Los memes se han hecho comunes. El famoso artilugio
de la comunicación contemporánea invade los sitios más inesperados, logra acosar
hasta la extenuación y si
te descuidas vuelve lento el "smartphone", porque ocupa gran parte de
los archivos del teléfono inteligente.
El origen del vocablo hace alusión a un tema que se
vincula con la genética y la sociología. Teóricamente el meme es la contraparte
cultural del gen; porque mientras el último aún no puede modificarse, el meme
es el equivalente del rasgo cultural, que a diferencia de archivo genético está
sujeto a la transformación y logra reproducirse tanto como la cultura lo permita.
De modo que el meme es un tópico más serio que el simple
mensaje comunicacional que enviamos a nuestros amigos. Pero al grano, lo que
importa en este caso es tomar conciencia de las implicaciones que el mensaje
electrónico encierra. Porque de algo bien pensado, el meme se ha vuelto
“ligth”, un
poco banal y con
cabeza hueca. En efecto, percátese que hay individuos que ya no escriben,
que optan por atiborrarnos de memes, porque creen que éstos hablan por ellos y,
en teoría, comunican lo que piensan. Preocupante, porque algunos ya no
escriben, sino que envían memes, cual niños de aprendizaje incipiente.
Claro que no estoy planteando que los tiremos al
basurero, ni que ellos son una plaga demoníaca. A lo mejor al meme le ha
pasado lo que a otros productos sociales; hemos abusado de su uso y,
de ser una idea luminosa, terminamos por “desgastarlos”, hacerlos tan comunes
que ya no denotan, sino que connotan. Es decir, se han vuelto un bien
desnaturalizado de tanto rodar en el mercado de lo baladí. Sí, nada escapa a su
influjo; desde los pensamientos de grandes escritores, pasando por las reinas
del carnaval, hasta el mensaje religioso que pregona el edén para los fieles
devotos.
Y ahora que dispones de tiempo, deja de leer este
comentario y visita el buzón del teléfono. Por favor, borra las decenas
de memes que has acumulado en la última semana. ¡Ah!, y meditemos un poco antes
de enviar el próximo mensaje prefabricado, porque la cigarra electrónica sonará
para sorprender al receptor con el arribo de otro meme que podría resultar
necio, indeseable y machaconamente repetitivo.
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