En una de sus
memorables canciones, la santeña Margarita Henríquez, habla de agüita de coco.
Y en eso pensé, precisamente, al enterarme de la incorporación de la Danza del
Corpus Christi a la lista del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. La noticia
es de lo más refrescante en una nación ahíta de mensajes desmoralizadores, con
tanta mina impía y delincuencia de cuello blanco.
Los panameños
somos la danza folklórica, el reconocimiento habla de lo que realmente
encarnamos y de lo que soñamos con ser. Porque las quimeras son buenas, y son
el antecedente de lo que hemos de edificar. Al fin se hace justicia a la
cultura religiosa y pagana, a esa eucaristía que es más que ostias consagradas,
porque es el abrazo entre lo sacro y lo profano, rostros de la misma moneda de
nuestra identidad cultural. Y la noticia arriba en el Bicentenario de la
Independencia de Panamá de España, como si alguna ignota fuerza espiritual
quisiera reconocernos tantos siglos de celebrar con la danza la comunión entre
religión y cultura orejana.
Y en la
centenaria Villa de Los Santos estamos contentos, agradecidos, también de la
labor de Aristides Burgos Villarreal y de todos los que, en el relevo
generacional, integran la agrupación cultural que él preside, manteniendo y
divulgando las danzas del Corpus Christi en la Villa de Los Santos. Pero en la
realidad histórica, en lo profundo de la manifestación cultural, el logro es
para el pueblo llano - el verdadero protagonista- que siente, con razón, que
los bailes forman parte de su vida; porque ese sentimiento, anónimo, pero
colectivo, es la cuna en la que se mece la manifestación que la UNESCO
reconoce. ¡Ah gente tan hermosa la nuestra!
La emoción es
mucha. Anoche dormí como nunca y soñé con diablicos y castañuelas. Allí estaba
El Torito en la dehesa y desde el potrero se tomó la plaza, recorrió las calles
y se introdujo en plena eucaristía, para que el cura aplaudiera desde el
presbiterio, junto a la diablada eufórica y un auditorio que hacía suyo el
regocijo colectivo. Y yo desperté sonriente, escuchando en la distancia el eco
sonoro de las campanas del templo a San Atanasio.
.......mpr...
En las faldas de cerro El Barco, Villa de Los Santos, a 15 de diciembre
de 2021
Que buena noticia profesor Pinzon. Un reconocimiento muy importante
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