El doctor Belisario Porras Barahona, nacido en la ciudad de Las Tablas el 27 de noviembre de 1856, y fallecido en la ciudad de Panamá el 28 de agosto de 1942, era hijo del cartagenero Demetrio Porras Cavero y la tableña Juana Gumersinda Barahona De León. Llegó a ser, sin duda, el estadista más preclaro de la república de Panamá y ejemplo de presidente probo y de nobles propósitos.
Hombre de personalidad arrolladora y polémicas ejecutorias públicas,
propias de quien veía al país con otros ojos, los del desarrollo y la redención.
Panameño adelantado a su época y por ello no pocas veces incomprendido, en una
nación acostumbrada a dirigentes políticos miopes y de ruines propósitos.
Porras es el constructor del Estado nación, proyecto libertario que nació
mediatizado y carente de las bases ideológicas a las que debió anteponer su
credo político. El tableño, junto a otra pléyade de istmeños, hace del
liberalismo la argamasa para mantenerlo unido, un laicismo progresista al que
debemos los cimientos sobre los que se construyó la nobel república.
Después de El
Caudillo, del Kaiser Tableño, hemos tenido muchos presidentes, como gajos de
pipa en el palmar, pero ninguno como él, visionario y de acciones consecuentes
con su ideario nacionalista. Que cometió algunos errores, sin duda, pero nada
que opaque la lucidez de su legado patriótico.
En los tiempos
actuales hay que estudiar a Belisario, conocerle, para emular su trayectoria,
ahora que la nación naufraga en el mar proceloso de nuestros días, sin proyecto
colectivo que guíe los pasos ni liderazgos ilustrados. Volver a Porras es
urgente, en otro tiempo y con otras gentes, sin Porras, pero con Porras.
.....mpr...
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