Don Rogelio "Gelo" Córdoba Cortez |
Introducción
Durante mucho
tiempo se ha especulado sobre la música que proviene de Azuero, zona que en
este estudio prefiero llamar región de Cubitá. El panameño ha disfrutado de los
aires melódicos peninsulares, pero muy poco se ha escrito sobre los fundamentos
sociales de la música; porque, por ejemplo, disciplinas como la sociología han
prestado poca atención a la temática y han preferido centrarse en los vaivenes sociopolíticos
del transitismo.
El estudio de la
música popular panameña, y en particular la que se proyecta a través de
violines y acordeones, ha vivido el mismo desdén con que se mira a los actores
sociales que la gestaron. Sin embargo, y pese a todo, durante los últimos setenta
años los sones santeños y herreranos han ocupado lugares cimeros en la
preferencia del hombre que habita el Istmo. Hoy podemos decir que se encuentran
en la cumbre de la popularidad.
Sobre el tópico
en mención trata este aporte. Procuro destacar las vicisitudes que ha tenido
que afrontar la música regional para lograr el prestigio del que goza. El
trabajo se centra en el estudio sobre la génesis social de los primeros sesenta
años del Siglo XX, sin olvidar algunas manifestaciones que trascienden ese
período de tiempo. Para ello es vital destacar el grupo generacional que le
cobijó y su conexión con los sucesos que acaecen en el plano regional y
nacional. Nuestra tesis de fondo reconoce que la música es un producto social y
que como tal responde a la coyuntura histórica, pero sin negar la capacidad
musical de trascender el momento en que se crea, ni desconocer el papel de los
resortes emocionales del individuo y del grupo que la cobija.
La atención está
centrada en lo acaecido con la música de violines y acordeones, debido al
protagonismo del último instrumento musical y el desplazamiento a un segundo
plano del primero. El acordeón recoge los frutos sociales que con anterioridad
habían sembrado los compositores de música para violines; tan es así, que los
primeros intérpretes del acordeón previamente ejecutaban el instrumento de
cuerdas.
Advierto que
estoy consciente de la existencia de otras expresiones musicales en la región azuereña;
como el canto y música de la mejorana, los tamboritos, tunas e incluso, hacia
mediados del Siglo XX, la aparición de las populares murgas de carnaval. Sin
embargo, el caso de los violines y acordeones recoge de manera emblemática la
transición entre tradición y modernidad, economía campesina y racionalidad
capitalista, elementos estructurales que subyacen detrás de la evolución
musical regional.
I. Música y sociedad en Panamá y Cubitá
La relación
entre música y sociedad es antigua, tanto como la presencia del hombre en el
planeta y sus primeros intentos gregarios. Sabido es que el ser humano vive
rodeado de sonidos y que la música es la expresión armoniosa de ese mundo
sonoro.[1]
Porque el homo sapiens, de la misma manera como supo responder a las naturales
vibraciones en su pabellón auricular, también creo las suyas, haciendo del arte
musical una elaboración cultural de múltiples utilidades; ya sea para el
recreo, guerra, muerte, reflexión, comercio, etc.
Se comprende que
al hacerse compleja la sociedad, el ser humano logra cimas de desarrollo
musical que nunca pensó alcanzar. Así, en las sociedades clasistas, la música
adquirió una complejidad y refinamiento que ha sido como el reflejo de la
estructura social. En Europa, por ejemplo, esa relación hizo posible la música
clásica, al mismo tiempo que los aires musicales del pueblo aparecieron como
creaciones menos elaboradas.
Hacia el Siglo
XIX el folklore como ciencia hace su aparición para recoger y valorar los
aportes populares, entre ellos la música. Por su parte, el estudio académico
inicialmente se queda aprisionado en los salones palaciegos, mirando con desdén
las creaciones musicales de la plebe. Dicho de otra manera, la estratificación
social se corresponde con visiones musicales de distinto género; aunque al
final algunos compositores clásicos se nutran de manifestaciones sociales menos
plutocráticas y provenientes de la base del sistema social.
Los países
latinoamericanos no fueron la excepción de la regla, porque en nuestros países
se emulaba a Europa y a Estados Unidos de Norteamérica. La clase alta,
copiadora de los modismos afrancesados e ingleses, gustaba de escuchar a
Mozart, Chopin y otros virtuosos, aunque en el fondo vibrara con los sones que
provenían de los mozos de cuadra y de las gentes que estaban a su servicio.
Como en Europa, muchos de nuestros intelectuales
de la música también vivieron ese maniqueísmo cultural y musical.
En Panamá, país
y nación de tránsito, como dijera Méndez Pereira, con un grupo dominante menos
instruido y más proclive a los modismos transitistas, la música clásica no tuvo
la acogida que se produjo en los países suramericanos, aunque la exhibió como
símbolo de estatus social.[2]
En cambio, el Panamá rural fue responsable de la creación de la música popular que
asume el rostro cultural de la nación. Tómese en consideración que los
panameños realmente no tuvimos un conservatorio hasta la primera mitad del
Siglo XX.[3]
En verdad, estudiaron teoría musical aquellos que tuvieron la solvencia
económica y los vínculos políticos para hacerlo. Por eso la música orejana se
contentó con ser expresión individual y colectiva; cosmovisión social de un
hombre que hace uso de ella para dar rienda suelta al sentimiento, así como
para plasmar postales culturales de su ecología social.
Dicho lo
anterior, se comprende que, al oeste de la ciudad de Panamá, e inserto en una
región peninsular, surja un sujeto musical que, sin proponérselo, y sin tener plena
conciencia de su proyección, da rienda suelta a su arte apertrechado de sentimientos
y emociones, pero con escasas herramientas teóricas para su labor.
II. Fundamentos socioeconómicos de la música orejana
La región de
Cubitá, aparte de su peculiaridad peninsular, cobija en su seno al grupo social
que Belisario Porras denominó orejano. Se sabe que al inicio del Siglo XX los
políticos fragmentaron la zona en dos provincias, Herrera y Los Santos. Sin
embargo, detrás de la división político-administrativa siempre mora agazapado
un sujeto cultural que rebasa tales divisiones administrativas. En efecto, el
área cultural de la orejanidad aflora más allá del accidente geográfico
peninsular.[4]
Debemos admitir
que la música proveniente del área ha sido fuertemente influenciada por las
peculiaridades que distinguen a dicha sociedad. Así, por ejemplo, encontramos a
un hombre de extracción agraria que habita poblados que hasta el inicio del
Siglo XX apenas superan los mil de habitantes; como en el caso de Parita,
Chitré, Villa de Los Santos y Las Tablas. El resto de la población moraba en
caseríos y poblados que registran guarismos menores. Hay que tomar nota de que,
durante el período objeto de análisis, según el Censo de Población de 1950, la provincia
de Herrera tenía 50,095 habitantes y la provincia de Los Santos un total de
61,492 pobladores. La población urbana de la primera apenas alcanzaba el 19,5%
y, la segunda, el 8.6%. En esa misma fecha el analfabetismo herrerano (en la
población de 10 años y más) ascendía al 48.5% de la población y, para Los
Santos, representaba el 43.5%.[5]
Existe otro
elemento fundamental para comprender la tierra del Canajagua y El Tijera. La
estructura agraria de la zona se distingue por el predominio del minifundio,
parvifundio o pequeña propiedad. Este rasgo es básico para comprender las
manifestaciones culturales del hombre del área objeto de análisis. Tómese en
consideración que la tenencia de la tierra genera apego a tal recurso económico
y da pie a una concepción que rebasa la función meramente económica. Así es,
las manifestaciones folclóricas del área tienen parte de su génesis en esa
valoración del terruño. En el plano emocional la situación se expresa en un
gozo de la vida que involucra no sólo al hombre folk, sino a la intelectualidad
que con posterioridad asume la vocería de tales querencias en ensayos, novelas,
música, pintura y poemas.[6]
Otro aspecto
vital para analizar lo que subyace detrás del producto cultural que denominamos
música orejana, estriba en la cuestión étnica de la zona. Encontramos en
Herrera y Los Santos una auténtica simbiosis de grupos culturales que se
amalgaman y que logran eclosionar en el pentagrama musical. Me refiero a la
impronta de lo hispánico, lo afro colonial, los resabios culturales del amerindio
e incluso remanentes de la cultura mozárabe, esta última por la vía de la
herencia mora de la península Ibérica. La música orejana es la expresión sonora de esos rasgos étnicos y el producto de ese
encuentro cultural y, en este sentido, es tan mestiza como su portador.
También, para entender lo que acaece en la primera mitad del Siglo XX,
así como en la segunda mitad de la centuria aludida, debe tomarse nota del
proceso de cambios acelerados que se vive en Panamá desde inicio de la vigésima
centuria, pero que tiene sus antecedentes hacia mediados del Siglo XIX. Sin
duda la construcción del Ferrocarril Transístmico, el Canal Francés, así como
el norteamericano, dejan profundas huellas en la estructura económica del
Istmo, así como en la organización sociocultural de la nación. Los
acontecimientos dan pie a un flujo económico y cultural que rebasó la zona de
tránsito y que pringó las provincias interioranas.[7]
Tenemos que valorar tal conjunto de causas endógenas y exógenas,
aunque sin olvidar que se trata de un proceso dinámico de aculturación, de
avances y retrocesos, de préstamos culturales que se internalizan, pero también
de modismos musicales que se exportan al resto de la nación. Esto significa que
durante el Siglo XX la cultura orejana vive su mayor desafío y se aferra a su
mundo, aunque sin lograr mantener incólume sus raíces, asimilando algunos
elementos de su nuevo entorno. Ese nuevo contexto se caracteriza por la
presencia de música de indudable raíz afrocaribeña y de otros sectores de la
cultura latinoamericana. Me refiero a los danzones y rumba cubana, el
predominio de los boleros, el auge de la cumbia colombiana, los pasillos
ecuatorianos, entro otros. Dicho de otra manera, la música orejana forma parte integral
de un fenómeno musical latinoamericano que se corresponde con las
transformaciones socioeconómicas de países que viven un renacer nacionalista.
En el plano endógeno la dinámica económica termina por lesionar
duramente las formas de vida tradicionales y genera un flujo migratorio hacia
la zona de tránsito y otras áreas nacionales. Ese encuentro con el resto de la
nación, fenómeno que se incuba en las primeras tres décadas del Siglo XX, rinde
sus frutos musicales a mediados y en la segunda mitad de esa centuria. Esta es
la época del encuentro musical entre lo campesino y lo foráneo, el criollismo
musical y la música forastera. Los principales sucesos regionales reflejan la
magnitud de ese proceso de cambio social y cultural. (Ver Cuadro # 1).
Cuadro # 1
ACONTECIMIENTOS REGIONALES DURANTE EL PERÍODO DE
ANÁLISIS
1896
|
Nace el compositor y violinista guarareño Artemio de Jesús Córdoba
López
|
1899
|
Nace el guarareño Manuel F. Zárate, Padre del folclor nacional
|
1900
|
Nace en Las Minas la investigadora social Ofelia Hooper Polo
|
1903
|
Nace en Purio el compositor Francisco “Chico Purio” Ramírez
|
1906
|
Nace en La Villa de Los Santos el compositor Tobías Plicet Moreno
|
1904
|
Nace en Guararé el compositor Escolástico “Colaco” Cortez
|
1904
|
Nace en La Villa de Los Santos el compositor Antonio “Toñito” Sáez
|
1905
|
Nace el compositor de San José de Las Tablas Abraham Vergara Cedeño
|
1905
|
Los Hermanos Cristianos crean la escuela primaria en La Villa de Los
Santos
|
1907
|
Inauguración del palacio de la gobernación de la provincia de Los
Santos (Villa de Los Santos)
|
1907
|
Nace en Las Tablas el compositor Clímaco Batista
|
1909
|
Nace el compositor tableño Paris Vásquez
|
1911
|
Nace el acordeonista macaraqueño Rogelio “Gelo” Córdoba Cortez
|
1915
|
Inauguración del parque Porras de Las Tablas
|
1919
|
Nace Catalina del Carmen Carrasco Aguilar, “Catita de Panamá”.
|
1921
|
Construcción de la primera carretera Divisa – Las Tablas
|
1923
|
Nace en Purio la cantante Eneida Cedeño, “La morenita de Purio”.
|
1924
|
Inauguración del edificio de la Escuela Modelo Presidente Porras,
Las Tablas
|
1926
|
Nace en La Pasera de Guararé el violinista Arcelio “Chelo” Bravo
|
1930
|
José Huerta publica “Alma campesina”. Libro de relatos costumbristas
peseenses.
|
1933
|
Nace en Guararé el acordeonista Victorino “Nano” Córdoba
|
1934
|
Inauguración de modernos edificios escolares: Juana Vernaza
(Guararé) y Tomás Herrera (Chitré)
|
1934
|
Nace el compositor guarareño Didio Borrero Espino
|
1936
|
Nace el acordeonista Daniel Dorindo Cárdenas. “El Poste de Macano
Negro”
|
1937
|
Nace el acordeonista peseense Ceferino Nieto, “El Titán de Las
Américas”.
|
1938
|
Se establece la Estación Experimental Agrícola de Divisa
|
1941
|
Surge el Instituto Nacional de Agricultura
|
1942
|
Nace en Palmira de Las Tablas el acordeonista Tereso de Jesús Jaén,
“Teresín”
|
1942
|
Surge el Fomento Agrícola de Los Santos
|
1942
|
Primer Ciclo Secundario de Chitré y de Las Tablas
|
1943
|
Surge la Federación de Sociedades Santeñas, integrada por 14
sociedades cívicas
|
1943
|
Agencias del Banco Agropecuario e Industrial conceden préstamos a
productores
|
1944
|
Primera promoción de Peritos Agropecuarios del Instituto Nacional de
Agricultura
|
1946
|
Se inaugura radio Provincias, primera emisora de la región de Azuero
|
1944
|
Nace el acordeonista Victorio Vergara Batista, “El Tigre de La
Candelaria”
|
1948
|
Se crea en Divisa el Instituto Nacional de Artes Mecánicas
|
1948
|
Nace en San José de Las Tablas el acordeonista Ulpiano Vergara, “El
Mechiblanco”
|
1949
|
Se realiza el primer Festival Nacional de La Mejorana, Guararé
|
1949
|
“Veintiséis leyendas panameñas”, del Dr. Sergio González Ruiz, obtiene
el II Premio del Concurso Ricardo Miró
|
1949
|
Nace la cantante de música típica Leonidas Moreno
|
1949
|
Primera piedra del Hospital San Judas Tadeo de la Villa de Los
Santos.
|
1950
|
Se funda la Asociación de Ganaderos, Capítulo de Los Santos
|
1950
|
El Dr. Francisco Samaniego inicia las giras médico-sanitarias en la
región del Canajagua.
|
1952
|
“La décima y la copla en Panamá”, premio Miró del doctor Manuel F.
Zárate y la profesora Dora Pérez de Zárate
|
1953
|
Nace en La Arena de Chitré el cantante Porfirio Calderón Santana
|
1954
|
Inicia operaciones Chitreana de Aviación S.A.
|
1957
|
Se inaugura Villa Banqueta, proyecto rural de viviendas del IFE, Las
Tablas.
|
1957
|
Dorindo Cárdenas compone “Santiago de Los Anastasios”, su primera
pieza musical
|
1957
|
Se crea la Cooperativa de Ahorro y Crédito José del Carmen Domínguez
(Guararé)
|
1958
|
Aparece la primera murga del carnaval tableño, La Murga del 58
|
1958
|
Gladis de La Lastra compone “Panamá Soberana”
|
1959
|
Fallece Rogelio “Gelo” Córdoba
|
1959
|
Ceferino Nieto gana la I versión del concurso de acordeones Rogelio
“Gelo” Córdoba
|
1959
|
Inicia labores la Extensión Universitaria de Chitré
|
1959
|
Inicia labores radio Reforma, Chitré
|
1960
|
En la década Los Corraleros de Majagual, conjunto colombiano,
visitan Guararé
|
1961
|
Antonio Moscoso publica “Buchí”, novela costumbrista.
|
1962
|
Manuel F. Zárate publica “Tambor y Socavón”.
|
1960
|
Ondas del Canajagua inicia operaciones en la ciudad de Las Tablas
|
1962
|
El Papa Juan XXIII crea la Diócesis de Chitré
|
1964
|
Fallece el acordeonista José Vergara
|
1965
|
Publicación de “Alma de Azuero”, novela costumbrista de José del C.
Saavedra
|
1965
|
Inicia labores la Extensión Universitaria de Las Tablas
|
El nuevo desafío cultural expresa el encuentro entre la economía
campesina que recibe los embates de un sistema social centrado en la oferta y
la demanda. La música asume y recoge ese proceso de aculturación como una pugna
solapada entre el violín y los nuevos aires sonoros del acordeón. Lo vive en la
transformación de los instrumentos y los mismos objetivos populares de las
fiestas, eventos que a la larga terminan por convertirse en empresas centradas
en la racionalidad capitalista. Ese período de transición se ubica entre los
años treinta y sesenta del Siglo XX y coincide con la apertura hacia el nuevo modelo
de desarrollo regional. En este período se consolida el proyecto de Estado
Nación que articula los espacios geográficos nacionales, ampliando la red vial,
consolidando la educación, mejorando la infraestructura sanitaria, llevando al
campo su sistema de justicia y de representatividad ciudadana en las
estructuras de poder político.
Hay que tomar en consideración que el sistema de estratificación
social de la zona se expresa espacialmente en la existencia de centros urbanos
hegemónicos (Villa de Los Santos, Las Tablas, Parita, Pesé) casi todos
herederos de un poder colonial centrado en la posesión de tierras y vacas,
monopolio de puestos burocráticos y control de la jerarquía eclesiástica.
Ligados a ellos, y en interacción dialéctica, encontramos la masa campesina que
habita los minifundios y que subsiste en labores agropecuarias. Precisamente
del último grupo social es de donde proceden mayoritariamente los músicos y
cantores regionales. Se trata de un sujeto social heredero de hábitos y
costumbres forjadas en los últimos quinientos años, personajes que se
enfrentan, en la primera mitad del Siglo XX, a un proceso de cambio social y
cultural acelerado. Asistimos al encuentro inevitable entre mejoranas,
socavones y violines contra orquestas afrocaribeñas que tienen su acceso por la
vía de la zona de tránsito istmeña, acompañada inicialmente por insipientes
medios de comunicación (la radio) y, posteriormente, con mayor énfasis, desde
los años sesenta (la televisión).
III. De violines y acordeones
A la altura del
análisis es preciso diferenciar los gestores iniciales, violinistas por
antonomasia, del grupo que se centra en la ejecución del acordeón. Esta
situación es la que explica que los primeros acordeonistas se hayan iniciado
como violinistas. Tales los casos, por ejemplo, de Gelo Córdoba y Dorindo
Cárdenas, que son las figuras cumbres de esa transición y quienes sacan al
acordeón de la situación de minusvalía cultural en que se encontraba el
instrumento. Obviamente que existen otros acordeonistas que les antecedieron,
pero ninguno de ellos logró proyectar el instrumento con el ímpetu de tales
pioneros.
El fenómeno en
mención acontece en la década del cincuenta. Durante esos años Gelo está en su
mejor momento y Dorindo da los primeros escarceos musicales. La muerte
sorprende al hombre del Mogollón hacia finales de los años cincuenta, situación
que coloca a Dorindo en su mejor coyuntura histórica, la que aprovecha y le
convierte en otro ícono nacional del acordeón panameño.[8]
En el caso del
grupo de violinistas, y sin ánimos de parecer excluyente, porque podrían
añadirse otros nombres, tal y como se aprecia en el Cuadro # 2, los más
representativos de la zona responden a los nombres de Artemio de Jesús Córdoba,
Abraham Vergara, Clímaco Batista Díaz, Francisco “Chico” Purio Ramírez, José de
la Rosa Cedeño y Escolástico “Colaco” Cortez. Tales cultores, al llegar a la
tercera década del Siglo XX, rondan los treinta años. Unos más, otros menos,
experimentan el mayor clímax productivo en los siguientes treinta años, es
decir, hasta finales de los años sesenta. Por eso es tan vital el
reconocimiento de sus rasgos biográficos y su producción musical en el marco de
los cuarenta años que transcurren entre 1930 y 1970.
El grupo de
violinistas mantuvo relaciones de amistad que les permitieron realizar
intercambios musicales entre ellos, a tal punto que no pocas veces
perfeccionaban las piezas elaboradas gracias a los comentarios que les
realizaban sus colegas. Tales los casos de Chico Purio y Abraham Vergara. No es
casual, precisamente, que uno de los hijos de Abraham Vergara (Ulpiano) lleve
el nombre del guitarrista palmeño Ulpiano “Sombre” Herrera.
Sin duda el
violín ha sido el aristócrata de los instrumentos musicales del campo panameño.
Su ejecución se realizaba en las casas de los poblados y permitía estrechar los
vínculos sociales que obstaculizaba la dispersión campesina. Revistió,
igualmente, un cierto componente clasista en los famosos bailes de la “crem”,
como llamó la población a los eventos que organizaban las familias de cierto
abolengo, real o pretendido.[9]
El doble rol
sociológico del violín se aprecia al constatar que, así como servía para la
creación de un clásico pasillo, igualmente su ejecución permitía disfrutar de la
popular cumbia santeña. Se trata de que, independiente del grupo que lo
utilizaba, la música asume ribetes “elitista” o “plebeya”.
Un punto
interesante en este aspecto estriba en constatar la extracción social del
violinista, sujeto que nunca provino de los grupos dominantes de la zona; a lo
sumo, como en el caso de Clímaco Batista Díaz [10],
estamos ante un músico que residía en la capital provincial santeña, aunque
nacido en la más popular barriada tableña, la conocida “Placita de Los Perros”.
Lo indiscutible es que el grupo en referencia le imprime a la música regional
un sello particular y sus aires musicales van a ser parte de la base cultural
sobre la que se asienta una porción no despreciable de la identidad del
panameño y, particularmente, de la idiosincrasia del hombre de los campos
santeños y herreranos.
IV. La comercialización de la cultura orejana
En la segunda
mitad del siglo XX aconteció lo inevitable, es decir, la música popular de los
campos azuereños terminó por ser sujeto de las apetencias mercantiles de
personas y organizaciones empresariales. Afirmo que inevitable, porque el
sistema económico encontró en ella el campo abonado para sus apetencias
mercuriales. A partir de allí la economía, cultura y sociedad se dan un abrazo
y la música de acordeones va abandonando los reductos campesinos y tornándose
en rentable objeto de consumo.
Cuadro # 2
ALGUNOS VIOLINISTAS Y ACORDEONISTAS
NOMBRE
|
NACIMIENTO
|
ACTIVIDAD
|
ÉXITO MUSICAL
|
Artemio
de Jesús Córdoba López
|
*1896,
20 de octubre
+1988,
8 de marzo
|
Violinista, flautista, compositor
|
Pueblo Nuevo, Ruth Betzaida Díaz,
La viudita templá, etc.
|
Francisco
“Chico Purio” Ramírez
|
*
1903, 24 de julio
+ 1988, 14 de febrero
|
Compositor, violinista
|
Los sentimientos del alma, Lucero del sur, Las flores del camino, etc.
|
Escolástico “Colaco” Cortez
|
*
1904, 21 de marzo
+
1976, 30 de enero
|
Compositor, violinista
|
Lastenia, Llano de Piedra, La yerba
buena, Todo en la vida pasa, etc.
|
Antonio “Toñito” Sáez
|
*
1904, 25 de nov.
+
1956, 15 de oct.
|
Compositor, violinista
|
Rebujina, Sinceridad, San
Agustín, etc.
|
Abraham Vergara
|
*
1905, 13 de marzo
+ 1981, 12 de junio
|
Compositor, violinista
|
La linda
Ballesteros, Rosarito en Pedasí, etc.
|
Tobías Plicet Moreno
|
* 1906, 17 de febrero
+ 2004, 21 de
sept.
|
Compositor, violinista,
guitarrista
|
La pimienta, La calentura, Los
dos solitos, etc.
|
Clímaco Batista Díaz
|
*
1907, 22 de mayo
+ 1978, 25 de abril
|
Compositor, violinista
|
La talanquera, Ojitos de Pastora,
Quiero verte otra vez, etc.
|
José de La Rosa Cedeño
|
* ¿30 de
agosto de 1903? ¿Noviembre 1907?
+ ¿1998?
|
Compositor, violinista
|
Amorcito
lindo, Mal
de amores, Me voy para Las Tablas, Recuerdos de La Laguna, etc.
|
Paris Teodosio Vásquez
Hernández
|
*
1909, 30 de enero
+ 1986, 29 de nov.
|
Compositor, flautista
|
Canajagua azul,
Conchita ven, etc.
|
Rogelio “Gelo” Córdoba Cortez
|
*
1911, 15 de marzo
+ 1959, 5 de febrero
|
Compositor, violinista,
acordeonista
|
El Mogollón, Arroz con mango,
etc.
|
Arcelio “Chelo” Bravo
|
*
1926, 22 de mayo
+ 2006, 29 de oct.
|
Compositor, violinista
|
Las hermanas
Vargas, Chitreanita, etc.
|
Victorino “Nano” Córdoba Espino
|
* 1933, 14 de junio
+ 2014, 8 de
mayo
|
Compositor, acordeonista
|
Sufrimiento, Morena si usted me
quiere, A parrandear muchachos, etc.
|
Arquímedes “Melly” Herrera Jaén
|
* 1934, 29 de agosto
+ 2013, 17 de
dic.
|
Compositor
|
Cómo sufre Melly, Son cositas
de ella, Santo Domingo, etc.
|
Daniel Dorindo Cárdenas
Gutiérrez. “El poste de macano negro”
|
* 1936, 14 de febrero
|
Compositor, violinista,
acordeonista
|
Santiago de los Anastasio, XV
Festival en Guararé, El solitario, El galope de mi caballo, etc
|
Ceferino Nieto, “El titán de
Las américas”
|
* 1937, 26 de agosto.
|
Compositor,
violinista,
Acordeonista
|
Niño sin juguetes, El divorcio
de Adonay, Festival de La Caña, Adonay, etc.
|
Roberto“Fito” Espino. “El
chaparro gigante”
|
* 1938, 2 de mayo
|
Compositor,
Acordeonista
|
Tu sombra, Don Goyo, Mosaico de
carnaval, etc.
|
Dagoberto “Yin” Carrizo. “El
cantor de la patria”
|
* 1939, 5 de julio
|
Compositor,
acordeonista
|
Lucy, Cositas de los dos,
Julia, Manito Juan, etc.
|
Roberto “Papi” Brandao
|
* 1940, 25 de febrero
+ 2017, 3 de junio
|
Compositor,
acordeonista
|
Festival de La Tiza, San Isidro
en Llano Largo, A mi compadre Victorio, etc.
|
José Vergara Durán. “El diablo
del acordeón”
|
* 1941, 10 de enero
|
Compositor,
acordeonista
|
Elia, La reina de los reyes, Mi
linda estrella, etc
|
Tereso de Jesús Jaén, “Teresín”
|
*
1942, 23 de junio
+ 2004, 8 de agosto
|
Compositor,
acordeonista
|
La niña Marquela, El cóndor
legendario,
|
Victorio Vergara Batista. “El
tigre de La Candelaria”
|
*
1944, 19 de febrero
+ 1998, 21 de julio
|
Compositor,
acordeonista
|
Penas, Un sufrimiento más, Triste
despedida, etc.
|
Las
transformaciones abarcan todas las expresiones de esa cultura musical que de
aroma a hierbabuena termina con olor a fragancia importada. La expansión de los
medios de comunicación de masas, así como el mejoramiento de las vías de
transporte, sumado al impacto emigratorio de la zona y el encuentro con otras
propuestas musicales latinoamericanas, no solo cambian la forma, sino el fondo
de la música. El enfoque varía substancialmente, porque de una génesis musical
centrada en la diversión comunitaria, de una música surgida a la medida del
entorno, ahora la exigencia musical la determina el mercado a través de las
agencias de comercialización, como en el caso de las licoreras que impulsan la
creación del llamado empresario de
fiestas, al que financian los jardines y jorones.[11]
En la época
contemporánea el violín aún sigue dando de qué hablar en la zona azuereña, pero
ya no posee la hegemonía de antaño, porque el acordeón se ha arraigado en el
gusto musical orejano, grupo humano que lo escucha más a menudo en los medios
de comunicación de masas, particularmente en las emisoras de radio, en donde
campea sin competidores.
Al final, lo
acaecido con los violines y acordeones forma parte de una temática más
compleja, en la que la relación entre
economía e identidad cultural sale a relucir.[12]
En verdad lo que el acordeón ganó en expansión de mercado, lo perdió en tanto
propuesta musical de raigambre popular, la que terminó cooptada por factores de
poder ligados a la comercialización.[13]
Y en este punto no se trata de la ilusión de construir una muralla china e
impedir la evolución sociocultural de la zona, construyendo una autarquía peninsular,
sino de que el proceso de aculturación, natural en toda sociedad, evolucionó
hacia otros estadios de desarrollo, y en ese encuentro resultó apabullado por el
peso de factores exógenos y endógenos.
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[1] Para una
introducción a la historia de la música ver: Dufourcq, Norbert. BREVE HISTORIA
DE LA MÚSICA. México: FCE, 1984, 249 páginas. Además: Vall Gorina, Manuel.
PARA ENTENDER LA MÚSICA. Madrid: Alianza Editorial, 187
páginas.
[2] Una apretada
síntesis de la música clásica puede leerse en Aguilar y
Cobo de Guzmán “Breve reseña histórica de la música clásica en la república de
Panamá”; en REVISTA CULTURAL LOTERÍA # 423, julio - agosto de 1997, páginas 81-
99.
[3] Un primer acercamiento a
la música en América y Panamá puede lograrse con la lectura de: Ingram, Jaime.
ORIENTACIÓN MUSICAL. Panamá: Editorial n/e, 179 páginas. Ver Tercera
Parte.
[4] Ver Pinzón
Rodríguez, Milcíades. EL HOMBRE Y LA CULTURA DE AZUERO. Chitré: Imprenta Crisol
S.A., 1990, 47 págs. Igualmente, CON LAS CUTARRAS PUESTAS. Panamá: Imprenta
Universitaria, 2002, 301 págs. Además, VOCES DEL CUBITÁ. Chitré: Rapid Impresos, 20
págs.
[5] Contraloría General de
la República. CENSOS NACIONALES DE 1980. Vol. II. Panamá: Dirección General de
Estadística y Censo, página 24.
[6] José Aparicio Bernal. "Introducción a la bibliografía histórica de Azuero"; en
REVISTA LOTERIA # 398, Edición de la Lotería Nacional de Beneficencia, Panamá:
Litho Impresora Panamá S.A, noviembre-diciembre de 1993, págs. 35-46. Además: Villarreal,
Melquíades. CIEN AÑOS DE LITERATURA EN LOS SANTOS. Chitré: Rapid Impresos,
2003, 119 págs.
[7] Milcíades
Pinzón Rodríguez. “Agro y capitalismo en Los Santos”; en REVISTA ANTATAURA # 1.
Chitré: Imprenta Crisol S.A., 1987, págs. 39-66. Ibid. ANTATAURA # 2, 1988,
págs. 49-66.
[8] Para un análisis
biográfico y contextual de los dos pilares de la música de acordeones istmeña,
favor consultar: Pinzón Rodríguez, Milcíades. “Rogelio ´Gelo´ Córdoba,
el acordeón del Canajagua”; en REVISTA LA MEJORANA, Villa de Los Santos:
Litografía Any S.A., 2009, págs. 17 a 19. Del mismo autor: “Dorindo: acordeón e identidad nacional”; en
ÁGORA Y TOTUMA, Año 16, # 236, 25 de julio de 2007. Ibid, REVISTA LA MEJORANA,
2007, págs. 10-12.
[9] Quintero
A, Juan B. “El baile de las cien luces”; en LETRAS DE AZUERO. Cuadernos de
cultura patrocinados por la Fundación Juan T. Del Busto. Chitré: Impresora
Crisol S.A., 1979, págs. n/e.
[10] Paz Batista, Clímaco
Manuel. “Clímaco Batista Díaz, violinista y compositor folclórico panameño”; en
REVISTA CULTURAL LOTERÍA, # 408, agosto-septiembre-octubre de 1996, págs.
69-90.
[11] Hacia la década de los años ochenta del siglo XX el paroxismo festivo al
que se llega puede constatarse en: Pinzón, Rodríguez, Milcíades. “La adulteración y comercialización del
folklore”; en IMAGEN # 6, Panamá: Imprenta Universitaria, 1985, págs. 107 –
112. Ver, además, del mismo autor: “Cultura del jardín y los jorones”, en ÁGORA
Y TOTUMA. Año 18, #266, 01/XII/2009.
[13] Pinzón
Rodríguez, Milcíades. “De cuando el folclor se convierte en mercancía”; en ÁGORA Y TOTUMA, Año
7, # 119, 30 de junio de 1998.
FABULOSO MUY COMPLETO DESCONOCIA MUCHA INFORMACION GRACIAS
ResponderEliminarExelente el articulo . Solo una observasion de algunas canciones que no son de esos compositores
ResponderEliminarObservación: Un sufrimiento más, es una pieza que grabó Ulpiano Vergara. Bendiciones!
ResponderEliminarUlpiano Sombre Herrera es hermano de Luciano Herrera y ambos son nativos de Pedasi.
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