La capillita de Las Lagunitas |
Romería desde Las Lagunitas al templo guarareño |
El vocablo Guararé tiene un acento indígena y
evoca la del cacique que dio origen al nombre del poblado, Guararí. Mucho ha
acontecido desde que en el Siglo XVI Don Diego de Hurtado diera cuenta de que
por estas tierras habían hermosas maderas para construir embarcaciones. Porque,
en efecto, aquí se construyeron las primeras barcazas con los que se conquistó
la zona que queda al oeste de la Península de Azuero.
Desde entonces habrían de transcurrir más de una
centuria para que se produjera un lento pero persistente poblamiento que daría
sus frutos a finales del Siglo XVII y, en especial, a principios del Siglo
XVIII.
Se dice -aunque no se ha podido comprobar de manera
certera-, que en el sitio de Las Lagunitas se asentaron algunas familias
españolas que a la postre, por lo insalubre del lugar, se trasladaron al lugar
que ocupa en estos momentos el actual pueblo de Guararé. Lo cierto es que el
nombre del primer asiento poblacional así parece corroborarlo, porque Las
Lagunitas hace alusión a un sitio de cenagales, de la misma manera que el
topónimo Ciénagalarga, confirma la existencia de pantanos en el sitio próximo
al actual puente sobre el Río Guararé.
Por las anteriores razones no hay lugar más a
propósito para divulgar un relevante documento histórico sobre la tierra de
Benita Pérez, que este sitio en que nos encontramos, más todavía si tomamos en
consideración la fecha que nos congrega, el 144 aniversario de la creación de
la Parroquia de Nuestra Señora de Las Mercedes.
Hago alusión al Padrón de 1774, una especie de
censo que se realizaó sobre las gentes que habitaban la zona durante el Siglo
XVIII. Allí queda claro, que existían desperdigados por Guararé y lugares
aledaños, un total de 100 almas que residían en 24 casas. Según el documento
los apellidos más comunes eran los Araba, González y Espino; aunque encontramos
otros como Solís, Domínguez, Ramírez, Tello, Martínez, Pérez, Ortega, García y
Galarte. Si hemos de creer al padrón, Guararé contaba con 25 cabezas de
familias, de los cuales 23 tenían esposas. Las dos restantes eran viudas que
contaban con 2 hijos. En cambio, ya para el año 1774 se registra el sitio de
“Chumajal y Lomas” en donde encontramos apellidos como Barrios, Osorio, Ovalle,
De León, Batista y Díaz.
Para aquellas calendas únicamente existían tres
personas que poseían esclavos: Doña María Concepción Enriques (sic) y Pablo y
Francisco Espino. Quedan registrados en Guararé 7 esclavos, lo que parece
sugerir que la presencia del negro colonial no logró ser significativa en el
sitio, porque apenas representaba el 7% del total poblacional.
Debo indicar que gracias a la gentiliza del
historiador Don Alberto Arjona Osorio, ahora contamos con otro documento del
acontecer guarareño. Me refiero al testamento de Don Antonio Pío de Espino. Ese
manuscrito está “fechado en el Citio
(sic) de Guararé, jurisdicción de Las Tablas Cantón de Los Santos, a los nueve
días del mes de setiembre de mi ochocientos cuarenta y cuatro”. Allí queda
claro que el apellido Espino que lucen algunos tableños, procede realmente de
Guararé, ya que Don Antonio Pío de Espino así lo confirma en el aludido
testamento.
¿Y qué tiene que ver lo que acabo de plantear con
el aniversario de la creación de la Parroquia de Nuestra Señora de Las
Mercedes?. Pues mucho, porque viene a confirmar que la erección de la parroquia
no fue un acto aislado, ni un capricho del Ilustrísimo Sr. Obispo Dr. Fray
Eduardo Vásquez. Al contrario, el 31 de julio de 1869 es producto de un largo
caminar de los guarareños. De esos paisanos que se asentaron en la sabana que
irriga el Río Guararé y que el 21 de enero de 1880 vieron surgir un nuevo
distrito. De los mismos que en Las Lagunitas, además de empotrar en sus potreros sus casas de quincha, sembraron
la fe cristiana por estos contornos. Las evidencias históricas sugieren que
antes de la construcción del actual templo, que algunos ubican en la década del
ochenta del Siglo XIX, debió existir alguna edificación, seguramente pequeña y
rústica, pero que sirvió de cobijo para la reflexión y el encuentro con el
Altísimo.
Al meditar sobre esto tópico y mirar hacia el
pasado, hay que justipreciar a esos guarareños que hicieron maravillas con su
fe, a aquellos que asumieron las difíciles labores con las bestias en los corrales,
a las amas de casa sin instrucción pero que educaban a sus hijos en valores, a
los curas que se atrevían a avecinarse por estos lares, a aquellos otros que
residiendo en lugares próximos al Cerro Canajagua, bajaban a la sabana, a su
parroquia, para transmitir mediante el bautismo el legado del catolicismo que
implantaron los hispánicos desde el Siglo XVI.
Hay muchas cosas de las cuales derivar un sano
orgullo de labriego, de hombres de campo que hicieron viable que existiera una
mujer como Bibiana Pérez (creadora del distrito), de un cerebro tan luminoso
como el del Padre del Folclor Nacional y primer docente de química de la
Universidad de Panamá, Dr. Manuel Fernando de Las Mercedes Zárate. Hay que
conservar y difundir ese legado ancestral, no para quedarse anclado en el ayer,
sino para propagarlo a las nuevas generaciones que necesitan tener un proyecto
de vida que les permita emular aquellos logros y proyectarse en los siglos
venideros.
Debemos admitir
que un rol trascendental en ese empeño lo ha cumplido la Iglesia
Católica, no sólo desde la estructura arquitectónica que se erige como ícono del
poblado, sino como consejera espiritual y terrenal. Esa faena callada de
preservar los archivos parroquiales es extraordinaria, porque gracias a ese
empeño podemos presumir de los troncos familiares de donde procedemos. Ahora
sumemos a ello los cien años que celebramos de estar cantando a la Patrona
Guarareña los Versos a La Virgen, creación que debemos a la inspiración del
eneense Remigio Córdoba López y podremos valorar la trascendencia del 31 de
julio de 1869, fecha de la Creación de la Parroquia de Nuestra Señora de Las
Mercedes.
Por eso la caminata o romería desde Las Lagunitas
al centro del poblado, conjuntamente con la eucaristía que celebraremos, no ha
de tomarse como un acto religioso rutinario. Todo ello es un canto a lo que
hemos sido, una mirada hacia el ayer con la vista proyectada hacia el futuro.
En efecto, todo ello tiene que haberlo sentido el cristiano; pero, además, y guardadas las proporciones, la romería se constituye en una especie de Camino de Santiago de la identidad comarcal. Por eso hago votos para que la iniciativa no muera, porque en la peregrinación cada paso hacia el templo guarareño, además de un evento sacro, es un homenaje a nuestros antepasados y un compromiso con el porvenir.
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Palabras en Las Lagunitas el día 31 de julio de 2013 al cumplirse el 144
aniversario de la fundación de la Parroquia de Guararé
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