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19 abril 2024

CARA Y SELLO DE LA FERIA INTERNACIONAL DE AZUERO


La feria, la expresión tiene su magia peninsular, porque la palabra evoca diversiones, juegos de niños, mugir de cuadrúpedos astados, pulular de fondas, ventas de automóviles, canes que ladran y exposiciones comerciales. Y la memoria retrotrae al siglo XVI con las referencias hispánicas sobre las ventas indígenas en las llanerías de Natá. Sí, porque luego de aquello no hay pruebas documentales que en la zona demuestren la existencia de mercadillos, aunque seguramente se dieran algunos en ese devenir histórico.

Lo nuestro es asunto del siglo XX, en la primera mitad de la centuria, cuando la iniciativa privada y el Estado organizan las ferias que van a ser el antecedente de la actual, en poblados como Villa de Los Santos, Las Tablas, Chitré, Parita y Ocú, sitios de los que en algún momento he visto referencias bibliográficas.

La feria de Azuero es de las mejores de la república y los azuerenses – santeños y herreranos- la sentimos como propia, superando visiones regionales y comarcales. Porque de alguna manera el evento demuestra lo que somos capaces cuando se aúnan esfuerzos y la cultura común se impone por encima de las divisiones político-administrativas. Bajo este prisma la feria es la concreción de lo que deberíamos ser, de la necesaria e indestructible unidad regional,  un desafío que ojalá haga posible el siglo XXI, cuando mentalidades mucho más ilustradas, comprendan que no es partiendo, dividiendo, como vamos a tener mayor presencia política junto al resto de la nación.

Desde entonces la actividad ha evolucionado junto a la sociedad que le cobija, lo que explica que la ´presencia de la actividad agropecuaria sea cada vez menor. Y no porque exista carencia organizativa, que nunca será suficiente, sino porque la exhibición es el reflejo de lo que acontece en los extramuros feriales, en donde agricultores y ganaderos ven menguar sus respectivos fundos; mientras se adultera y languidece la cultura y el comercio pasa a manos de intereses foráneos.

Sin embargo, la feria está allí, peleando contra molinos de viento, cual Quijote tercamente renaciendo cada año y demostrando la capacidad de resistencia del pueblo azuerense. Toda ella es como una flor de Sarigua, un oasis que anualmente se llena de agua para que las aves trinen y no olviden la naturaleza de que están hechas.

Quien quiera conocer la región, de verdad, ha de venir a la feria; recorrerla bajo el sol calcinante o en la noche poblada de estrellas, con la música que suena en los altoparlantes, disfrutando el  caminar junto a miles de visitantes que esperan este momento, cuando santeños, herreranos y amigos de la zona recorren las instalaciones en la Villa de Los Santos, en esta añeja capital histórica de Azuero, en la que flamea contiguo al río La Villa, el símbolo del santeñismo, la bandera histórica, cívica y libertaria: azul, amarillo y rojo.

…….mpr…

En las faldas de cerro El Barco, Villa de Los Santos, a 19 de abril de 2024.

 


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