Hermanal Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa |
Terminé de leer VIVAS EN SU JARDÍN, de la pluma de Dedé Mirabal Reyes, una de las cuatro hermanas Mirabal que América Latina tuvo la fortuna de parir en Quisqueya. Allá, en la antigua Provincia de Salcedo, que ahora con justa razón se denomina Hermanas Mirabal. Debo confesar que me subyugó el texto, al punto que el mismo se volvió casi una obsesión; tal es el grado de apego que despierta su lectura.
Confieso que hace mucho no experimentaba esa desazón interior que estimulan las buenas lecturas. Con anterioridad había leído LA FIESTA DEL CHIVO, del premio Nobel Mario Vargas Llosa y un poco más atrás la novela que la Sra. Julia Álvarez tituló EN EL TIEMPO DE LAS MARIPOSAS. Los tres textos merecen leerse, en espacial para aquellos sectores juveniles a quienes los atropellos de Trujillo, así como los posteriores desatinos de Balaguer, ya casi no le dicen nada o confunden a los personajes con actores de alguna serie televisiva. Y es que en nuestra época la imagen se sobrepone al contenido, por aquello que planteara Geovani Sartori en HOMO VIDENS.
Ternura e indignación quizás serían los vocablos para referirse al trabajó de la Sra. Dedé. Hay una mezcla de sentimientos encontrados cuando se pasa revista a este manjar literario. Poco a poco va aflorando todo un mundo sensorial que no lo recoge la historia tradicional; una microhistoria de sentimientos que logra pintar con los mejores colores la vida de LAS MARIPOSAS. Nada para comprender la patología de los sátrapas de Latinoamericana como este relato nacido del amor y del recuerdo; porque de la mano de la autora el lector no puede creer que exista un sistema social y político tan abyecto y de tan ruines propósitos.
Este relato testimonial sobre Minerva y sus hermanas expresa la disputa entre la barbarie y el amor que florece en el jardín de Las Mariposas. Encarna una lucha que trasciende la isla caribeña para vestirse con los mejores ropajes de una América morena que ha vivido iniquidades como la de Ojo de Agua. Lamentablemente moramos en países en los que nunca han faltado las bestias políticas que destruyen familias, devoran recursos públicos y se ensañan sobre aquellos que, como las Mirabal, tienen sueños y quimeras.
¡Qué impactante todo esto!, el que unas Mariposas batan sus alas para derrocar un tirano. Extraordinaria lección patria para quienes creen que eliminando a los portadores del símbolo (mariposa: indefenso y frágil pañuelo multicolor que surca los aires), ya dan por contado que con ello lograrán que la libertad y la democracia se rindan ante el poder omnímodo.
Y es que además de ternura, el texto habla de indignación. Justo ahora, cuando el vocablo se ha vuelto famoso (Stéphanne Hessel); porque el valor revolucionario de la indignación es lo que destilan estas memorias de la tierra del merengue. Indignación y coraje taíno de quienes se cansaron de morar en un país gobernado por indigentes morales y cultores de la muerte. En la misma época los panameños también vivimos el poder avasallador de la indignación nacional de enero de 1964.
El 25 de noviembre de 1960, fecha del horrendo asesinado de las hermanas Mirabal, es un hito en la historia de la liberación de América Latina; más trascendente que un acto heroico que el feminismo puede y debe enarbolar como bandera. Lástima que nuestro sistema educativo sea tan pobre y enclenque que no recoge y difunde este canto a la vida de unas Mariposas Dominicanas.
….mpr…
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