Don Edgardo De León Madariaga (1933-2013) |
La
cultura orejana se ha cimentado en medio milenio de historia. Y como ha
acontecido a través de los tiempos, se ha forjado un grupo humano que es
producto del mestizaje de diversas mixturas étnicas. Sin embargo, para lograr que
este colectivo prolongue su presencia social, la identidad que le es propia ha
de perdurar; siendo pregoneros de esa sociedad los poetas, músicos, escritores,
educadores y toda una gama de individuos que se identifican con las tradiciones
y valores colectivos.
Se comprende que para el logro de ese
propósito se vayan forjando grupos generacionales que son los responsables de
permitir la socialización de los nuevos hombres y mujeres que integran el
entramado social. Por eso, cuando una de estas generaciones comienza a
desaparecer, y no logra ser suplantada por otra, se corre el riesgo de
encontrar en otros lares los modelos a imitar.
Algo de esto acontece en la región de Azuero,
porque en lo que va del año 2012 al 2013 fallecieron algunos azuerenses sobre
los cuales descansó parte de la identidad cultural de la zona. Pienso en la
desaparición física de personajes como
Lucy Jaén (extraordinaria exponente del canto de tuna), Gabriel Villarreal
(mejoranero por excelencia), Catalina Carrasco (cantante de conjuntos de la
música de acordeones) y Edgardo De León Madariaga (investigador de la pollera
panameña).
Esta pléyade de cultores son el relevo generacional
de hombres como Rogelio Córdoba, Abraham Vergara, José de La Rosa Cedeño,
Escolástico “Colaco” Cortez, Artemio De
Jesús Córdoba López, entre otros. El último de los grupos constituye lo que he
denominado La Generación de Oro de la
Música Orejana. En cambio, los primeros (Jaén, Villarreal, Carrasco, De
León Madariaga) comparten con los segundos la existencia de una sociedad rural
en transición a otra más urbana y penetrada por valores exógenos. Ellos son los
cantores, estudiosos e intérpretes que vieron nacer, por ejemplo, el Festival
Nacional de La Mejorana, El Festival de La Pollera y El Festival del Manito.
Habida cuenta de ello, importa en este
momento tomar en consideración que el tercer relevo generacional conoce apenas
de oídas el mundo musical, folclórico y de investigación de personajes como los
esposos Zárate y De León Madariaga. La primera y segunda generación son los
referentes, la tercera intenta vivir una sociedad que está penetrada culturalmente
y es el blanco de la Internet, la radio, la prensa y las redes sociales.
La desaparición de cultores e investigadores
a los que nos referimos representa un duro golpe a la preservación de la
cultura tradicional de la región de Cubitá. De allí que la adulteración y comercialización
de estas tradiciones ha de marcar la evolución cultural en las próximas
décadas. Así sucederá, a menos que las instituciones llamadas a preservarlos
(centros educativos, patronatos y la política estatal) aúnen esfuerzos para
rescatar los rasgos estructurales que han forjado la personalidad colectiva de
los hombres y mujeres que moran a la orilla de Canajagua, Cerro Quema y
Tijeras.
Este es el gran desafío del Siglo XXI, que la
Parca no deje un reguero de gente alienada, simulando cantar en idiomas que no
entienden, avergonzada de sus raíces y creyendo que los valores económicos
algún día vencerán al humanismo “encutarrao” de Porras, Zárate, Dora, De León
Madariaga y otros.
.......mpr...
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