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06 junio 2022

LA MÚSICA DE BOLÍVAR RODRÍGUEZ MENDIETA

 


Falleció Bolívar Rodríguez Mendieta, en pleno mes de la celebración religiosa chitreana; él que era el más representativo exponente de la chitreanidad musical y de los sentimientos que atesorados en el corazón, del terruño hecho canción entre las cuerdas de la guitarra y el traqueteo de las ruedas de la carreta.  Escuchar su música no es añorar al pasado, es el pretérito que pugna por imponerse en una época que no le pertenece, pero que Rodríguez Mendieta intenta revivirla, reivindicarla.

“Paloma tibibú” es el cantar de la tierra, un tratado musical lleno de ternura, del azuerense que tenía la sensibilidad para sentir y ver más allá de las apariencias. El músico era de los pocos privilegiados a quienes les duele la panameñidad y la transmutan en canción, como en “Nostalgia Panameña”, que cantó, en la Argentina del año 1952, junto a Silvia De Grasse y el majestuoso órgano de Avelino Muñoz.

El chitreano se amamantó de otro momento y de otras gentes, que, como su padre, Saturnino “Nino” Rodríguez Sandoval, era cultor vernáculo; mientras crecía junto a su madre, Dolores Mendieta, fémina llena de vivencias y de sentimientos maternales, terrenales.

Dedicar una vida a la cultura campesina ha sido su legado, un aporte que trasciende la experiencia vital del herrerano. Canciones como “La guayabita”, “Desde Chitré Pueblo mío” y “Tengo una novia” destacan en su repertorio, sin olvidar “Canajagua monte adentro”, el canto al cerro más representativa de la región peninsular.

Sin embargo, lo relevante en Bolívar Rodríguez Mendieta, no radica sólo en la excelencia de su pentagrama, sino en lo que tales cánticos suponen como testigos de la transición social de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Él es continuador de una generación de oro; de aquellos que, desde el violín, y luego el acordeón, se convierten -casi sin presentirlos- en la voz de generaciones que tuvieron su génesis en el siglo XVI. Así es, Rodríguez Mendieta, hacia mediados del siglo XX, comienza a producir en la encrucijada de cambios sociales y culturales, con un poco más de academia musical y con un manejo conceptual más refinado.

Ya casi no quedan orejanos como el chitreano, y en su proyecto existencial vivió esa dolorosa transición musical y cultural a las que nos referimos. Le tocó ver surgir otros géneros musicales, menos elaborados, con letras que no tienen la calidad que distinguieron al profesor peninsular. Sí, con Bolívar muere un poco la región, una sociedad tradicional que mora borracha de globalización y otras baratijas y hojarascas existenciales.

Cuando en los años venideros se escriba algún lúcido tratado sobre la cultura y la música de nuestra gente, Bolívar estará allí. Y entonces comprenderemos el valor de una personalidad como la del hombre de “Paloma titibú” y “Canajagua monte adentro”, las emblemáticas canciones que demuestran que podemos partir del folklor para elevarnos a otros estadios de desarrollo musical.

La música de Bolívar Rodríguez Mendieta está llena de nostalgia, de congoja por la tierra. Y en eso es muy peninsular, muy orejano. Quizás allí radica la genialidad de sus canciones, esas que llegan al corazón y que nos recuerdan lo que hemos perdido en esta tierra sabanera que ha parido a tantos seres irrepetibles, como el profesor Bolívar.

…….mpr…

6/VI/2022

 

 

 

 

 


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