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07 abril 2009

HOMEOSTASIS Y VIDA SILENTE

Fenece marzo y renace abril. Hay un bochorno en el ambiente, y mientras sesteo sobre mi hamaca un calor pegajoso se adhiere a la piel. Quietud y homeostasis. No duermo, medito a esta hora meridiana del día. Abierto al mundo, la mirada sobre los árboles y las nubes, como si buscara entre ellos el encanto de un momento feliz, como si la adultez fuera un pesado fardo existencial. Disfruto esta sordina conmigo y hacia mis adentros…Silencio de pájaros cantores y de ruidos que la lejanía disuelve con su indiferencia y monotonía de siglos. La placidez es hermosa con cantos de gallos y cacareos de gallina, azulejos palmeros y vuelos de colibrí, tórtolas y gorjeos del ruiseñor que disputa la vida con el carpintero.

Hay complicidad con el universo que palpita allá afuera…y lo descubro. La capisucia silente dormita en lo alto del cedro. Plumífero filósofo parado sobre la rama. Cruzamos la mirada y a su manera nos comprendemos; comunicación inexplicable, porque conoce que le miro y yo descubro en su figura el común sentimiento de finitud, aletargamiento y sopor. En la rama y en la hamaca, qué más da. Mientras, indiferentes al sol (sádico que se ríe de la sabana), dos tórtolas (tierreritas que se aman), ya se miran y se posan mayestáticas sobre el árbol de poro-poro. ¡Ah, la vida!, parecen decir, como si me reclamaran la pedantería de querer apropiarme la magia y la paternidad de este instante de reverberaciones del sol y cogitaciones del cerebro.

¡Y hasta en el seco guayabo la titibúa se acicala! Vida de ave sobre la rama yerta, canción de la vida y de la muerte del árbol amigo que se adhiere a la tierra que alguna vez le dio sustento.

Fenece marzo y renace abril; comprendo este estar acompañado con la naturaleza y el mundo…y desde mi hamaca sonrío y soy feliz de ser como ellos, un átomo del universo.

…mpr…
2/IV/09

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