Durante muchos años he estudiado las
expresiones político-partidistas de quienes participan en la contienda por el
poder en Azuero. El último de tales trabajos puedes leerlo bajo el título de “Gamonalismo
político en la región de Azuero”. Allí dejo plasmado lo acontecido desde los
años treinta del siglo XIX hasta la última elección.
Lo que encuentro es que hemos estado
bajo el dominio político de algunas familias, que se han turnado ocupando
puestos públicos, en especial, en los atinente a las diputaciones provinciales,
aunque no han faltado aquellos que han ocupado el solio presidencial. También advierto,
que después de los conflictos ideológicos del siglo XIX y principios del XX, la
ideología ha sido un cascarón , un pendón para ondearlo, pero no para ponerlo
en práctica. En todo caso no supera la bandera colocada en la cima del palo de
mango.
Por su parte, la base social que elige
no responde a proyecto alguno, porque la cultura política se basa en prebendas
y compadrazgo. Aunque ello no es nuevo, porque se origina en la colonia y el
control ejercido desde los principales pueblos -Villa de Los Santos, Parita,
Pesé, Ocú y Las Tablas- en donde residen los caciques o gamonales de aldea que
mueven los hilos del poder a su antojo, en componenda con el poder real que se
asienta en la ciudad de Panamá.
Debo afirmar que, con la
independencia, el Grito Santeño y la separación de Colombia, no varió ese mundo
de la hegemonía comarcal. Acá las nuevas ideologías que arribaron a la zona de tránsito,
en las primeras décadas del siglo XX, no tuvieron gran arraigo, entre otros
motivos porque los partidos políticos fueron una mera extensión de los
citadinos. Es más, la clase media regional, que luego surge de comercios y de
universidades, no tiene autonomía política y es un mero reflejo de la radicada
en la ciudad de Panamá.
En el fondo existe una población
numéricamente escasa, con relaciones primarias que maniata la independencia
política, la que queda sujeta a esa misma relación primaria del candidato que
es hermano, primo, ahijado, compadre, etc. Por este motivo no cuentan los
proyectos colectivos, ideológicos ni de sentido de partido político.
En una cultura de este jaez es
difícil pensar en país, porque tales proyectos nacionales chocan con esta
muralla de relaciones sociales campesinas en donde la lucha por el poder
político se mueve en otras aguas. Lo que explica el surgimiento de diputados,
alcaldes y representantes de corregimientos que no pocas veces carecen de
formación y no tienen un perfil político a tono con la era moderna.
Para decirlo de manera concisa, el
hombre azuerense, como el interiorano en general, vota en el siglo XXI, pero
con criterios de la centuria anterior e incluso de la decimonónica y aún de la
colonia. Con razón los llamados contemporáneos a una mayor conciencia, la
mayoría de las veces, caen en saco roto y naufragan en elecciones que deberían
promover saludables cambios sociales, pero que solo reproducen estructuras viejas
y ya superadas.
Sí amigo, así estamos y andamos por esta
hermosa península nuestra, la que de tiempo en tiempo pare seres luminosos,
pero que políticamente mora en las sombras.
…….mpr…
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