Voy a esbozar
algunas ideas sobre la presencia del negro en la cultura peninsular. Lo primero
que tenemos que diferenciar es el negro colonial del afroantillano. El primero
es el que nos atañe como grupo humano, porque el segundo fue el que arribó a
Panamá durante el siglo XIX y principalmente al inicio de la vigésima centuria.
Mire usted que
el negro de Azuero data del siglo XVI, por lo que podríamos decir que tiene
cinco centurias de estar en la zona. Dicho de otra manera, cuando llega el
negro afroantillano a la zona de tránsito ya el de la región tenía 300 años de
estar aquí. Este dato es importante porque, debido a las actividades
agropecuarias y al roce con los habitantes de los principales pueblos, así como
al papel de la Iglesia Católica, termina integrándose a la cultura occidental y
vistiendo como hombre del campo.
En términos de
vestidos el negro azuerense adopta el que traen los españoles, aunque su
influjo persiste en algunos platillos gastronómicos, así como en la música y
algunos instrumentos de este tipo. Por este motivo no deja de ser un verdadero
contrasentido que en Los Santos y Herrera se conmemore la negritud vistiendo
ropaje del negro afroantillano, al que sólo le une un lejano parentesco
africano. Y dicho sea al pasar, cuando el afroantillano viene a Panamá ya tenía
tres siglos morando en la zona del Caribe, por lo que es improbable que sus
vestidos hayan permanecido inalterables.
En efecto, lo
que uno encuentra en la historia del hombre es la existencia del mestizaje, lo
que demuestra que en realidad las razas no existen. Otra cosa es la eterna
búsqueda de la identidad cultural que nos induce a intentar construir una
personalidad colectiva. En este sentido el hombre peninsular es mestizo, con la
presencia genética del español, el indio y el negro colonial.
De lo dicho se
colige que en Azuero lo afroantillano no existe. Es decir, en realidad, de
verdad, la conmemoración en la península solo tiene sentido como un gesto
solidario con otro grupo humano y nada más, en especial en un país multiétnico
como Panamá. Y tales eventos también deberían abarcar a otras presencias culturales
que han tenido su influjo sobre la península, como en el caso de la china, mudéjar,
italiana, etc.
Luego, lo que
de verdad corresponde en nuestra área es continuar siendo solidarios con otros
grupos humanos, pero teniendo presente el conocimiento y valoración de nuestra
propia idiosincrasia. Así debería ser, porque la escuela en Azuero enfatiza en
la fiesta, en vestir a los niños sin conocer de dónde proceden esos hábitos y
costumbres, y lo más relevante, sin una compresión cabal de nuestra cultura
orejana, que es tan rica y variada.
…….mpr…
20/V/2024
Muy buen artículo profesor...muy didáctico y aleccionador.
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