Reina
de la sierra y del ágora, se apoderó de la plaza, desafiando al templo,
compartiendo con él la torre y la veleta, en el carrusel de la rosa de los
vientos.
El
coco - arca seminal- vagó en la corriente del río y la quebrada; enraizando en sitios
inesperados, en los recodos y barrancos del arroyo.
Y
creció la arecácea para que la copra se hiciera aceite, mientras allá en la
curumba el azulejo palmero, de un azul negruzco, almuerza insectos y canta su
alegría de pájaro montaraz.
El
tiempo pasó y la derriba hirió de muerte al bosque, el estío marchitó sus
pencas y comenzó el declive de su gloria y orgullo vegetal. Se le ve
esmirriada, enjuta y debilucha, como si le dolieran los veraniegos sobijos de
Eolo.
Ya
no hay tantas como ella, y la palmera vieja se va muriendo, chamuscada, vencida.
Y el viento cálido sigue peinando su cabellera, con la compasiva caricia que anticipa
su estrepitosa caída sobre la tierra calcinada.
…….mpr…
28/I/2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario