SE HAN ABIERTO LAS PUERTAS DEL TEMPLO...
"Se
han abierto las puertas del templo
que
dan paso a la luz del saber..."
Hace cincuenta años, en 1942, Las Tablas era un
pueblito interiorano que, como tantos otros, vivía un poco indiferente a la
Guerra Mundial que por aquellas calendas hacía de las suyas en la vieja Europa.
En ese mismo año falleció el octogenario Caudillo Liberal Tableño y con él
desapareció toda una época. El país vive, a partir de entonces, la crisis de
liderazgo de la que todavía no logramos reponernos.
Por su parte, el Canajagua, viejo vigilante de la
sierra, desde la elocuencia de su cumbre coronada de nubes, premonitoriamente
habló con su pueblo de un tiempo que habría de venir:
"Tiempos vendrán -diría en su soliloquio tectónico- cuando los hombres no estarán sujetos al carisma de un líder para
edificar su futuro y la cultura de los orejanos no dependerá de su residencia
en la costa azuereña, ni del contenido áurico del bolsillo. La redención vendrá
por la revolución del libro, el contacto con otros mundos y la palabra redentora
del educador".
En efecto, pocos vieron en el inicio de labores del
Primer Ciclo Secundario de Las Tablas, el relevo institucional de Porras. Al
morir el más grande liberal progresista del siglo XX, las fuerzas de los
hombres y los designios del arcano depositaron en las tierras tableñas el más imperecedero homenaje
a la memoria de un estadista: la creación de un colegio.
Desde entonces, allí han estado, en un patriótico
relevo generacional, hombres como Luis Pérez del Real, Agustín Jaén, Juan Velarde,
Edwin Molina y muchos otros. Bajo la sombra protectora del inmenso pino escolar
se han cobijado generaciones de santeños, y el gimnasio tiene grabado en sus
paredes los sueños de miles de colegiales.
Cincuenta años después, la labor pionera de profesores
como Judith C. de Carrasquilla, Moisés Restrepo y Agustín Jaén, todavía está
presente en los claustros escolares. Tras ellos, una legión de educadores ha
sabido ser fiel a los sueños de Liberato Trujillo, José de la Rosa Poveda y
Manuel María Tejada Roca.
Encarnando ese ideal, en un extremo de lo que antes
fuera una llanería, y muy próximo al lugar sagrado en donde los tableños
atesoran el osario de sus ancestros, se edificó el nuevo campus del colegio.
Llanos y osarios; hermosa conjunción de libertad e identidad cultural,
mancuerna que define la razón de ser y los objetivos del Colegio Manuel María
de Tejada Roca.
Conscientes de ello, lo menos que podemos augurar a
nuestro colegio, quienes tenemos la satisfacción de confesarnos manuelistas, es
que en él perdure el ideario tan largamente defendido. Con altivez, sin
aldeanismos alienantes, ávidos de saber, orgullosamente orejanos; como nuestra
Alma Mater debemos ser capaces de mirar la cumbre del Canajagua y decirle que
la libertad y la identidad cultural seguirán siendo nuestro norte y guía
espiritual.
......mapr...
* Publicado originalmente en ÁGORA Y TOTUMA # 16, Año 1, 24 de agosto de 1992.
No hay comentarios:
Publicar un comentario