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28 abril 2017

LA VIDA PROBA DE FRANCISCO “CHICO” URRIOLA JAÉN






Desde el siglo XVII, cuando por vez primera se tienen noticias de la existencia de la ciudad de Las Tablas, no pocas personas han dejado huellas en la población sobre la que aún se discute la procedencia de su nombre; esa denominación que algunos afirman que era un sitio en donde se veneraba la Santa Cruz, Las Tablas, ciudad Goytía y a la que un general del siglo XX quiso llamar ciudad Porras.
En efecto, mucha agua ha pasado sobre la Quebrada Las Tablas, corriente fluvial que atraviesa el poblado, mientras en la distancia se yergue la cortina natural del Macizo del Canajagua y algunos cerros emulan flechas tectónicas que miran la bóveda celeste. Tierra tendida sobre la sabana que mira la costa peninsular en donde vienen a desembocar los ríos, al lado de cuyas veras se extiende un rosario de asentamientos humanos cuya edad no frisa el medio milenio, pero cuya existencia talvez sepa de la impronta precolombina.
Pues bien, pasó el tiempo sobre tales parajes y arribamos al siglo XX, en su cuarta década, año 1944, cuando nace don Francisco Urriola Jaén Díaz Domínguez, hijo de Francisco Urriola Díaz y doña Carmen Jaén Domínguez. El cura del templo a Santa Librada anotó en el libro de bautismo parroquial que transcurría el 2 de agosto del mes y día indicado. Pasado el tiempo, al párvulo los contertulios le llamaron Chico Urriola y así se quedó, con ese mote tan propio de quienes se llaman Francisco (como el papa homónimo), a los que también se les puede denominar Pancho (como el personaje político que en nuestro país fue conoocido como El Caballero de La Política).
La década en la que nace el tableño es trascendental en la historia peninsular azuerense porque para aquellas calendas surgen los colegios secundarios, la música de violines inicia su declive y el acordeón pasa de instrumento estigmatizado a promover su dignificación musical. Un año antes de su nacimiento, 1943, se realiza la primera feria de la zona y al final de esos años hace pinitos el primer Festival de La Mejorana, 1949. Quiero decir que don Chico nace montado a caballo entre la sociedad rural del ayer y los vientos de renovación que caracterizaron la pasada centuria.
Si un hombre es fruto de su época, luego Urriola Jaén es producto de la suya. De allí que acudiera a realizar estudios primarios en un portento de colegio, la Escuela Modelo Presidente Porras, institución a quien deben los santeños la educación básica de preclaros ciudadanos, gente forjada en valores y que han dejado huellas en los campos del saber. El muchacho que fue Chico Urriola se abre paso desde sus orígenes populares con esa vergüenza ciudadana que tiene por norte el trabajo honrado, no importa en qué consista el mismo, pero siempre que permita levantar el rostro como ciudadano impertérrito.
El santeño ha hecho de todo. Recuerdo que por los años setenta y ochenta era muy común su lema publicitario “Chico sí pinta”, ya que entre sus labores estuvo la de pintor y rotulista. Don Francisco, como tantos otros azuerenses, ha sido emprendedor, mucho antes que las universidades y centros del saber hicieran del vocablo una especie de teoría de iniciativa empresarial.
Siendo un hombre inteligente, como en efecto lo es, descubrió que detrás de la brocha y el pincel había otros mundos que esperaban agazapados. Autodidacta por excelencia, evolucionó hacia el mundo de la publicidad y la comunicación visual y auditiva. Así, en 1964, se inició como locutor en Ondas del Canajagua y desde entonces ha estado ligado a la radio santeña. En su momento, década del setenta, mantuvo la revista radial Recordando, espacio radial con boleros y guarachas. Programa que luego aparece durante el año 1987 en Radio Mensabé, empresa en donde ha creado programas de buen gusto y alejados de la chabacanería que a veces impregna las ondas hertzianas. A los ejemplos me atengo: “Una viejita, pero bonita”.
A la altura de esta disertación podríamos preguntarse qué mueve interiormente a Chico Urriola, en qué consiste ese élan vital que nutre su espíritu. Y tengo que contestar que un profundo sentimiento de tableñismo y santeñismo; ese orgullo sano, alejado de regionalismo intrascendente, que es el motor de su trayectoria de vida. Por eso sus souvenires, placas y pegatinas hablan de una actividad publicitaria que es más que una forma de vida, son expresiones creativas de un hombre raizal que recorre su pueblo disfrutando cada espacio de la tierra en que naciera el más lúcido de los presidentes panameños, el doctor Belisario Porras Barahona Cavero De León.
En los últimos años el tableño ha creado otra forma publicitaria que expresa la visión de patria y el proyecto de su vida proba, la Revista Ayer y Hoy. Allí, entre sus páginas, late la historia de nuestros pueblos. Las fotografías, bellamente presentadas y rescatadas del olvido, dejan plasmadas para la posteridad el testimonio del grupo humano que grita a los cuatro vientos la construcción de una identidad cultural de la que se siente orgulloso.
No sería justo laurear al personaje que nos ocupa dejando de reconocer a quienes en su entorno más íntimo han sido el soporte de sus ejecutorias. Me refiero a su familia. A la esposa, doña Fulvia Yolanda Carrasco de Urriola, así como a sus hijos María Eugenia y Mauro Francisco Urriola Carrasco quienes han de prolongar la estirpe del tableño que soñó, y lo logró, labrarse un destino basado en la honradez y en el emprendimiento.
En estos casos siempre se afirma que la vida de los constructores de sueños ha de ser imitada, emulada, cosa que no haré en este caso porque resulta obvia. De lo que siempre he tenido certeza es de que la inteligencia ha de ser premiada, que el país solo avanzará si hacemos de la meritocracia el norte de la cultura y de la sociedad, porque no es cierto que moramos en un istmo de delincuentes y corruptos. Pese a lo que pregonan tales cerebros agoreros, el panameño es honrado y construye desde su nicho existencial la personalidad individual y colectiva del país. La suma de tales esfuerzos da forma a la nación y se constituye en el soporte de nuestra identidad nacional.
Don Francisco “Chico” Urriola Jaén transita esos senderos de la patria. Para él y su familia los mejores deseos de vida plena. Y sí, es verdad, “Chico sí pinta”.

...mapr.......
En las faldas de Cerro El Barco, Villa de Los Santos, a 25 de abril de 20017.




 






1 comentario:

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