrizo, para mencionar a sólo tres estirpes que son paradigmáticas de lo que podríamos llamar el ocueñismo, entendido éste como una forma de ser y un estilo de vida social que ha dado lustre a la nación. En efecto, ser ocueño no sólo es un timbre de orgullo personal, sino la conciencia de identidad cultural que se expresa en el amor al Tijera, así como en el parsimonioso baile de los campesinos, que mientras danzan al son de la mejorana, simultáneamente rinden respetuoso tributo a San Sebastián, el patrón comarcal.
Por su parte, los Pinilla, constituyen una familia que siempre se han identificado como naturales de Parita. Es decir, forman parte de la añeja población que se erige en el primer núcleo urbano fundado por los españoles en la región de Cubitá; luego llamada Azuero y desde el Siglo XIX también denominada Los Santos y Herrera. Casi que podríamos decir que Ocú fue antaño una población que vivió bajo el influjo de Santiago de Veraguas, al noreste de ella, y Parita al sureste. Y hay que decir que esos nexos fueron más que geográficos e históricos, porque a través del tiempo fructificaron en lazos de consanguinidad. El que dude de ello, podrá constatarlo en los archivos parroquiales de Parita y comprobar la veracidad de lo que planteamos.
Así ha sido a través del tiempo, porque lo pariteño siempre ha tenido ese sentido de gloria histórica que también ha nimbado a pueblos coloniales como la Villa de Los Santos. En este punto permítanme decir: ¡Qué hermoso ese mundo social, económico y político que se extiende desde Divisa hasta la austral Pedasí!, sin olvidar a localidades del área montañosa como Tonosí, Macaracas, Los Pozos y Las Minas. Así como ese otro núcleo urbano que dormita en el pequeño valle industrial de Pesé.
Pues bien, quizás en este punto de la disertación alguien se pregunte qué tiene que ver toda esta perorata histórica con en el evento que nos congrega. Y yo debo responderle que mucho, porque el matrimonio Pinilla - Castillero expresa como en una síntesis esa historia regional que se inicia en el Siglo XVI y que se extiende hasta la vigésima primera centuria. Los Pinilla- Castillero, como tantas otras familias azuerenses, son herederos de un estilo de vida que ha sentado las bases de la nación, y lo han hecho desde las tierras que tienen al Canajagua y el Tijera como atlantes que sostienen nuestro orgullo y dan fe de nuestras ejecutorias nacionales.
b. Datos biográficos y aportes
Las notas biográficas sobre Haydee Castillero Barrera de Pinilla indican que nació en la población de Ocú el 29 de diciembre de 1922. Como es dable colegir, ella realizó sus estudios primarios en su pueblo natal. Nótese que ve la luz en una década importante del desarrollo interiorano; en los años veinte, cuando Porras ha construido la carretera que une la Península de Azuero con la capital de la república y los campos están siendo sembrados de centros educativos de nivel primario. Afortunadamente para las áreas interioranas, en aquella época los liberales ponen en práctica su progresista visión educativa que, dicho sea de paso, aún no ha sido superada.
De la misma manera, al final de la década del treinta del Siglo XX, y para ser más precisos en el año 1938, se inaugura en Santiago de Veraguas la Escuela Normal Juan Demóstenes Arosemena. Pues bien, a este centro educativo concurrirá nuestra biografiada para continuar sus estudios secundarios y adquirir el bachillerato.
A la edad correspondiente la Sra. Ligia Haydee contrajo matrimonio con el Sr. Erasmo Pinilla Chiari, personaje político de gran influencia regional y de ejecutorias nacionales. De ese matrimonio, acaecido el 2 de abril de 1942, surgió una familia que tuvo diez hijos. Recordamos a Ligia, Erasmo, Denia, Carmen, Virgilio, Rolando, Aura, Sixto, Ruth y José Antonio. Todos ellos profesionales que laboran en distintas ramas del saber: ingenieros agrónomos, educadores, abogados, diplomáticos, financistas, médicos y especialistas en temas computacionales. Esta cosecha de profesionales habla bien alto del celo con que la familia Pinilla - Castillero cultivó los valores y sembró las ansias de superación entre sus hijos. Y como la madre azuerense siempre ha desempeñado un papel protagónico en nuestras familias, no abrigo la menor duda que Doña Ligia es responsable de una parte significativa de ese éxito y logro familiar.
Sin duda alguna ha de sentirse realizada con sus 10 hijos, 32 nietos y 32 bisnietos. Sin embargo, hay otros motivos para, a los 87 años, mirar la vista atrás y experimentar el gozo de una vida productiva. Hay recordar que Doña Ligia laboró por muchos años como bibliotecaria de Parita. Y no pocos la recordarán en esos menesteres que tienen al libro como actor principal. Desempeño relevante en una nación que parece glorificarse únicamente con los éxitos deportivos, los bailes en jardines y jorones, así como una marcada predilección por eventos que tienen como centro las cosas materiales y hedonistas.
En sus horas de ocio, ahora que goza de su jubilación, quizás haya recordado aquellos años en cuando la Biblioteca Pública de Parita fue el centro de sus inquietudes de normalista. Ese deseo vehemente de que nuestra juventud se avecindara a esa casa del saber, no sólo para matar un rato de ocio, sino para hacer de la lectura una sabia vivificante del espíritu y una herramienta de transformación humana. Como ella el Dr. Belisario Porras Barahona, en la segunda mitad del Siglo XIX, también se quejaba de la indolencia del panameño hacia la lectura y de que esperaba como bibliotecario que algún parroquiano se dignara tomar entre sus manos un texto y experimentar el goza de la lectura.
En la Fundación Juan Antonio Rodríguez estamos convencidos que son mayoritarios los panameños que han hecho aportes significativos a la nación. Son biografías que deberían aparecer en los medios de comunicación para estimular en los jóvenes el deseo de emularlos. Por eso, cuando logramos revisar la hoja de vida de estos istmeños, nos ratificamos en el empeño de sacar a la luz pública esas ejecutorias personales. Esta vez, en el caso de la Sra. Ligia Haydee Castillero Barrera de Pinilla, se cumple esa política de nuestra organización. Nosotros estamos aquí para decirle a su familia, así como al resto de la comunidad, que vea en ella la existencia de una vida consagrada. Que mire el fruto de una madre que creyó en el efecto benéfico de la educación y que valore su contribución laboral en tierras pariteñas.
Amigos, vivimos en un país que siempre estará por construir, pero la edificación de la nación es una tarea del ciudadano laborioso. Ojalá que todos pudiéramos arribar a la edad que Doña Ligia ostenta y sentir la satisfacción de ver crecer a los hijos y poder decir que algo, mucho o poco, hicimos por nuestra hamaca ístmica.
Al final permítanme agradecer, en nombre de la Fundación, la confianza que la familia Pinilla - Castillero ha tenido para con nosotros al aceptar este reconocimiento; homenaje que nace del convencimiento de que al panameño valioso hay que expresarle en vida lo mucho que justipreciamos sus ejecutorias ciudadanas.

...mpr...
* Disertación en la colonial población de Parita el sábado 2 de enero de 2010.

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